En alta mar (TOC5-13) por JR Flecha

Alguien ha dicho recientemente que la religión pretende instalar en las conciencias el sentido de culpa por el pecado para después ofrecer el perdón de Dios. La afirmación se lanza con ironía no disimulada y con un dogmatismo irrefutable. Y que nadie se atreva a discutir esa tesis, porque será puesto en el más vergonzoso ridículo.

Quizá en algún círculo religioso haya ocurrido alguna vez algo semejante. Pero el texto de Isaías que hoy se lee en la liturgia desmiente esa idea (Is 6, 1-8). Según el profeta, el proceso es exactamente el contrario. Isaías recuerda una experiencia sensorial que, después de afectar a la vista, al oído, al tacto y al olfato, suscita en él un sentimiento no esperado.

En efecto, Isaías “ve” al Señor y a los serafines. “Oye” los gritos con que proclaman la gloria del Señor, tres veces santo. “Siente” el temblor de las jambas de las puertas del templo. Y, al parecer, “huele” el humo que lo llena. Y ante la grandeza de Dios descubre su propia distancia y su in-dignidad: es un hombre de labios impuros.

LOS TÍTULOS DE JESÚS

Simón Pedro se encuentra en un marco diferente. No está en el templo, sino en el escenario habitual del lago de Galilea. No hay serafines que proclamen la gloria de Dios, sino una extraordinaria redada de peces. Y no ve al Dios de los astros del cielo, sino a Jesús de Nazaret, un nuevo profeta que ha aparecido por la ribera del lago. Sin embargo Pedro pasa por una experiencia semejante, según las dos frases que se atreve a pronunciar (Lc 5, 1-11):

• “Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra, echaré las redes”. El discípulo constata el fracaso de una fatigosa tarea, a la que está acostumbrado. Y, al mismo tiempo, hace ver la confianza que pone en las palabras de un maestro, al que ha decidido seguir.

• “Apártate de mi, Señor, que soy un pecador”. La confianza ha dado un fruto insospechable. Ante la enorme captura de peces, Simón cambia el título con el que se dirige a Jesús. El Maestro es reconocido ahora como Señor. También ahora el camino es el inverso. Frente al poder de Jesús, Simón descubre su distancia y su in-dignidad, es decir su pecado.

LAS PROPUESTAS DE JESÚS

Pero, en ambos relatos hay algo aún más importante. A pesar de la indignidad de Isaías, el Dios Santo lo elige como su profeta. Y a pesar de la conciencia de pecado de Simón Pedro, Jesús lo elige como su apóstol. En ambos casos, a la llamada responde la disponibilidad del llamado.

• “Rema mar adentro y echad las redes para pescar”. En la primera frase, Jesús requiere la colaboración del amigo pescador, suscita en él un dinamismo nuevo e interpela al mismo tiempo sus capacidades y su confianza. El resultado responde más a la iniciativa de Jesús que a la pericia de Simón y sus compañeros pescadores.

• “No temas: desde ahora serás pescador de hombres”. En la segunda frase, Jesús reconoce que el asombro ante el misterio puede provocar el temor, pero tranquiliza al amigo. El presente se convierte en signo profético para una misión de futuro. Jesús no ignora la historia ni las aptitudes del amigo. Las valora y les confiere un nuevo destino.

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