El camino de Emaús Lc 24,13-36 (PAA3-14)



El discurso que el día de Pentecostés dirige Pedro a los judíos y habitantes de Jerusalén es un espléndido resumen de la catequesis cristiana de todos los tiempos. En él se distinguen claramente  tres momentos sucesivos.
- En primer lugar, el Apóstol evoca el recuerdo de la misión y la obra de Jesús. No puede olvidar que Dios lo acreditó por medio de milagros, de signos y de prodigios que todos pudieron ver.
- Además, Pedro evoca a dos actores del drama de la Pascua.  Por una parte, están sus oyentes, que  llevaron  a Jesús a una muerte de Cruz. Y por otra parte, está Dios, que  lo resucitó de entre los muertos.
 - Y, finalmente, Pedro asume el protagonismo que corresponde a los creyentes. De hecho, afirma que de esa resurrección del Mesías son testigos los discípulos que han recibido el Espíritu Santo.

EL DESALIENTO

También el evangelio que hoy se proclama es un bello resumen de la catequesis cristiana (Lc 24, 13-36). Ya había sido descubierto el sepulcro vacío. Ya las mujeres habían inquietado a la pequeña comunidad, al anunciar que no se encontraba el cuerpo de Jesús. Ya corrían los rumores… Pero ellos habían tomado ya su decisión de alejarse de Jerusalén.
Hoy muchos se parecen a Cleofás y al otro discípulo. Parecen haber perdido la fe. Están desalentados y no buscan más razones ni más pruebas. Simplemente se alejan… Pero los dos discípulos que caminan hacia Emaús son alcanzados por otro caminante. Un forastero que parece ignorar todo lo que ha ocurrido en Jerusalén.
Los peregrinos pronuncian una frase muy significativa: “Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel”. He ahí una de las claves del relato. El camino de Emaús es la confesión de una fe demasiado terrena y de una ilusión frustrada… Pero los discípulos todavía conservan la capacidad para escuchar y aceptar una corrección.

LA ESPERANZA

También hoy el peregrino acepta compartir con nosotros unos alimentos que apenas pueden calmar nuestra hambre. Pero entre sus manos, el pan adquiere el significado de la vida que Él nos ha dado con su palabra y que esperamos compartir con él para siempre. Y nosotros reflexionamos sobre nuestra experiencia de fe.
• En el camino de Emaús nos encontramos cuando huimos de la comunidad de los creyentes, pero también cuando regresamos a ella con la experiencia del encuentro con el Señor.
• En el camino de Emaús compartimos nuestra desilusión, pero también podemos recobrar la luz de la fe y la grandeza de la esperanza.
• En el camino de Emaús olvidamos la primera vocación, pero también podemos reconocer la voz del Señor que nos interpela desde las Escrituras santas.
El Papa Francisco nos dice en su exhortación La Alegría del Evangelio  (n. 266): “No es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo; no es lo mismo caminar con él que caminar a tientas; no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra; no es lo mismo poder contemplarlo, adorarlo, descansar en él que no poder hacerlo. No es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo solo con la propia razón”.

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