La Palabra es luz para las gentes Mt 4,12-23 (TOA3-23) por JR Flecha

“El Señor ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles”. Según Isaías Dios invita a caminar en la luz al pueblo que caminaba en tinieblas (Is 9,1-4). Eso significa que Dios puede derramar su luz sobre una tierra considerada como un lugar pagano.

 Pero los que caminan en tinieblas no siempre son “los otros”, los de fuera, los lejanos. Hemos de reconocer que todos habitamos en una tierra de sombras. Y muchos de nosotros nos hemos habituado a vivir en las tinieblas. Sin embargo, esperamos que la luz brille en nuestra sociedad y en nuestra propia vida.

En la celebración de la eucaristía de hoy, el salmo responsorial nos exhorta a proclamar: “El Señor es mi luz y mi salvación” (Sal 26).  

Solo esa luz de lo alto puede lograr que no hagamos ineficaz la cruz de Cristo. Hoy también nosotros  tratamos de recoger ese deseo de san Pablo (1 Cor 1,17).

UNA TIERRA DE PAGANOS

En el evangelio que se proclama en este tercer domingo del tiempo ordinario se repite hasta cuatro veces la mención a Galilea (Mt 4,12-23). Los contemporáneos de Jesús la consideraban poblada por gentes inclinadas al paganismo.

Pues bien, después de haber sido bautizado por Juan en el Jordán, Jesús vuelve a esa región en la que se había criado. El evangelio de Mateo subraya que de esa forma se cumple lo que había anunciado el profeta Isaías. Ese pueblo ve una luz grande. De hecho, la palabra de Jesús se convierte en luz para las gentes.   

En Galilea, las gentes comentan que Jesús se expresa con una  autoridad que no era habitual. Además, su cercanía se manifiesta en la compasión con la que acoge a todos los que sufren. “Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo”.

DOS INVITACIONES DEL MAESTRO

El relato evangélico recoge dos de las frases que caracterizan el paso de Jesús por Galilea. Una se dirige a toda la gente y la otra a unos pocos elegidos. 

• “Convertíos porque está cerca el reino de los cielos”. Estas palabras de Jesús no son una amenaza a los paganos o a los que viven al modo de los paganos. Son una exhortación para que todos se incorporen gozosa y activamente a la gran novedad y reciban la gracia que comporta la acogida al reino de Dios.

• “Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres”. Estas palabras  de Jesús no son un mandamiento. No implican una obligación. Son otra invitación a algunos pescadores del lago de Galilea para que descubran el nuevo horizonte de su vieja profesión. Es un honor colaborar con el Maestro que difunde la luz y la verdad.

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