La voluntad de Dios humaniza Mc 7,1-23 (TOB22-24)

1. El evangelio, después de cinco domingos en que hemos estado guiados por Jn 6, retoma la lectura continua del segundo evangelio. El tema es la oposición entre mandamientos de Dios y tradiciones humanas. La cuestión es muy importante para definir la verdadera religión, como se ha puesto de manifiesto en la carta de Santiago. El pasaje se refiere a la pregunta que los fariseos (cumplidores estrictos de la tradiciones de los padres) plantean a Jesús, porque algunos seguidores suyos no se lavan las manos antes de comer. La verdad es que esta es una buena tradición sanitaria, pero convertida en precepto religioso, como otras, puede llegar a ser alarmante. Es el conflicto entre lo esencial y lo que no lo es; entre lo que es voluntad de Dios y lo que es voluntad de los hombres en situaciones religiosas y sociales distintas.

2. Este conjunto de Mc 7,1-23 es bastante complejo y apunta claramente a una redacción y unificación de tradiciones distintas: unas del tiempo de Jesús y otras posteriores. Son dos cuestiones las que se plantean: 1) la fidelidad a las tradiciones antiguas; 2) el lavarse las manos. En realidad es lo primero más importante que lo segundo. El ejemplo que mejor viene al caso es el de Qorbán (vv.9-13): el voto que se hace a Dios de una cosa, por medio del culto, lo cual ya es sagrado e intocable, si no irreemplazable. Si esto se aplica a algo necesario a los hombres, a necesidades humanas y perentorias, parece un “contra-dios” que nadie pueda dispensar de ello. Si alguien promete algo a Dios que nos ha de ser necesario para nosotros y los nuestros en tiempos posteriores no tendría sentido que se mantenga bajo la tradición del Qorbán. Los mismos rabinos discutían a fondo esta cuestión. La respuesta de Jesús pone de manifiesto la contradicción entre el Qorbán del culto y el Decálogo (voluntad de Dios), citando textos de la Ley: Ex 20,12;21,17;Dt5,16;Lv 20,9). Dios, el Dios de Jesús, no es un ser inhumano que quiera para sí algo necesario a los hombres. Dios no necesita nada de esas cosas que se ponen bajo imperativos tradicionales. La religión puede ser una fábrica inhumana de lo que Dios no quiere, pero si lo quieren los que reemplazan la voluntad de Dios para imponer la suya.

3. Los mandamientos de Dios hay que amarlos, porque los verdaderos mandamientos de Dios son los que liberan nuestras conciencias oprimidas. Pero toda religión que no lleva consigo una dimensión de felicidad, liberadora, de equilibrio, no podrá prevalecer. Si la religión, de alguna manera, nos ofrece una imagen de Dios, y si en ella no aparece el Dios salvador, entonces los hombres no podrán buscar a ese Dios con todo el corazón y con toda el alma. La especulación de adjudicar cosas que se presentan como de Dios, cuando responden a intereses humanos de clases, de ghettos, es todo un reto para discernir la cuestión que se plantea en el evangelio de hoy. Esta es una constante cuando la religión no es bien comprendida. Jesús lo deja claro: lo que mancha es lo que sale de un corazón pervertido, egoísta y absurdo. La verdadera religión nace de un corazón abierto y misericordioso con todos los hermanos.

Eucaristía y Vida Jn 6,60-69 (TOB21-24)

1. El evangelio del día es la última parte del capítulo sobre el pan de vida y la eucaristía. Como momento culminante, y ante las afirmaciones tan rotundas de la teología joánica sobre Jesús y la eucaristía, la polémica está servida ante los oyentes que no aceptan que Jesús pueda dar la vida eterna. Se habla, incluso, de discípulos que, escandalizados, abandonan a Jesús. Deberíamos entender, a su vez, que abandonan la comunidad que defendía esa forma de comunicación tan íntima de la vida del Señor resucitado. Pero la eucaristía es solamente un anticipo, no es toda la realidad de lo que nos espera en la comunión con la vida de Cristo. Por ello se recurre al símil del Hijo del hombre que ha de ser glorificado, como nosotros hemos de ser resucitados.

2. Ahora, el autor o los autores, se permite una contradicción con las afirmaciones anteriores de la “carne”: “el Espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada”. Nunca se han podido explicar bien estas palabras en todo el contexto del discurso de pan de vida, donde la identidad “carne” es el equivalente a la vida concreta que vivimos en este mundo. Es la historia del Hijo del hombre, de Jesús, en este mundo. ¿Por qué ahora se descarta en el texto? Porque en este final del discurso se carga el horizonte de acentos escatológicos, de aquello que apunta a la vida después de la muerte, a la resurrección y la vida eterna. Y la vida eterna, la de la resurrección, no es como vivir en este mundo y en esta historia. Tiene que ser algo nuevo y “recreado”. Es una afirmación muy en la línea de 1Cor 15,50: “la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los cielos”.

