El profeta en su tierra Mc 6,1-6 (TOB14-18)

“Te hagan caso o no te hagan caso (pues son un pueblo rebelde), sabrán que hubo un profeta en medio de ellos”. Con esas palabras Dios envía al profeta Ezequiel para que se dirija a los iaraelitas, que se han rebelado contra el Señor. Este texto que hoy se  proclama  en la celebración de la misa dominical (Ez 2, 2-5) habla del profeta, de su pueblo y de Dios.
El profeta cuenta que ha recibido el Espíritu y escucha la palabra que Dios le dirige. Pero esa palabra no es un tesoro que puede guardar. Es enviado a transmitirla a su pueblo.
De paso, el profeta es advertido por Dios de la dureza del pueblo al que se ha de dirigir. Seguramente se negarán a escuchar el mensaje que Dios quiere comunicarles. 
Ahora bien, el profeta enviado por Dios, es ya por sí mismo un signo elocuente de la misericordia del Señor que lo envía a su pueblo. 

TRES PREGUNTAS
En el evangelio que hoy se proclama se nos da cuenta de una visita que Jesús realizó a su ciudad de Nazaret (Mc 6,1-6). Cuando el sábado empezó a enseñar en la sinagoga, las gentes quedaron asombradas. Pero ese asombro era en realidad un escándalo que se manifestaba en una cascada de preguntas.
• “¿De dónde saca todo eso”? Creían conocerlo bien. Por eso no podían entender que alguien de su propio pueblo les ofreciera una doctrina que no había salido de ellos y de su ambiente. No estaban dispuestos a cambiar, como dice ahora el papa Francisco.
• “¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada?” Las gentes de Nazaret están orgullosas de su propia sabiduría. Tienen todas las respuestas. Pero Jesús les obliga a revisar sus conocimientos y actitudes.
• “¿Y esos milagros que realizan sus manos?” Para los habitantes de Nazaret lo “normal” se ha convertido en la “norma”. Pero con sus milagros Jesús ha llegado a romper la rutina habitual. Y eso los desequilibra.

MAESTRO Y GUÍA
El texto evangélico anota que Jesús se extrañó de su falta de fe. A quien vive de cara a Dios le resulta difícil comprender que los que se consideran creyentes rechacen la voz que Él les dirige. Pero solo se recoge un comentario de Jesús: 
• “No desprecian a un profeta más que en su tierra”. Seguramente se trataba de una especie de refrán popular. Pero la frase encierra una experiencia universal. El profeta “anuncia” siempre unos valores. Pero son muchos los que aceptan “lo que hay”.  
• “No desprecian a un profeta más que en su tierra”. Además, el profeta ha de tener el valor y la osadía de denunciar los antivalores que deshumanizan a la persona y a la sociedad. Pero muchos se han acostumbrado a pensar que “todo vale”.
• “No desprecian a un profeta más que en su tierra”.  Para poder anunciar con verdad y denunciar con credibilidad, el profeta ha de aprender a “renunciar a muchos intereses y comodidades. Pero siempre es molesto quien trata de remar “contra corriente”.

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