Oración y Curación (TOB4-12 por JR Flecha)

“Al acostarme pienso: ¿cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba”. Esas palabras que se leen hoy en el libro de Job (Job 7, 1-7) han sido repetidas miles de veces a lo largo de los tiempos. Todos los enfermos y todos los que sufren por cualquier causa se verán reflejados en ellas.
Job representa muy al vivo la desgracia de todos los que se ven acosados por el dolor y la desgracia, por la enfermedad y la muerte. Sus protestas son legítimas y más que comprensibles. El mal es el mal por muchos adornos que tratemos de colocarle. Y la enfermedad es un fallo de la salud.  Es el fracaso de la aventura humana.
Los amigos de Job pretenden convencerle de que su mal se debe a algún pecado oculto. Como solía hacer la tradición, vinculan el mal físico al mal moral. Es verdad que en algunas ocasiones un mal comportamiento puede deteriorar la salud de la persona. Pero Dios no juega a castigar a los malos con la enfermedad.
EL TERAPEUTA
En el evangelio se recuerda el primer día de la vida pública de Jesús. Aquel primer sábado, en la sinagoga de Cafarnaúm se había encontrado ya con un enfermo que a gritos lo reconocía como el Santo de Dios. Después, al llegar a casa de Pedro y Andrés, encontraría en cama a la suegra de Pedro, aquejada por la fiebre  (Mc 1, 29-39).
Con tres verbos, el relato evangélico nos acerca a un momento importante: “Jesús se acercó, la tomó de la mano y la levantó”. Se podría decir que esas tres acciones resumen la misión de Jesús como terapeuta, tal como lo recordarán las comunidades primitivas. Jesús nos trae de parte de Dios la salud y la salvación.
En efecto, gracias a la presencia de Jesús, la enferma se levanta y se pone a servir a su familia y al huésped. Él es el liberador. Libera “de” la esclavitud del mal y libera “para” la realización del bien. Los seguidores del Maestro entenderán que su acción capacita a la persona para el servicio a los demás.
El evangelio recuerda que aquel día curó a muchos enfermos. El texto es sin duda un sumario que resume la futura actividad de Jesús. Pero también su libertad, que no se deja anular ni seducir por las demandas de la multitud. Por eso sabe retirarse a orar en la soledad. En la oración encuentra su fuerza y el sentido de su misión.
EL BUSCADO
El que ha hablado durante el día con autoridad y en la tarde ha curado con sincera compasión a los enfermos es capaz de retirarse en silencio a la aparente inacción de la plegaria.  “Todo el mundo te busca”. Eso le dicen sus discípulos al encontrarlo de madrugada después de que él se retirara a orar
• “Todo el mundo te busca”. La frase recordaba la tradición de Israel. Los hebreos fieles a la Ley de Moisés eran calificados como “los buscadores de Dios”. Ahora las gentes buscaban a Jesús. En esa búsqueda se manifestaba la fe de los creyentes, pero también la dignidad divina del Maestro.
• “Todo el mundo te busca”. La frase también evoca la sed de la humanidad que, insatisfecha con sus logros, anhela la salvación. Son muchos los que buscan un sentido para su vida. Sin saberlo, tratan de vivir de acuerdo con unos valores que se encuentran reflejados en la vida y el mensaje de Jesucristo.
• “Todo el mundo te busca”. Finalmente, la frase de los discípulos interpela también hoy a todos los cristianos. No nos salvarán ni el saber ni la técnica. No nos salvan las ideologías ni la política. No podemos salvarnos a nosotros mismos. Sólo nos salvará Jesús, el Mesías de Dios. Buscarle a Él es ponerse en el buen camino.

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