El buscador buscado Lc 19,1-10 (TOC31-19)

“Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho…  Corriges poco a poco a los que caen; alos que pecan les recuerdas su pecado, para que  se conviertan y crean en ti, Señor”. Esta oración que se encuentra en el libro de la Sabiduría confiesa el amor con que Dios cuida de todo lo creado y la paciencia con la que espera al pecador (Sab 11, 22-12,2).
El Creador se siente responsable de su creación. Dios no odia nada de lo que ha creado. No puede odiar al ser humano, al que ha creado a su imagen y semejanza. Así se entiende la corrección divina. Dios corrige al pecador porque lo ama. Su justicia se identifica con su miseicordia y su poder solo puede entenderse como una manifestación de su misericordia.
El salmo responsorial recuerda los atributos con los que Dios mismo se había presentado a Moisés: “El Señor es clemente y misericodioso, lento a la cólera y rico en piedad, el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas” (Sal 144,8-9). Por eso, los cristianos no deberían temer la venida del Señor (2 Tes 2,2).

TRES ACTOS DE UN ENCUENTRO
El domingo pasado el evangelio de Lucas evocaba la oración de un fariseo y la de un publicano. En este domingo se recuerda el encuentro de Jesús con Zaqueo, un jefe de los publicanos y rico (Lc 19,1-10). En este relato se pueden distinguir tres pasos.
• En el primer paso vemos a un cobrador de impuestos que desea ver a Jesús que llega a la ciudad de Jericó. Sin ser consciente de ellos, Zaqueo es nos presenta como un buscador de Dios. Sin embargo, su baja estatura constituye una dificultad pera verlo cuando pase rodeado de gentes que si duda lo seguirán por el camino.
• En el segundo paso Zaqueo encuentra un medio para superar su dificultad. Va a la entrada de la ciudad y sube a una especie de higuera. Pero el buscdor ha sido ya buscado por Jesús. Adán se habia escondido entre los árboles y allí lo encontró Dios.  Zaqueo se esconde en un árbol, pero Jesús lo encuentra y se invita a alojarse en la casa.
• El tercer paso lo da Zaqueo. La alegre acogida que presta al Maestro suscita la murmuración de algunos. Pero, sin prestar atención a las críticas, Zaqueo promete entregar la mitad de sus bienes a los pobres y restituir cuatro veces más de lo que ha podido robar o defraudar a los contribuyentes
Los pasos de Zaqueo son los mismos que ha de recorrer el creyente en el camino de la fe y la conversión: buscar a Jesús, acogerlo en la propia vida, compartir con los pobres y practicar la justicia. 

EL HALLAZGO Y LA ALEGRÍA
Pero junto a estos pasos, el evangelio recoge tres declaraciones de Jesús en casa de Zaqueo. En ellas se refleja y resume la misión del Mesías:
• “Hoy ha sido la salvación de esta casa”. Jesús es el Salvador. Con ese nombre lo había anunciado el evangelio de Lucas (Lc 1,31).  Jesús no proclama que el pecado de Zaqueo ha dejado de ser pecado. Pero él no ha buscado al pecador para echarle en cara su pecado sino para traerle la alegrñia de la salvación.
• “También éste es hijo de Abrahán”.  Según el mismo evangelio de Lucas, Jesús había dicho que, después de su muerte, el pobre Lázaro fue acogido en la compañía de Abrahán (Lc 16,22). Ahora se dice que, después de su conversión, también el rico Zaqueo pertence a la familia espiritual de Abrahán.
• “El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. Evocando una oveja, una moneda y un hijo que se va de casa, este evangelio de Lucas ha recogido las tres parábolas de las pérdidas y la búsqueda, el hallazgo y la alegría (Lc 15). Es claro que la búsqueda del hombre, que se había perdido resume la misión misma de Jesús.

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