Bautizado y Revelado Mc 1,7-11 (NAVB-21)

 “Mirad a mi siervo a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones… La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará”. Dios ha elegido a ese personaje, que ha recibido el Espíritu de Dios para dar la vista a los ciegos y liberar a los cautivos  (Is 42,1-4. 6-7).

Quebrar en público una caña y apagar la mecha de un cirio eran gestos que daban cuenta de la aplicación de una pena de muerte. Pero el elegido del Señor será mensajero de misericordia y de justicia. Con razón, el salmo responsorial nos invita a proclamar que “el Señor bendice a su pueblo con la paz” (Sal 28).

En el discurso que recoge el libro de los Hechos de los Apóstoles, Pedro recuerda que, después de que Juan predicara el bautismo, Jesús inició su misión en Galilea. Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, Jesús pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos, porque Dios estaba con él (Hech 10,34-38). 

LA BAJADA AL JORDÁN

El Jordán es un río, pero es también un mensaje. En el evangelio que se proclama en esta fiesta, La imagen del Jordán nos lleva a evocar algunos momentos importantes de la historia de Israel.

• Jesús se acercó al Jordán, como en otros tiempos había llegado Josué al frente del pueblo que le había sido encomendado. También Jesús había de introducir a su pueblo en la tierra de la verdadera libertad.

• Al Jordán y sus alrededores llegó Elías al recibir la  misión de defender la causa del mismo Dios y regresó para clausurar su camino y ser arrebatado a la gloria. En el Jordán se revelaba también la misión de Jesús.

• Jesús bajó al Jordán, como en otro tiempo había bajado el leproso Naamán. Pero Jesús no llegaba para curarse de una enfermedad sino para purificar las aguas que habían de limpiarnos de nuestras manchas.

 Así pues, el Bautismo es el momento de la revelación de Jesús y de la misión que le ha sido confiada en el mundo.

LA VISTA Y EL OÍDO

  El texto evangélico juega con los sentidos de la vista y el oído. Dos alusiones que nos llevan a recordar a otros dos personajes de la memoria de Israel.

Al salir de las aguas, Jesús ve rasgarse el cielo y al Espíritu Santo bajar hacia él “como una paloma”. La paloma  que baja sobre él recuerda la otra paloma que indicó a Noé el fin del diluvio. Jesús es la tierra firme de la nueva humanidad. La tierra de la esperanza y de la vida.

Además, tras el bautismo de Jesús en las aguas del Jordán, se puede escuchar una voz del cielo que lo reconoce como aquel misterioso Siervo del Señor en el que Dios decía complacerse  (Mc 1,11).  

• Como el Siervo del Señor, Jesús ha sido elegido por el mismo Dios y ha sido enviado como un profeta en el que Dios se complace. 

• Como el Siervo del Señor también Jesús habrá de afrontar el dolor y las torturas, sabiendo que salvará a sus hermanos.

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