3. Este es uno de los grandes valores de la eucaristía cristiana y en este caso de la teología joánica. La Eucaristía no se celebra desde la memoria del pasado solamente: la muerte de Jesús en la cruz. Es también un sacramento escatológico que adelanta la vida que no espera tras la muerte. Esto es lo admirable de la eucaristía. Jesús, pues, les pide a sus discípulos, a los que le quedan, si están dispuestos a llegar hasta el final, a estar con El siempre, más allá de esta vida. E incluso les da la oportunidad de poderse marchar libremente. Las palabras de Pedro, que son una confesión de fe en toda regla, descubren la verdadera respuesta cristiana: ¿A dónde iremos? ¡Tú tienes palabras de vida eterna! Todo esto acontece en la eucaristía cuando se celebra como mímesis real y verdadera de lo que Jesús quiere entregar a los suyos, por ello es un pacto de vida eterna.

El libro de los porqués

Este libro, obra de uno de los iconos más universales de la literatura infantil, reúne un sinfín de preguntas y respuestas formuladas con la curiosidad propia de la alegre e imprevisible mirada infantil.

El Libro de los porqués fue publicado en 1984 por Editori Riuniti y recoge parte de los textos de las columnas El libro de los porqués y El correo de los porqués, que Rodari escribió entre 1955 y 1958 en el periódico l'Unità de Milán y Roma.

Las vivacísimas ilustraciones de Ana Zurita hacen de esta nueva edición un extraordinario y muy actual laboratorio de la fantasía.

¿Por qué la luna no se cae y las estrellas tienen nombre? ¿Por qué el agua es incolora y el cielo es azul? ¿Por qué soñamos, reímos o nos ponemos pálidos de miedo? ¿Por qué tiene trompa el elefante o traen buena suerte las arañas? ¿Por qué el violín tiene solo cuatro cuerdas?

A estas y a otras preguntas da respuesta Gianni Rodari con sus originales e ingeniosos poemas, pequeñas historias y alegres canciones, como si se tratara de un juego infantil, regido por las reglas de la curiosidad, el humor y la esperanza.

"Todo tiene un porqué, solo tienes que preguntarme y te responderé", Gianni Rodari


Autora Ana Zurita
Editorial Anaya
ISBN 978-84-143-4047-9
176páginas
Precio 18 euros

La comunión de vida con el Hijo Jn 6,51-58 (TOB20-24)

1. El evangelio de Juan lleva a su punto culminante del discurso del pan de vida, porque aparecen con un realismo indiscutible los elementos sacramentales de la eucaristía. Es, probablemente, el texto más explícito sobre este sacramento que se practicaba en la comunidad, por el que probablemente eran criticados los cristianos. Juan no nos describe la institución de la eucaristía en la última cena; por ello, los especialistas han visto aquí el momento elegido por el evangelista para poner de manifiesto sus ideas teológicas sobre este sacramento que hace a la comunidad. En este momento se usa el verbo “trogein” (comer; en el tema del maná, en los versículos anteriores, se ha usado el verbo fagein) que tiene un verdadero sentido sacramental, ya que comer “la carne” y beber “la sangre” no pueden hacerlo los humanos (está prohibido cf Lv 17,10) más que en sentido simbólico-sacramental. El valor semítico del la palabra “carne” sirve para designar la condición humana, la vida humana, del Hijo del Dios.

2. Nos encontramos ante la radicalización del discurso de Cafarnaún: la carne, en este caso es lo mismo que el cuerpo, y el cuerpo representa a la persona y la historia misma de Jesús que se ha sacrificado y entregado por “el mundo”. El autor nos pone frente al sacrificio redentor de la cruz, sin mencionarlo directamente, más que por medio de “dar” o “entregar”. El sentido del “comer” al Hijo del hombre es una expresión de muchos quilates que apunta a poseer su vida, su palabra, sus opciones, sus sentimientos filiales. Este es el desarrollo lógico y teológico de todo lo anterior, aunque bien ha podido ser añadido en un segundo momento de la reflexión de este evangelio, que no se ha compuesto de una sola vez.

3. Es una comunión con su vida, esa vida que entrega por todos los hombres y que en la eucaristía vuelve a entregar como el resucitado. Si El Hijo vive por el Padre que le entrega su vida, nosotros vivimos por Jesús que nos entrega la que ha recibido. Es todo, pues, un misterio de donación el que acontece en la realización de la eucaristía. De ahí que sea el sacramento que nos va resucitando día a día, para que la muerte no sea nuestro destino, sino que nuestra meta es tener la vida que Jesús posee ahora como Señor de la muerte. Ahí reside la sabiduría del misterio de la eucaristía en la comunidad: ser una donación sin medida. En Juan este discurso está en sintonía con el mismo misterio de la Encarnación. Es posible que muchas expresiones muestren un “realismo” exagerado para explicar lo que siendo real, se lleva a cabo de forma sacramental. Porque es real la donación de la vida

Fray Miguel de Burgos Núñez
https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/18-8-2024/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/

Proclama mi alma la grandeza del Señor Lc 1, 39-56 (Asunción de la bienaventurada Virgen María)

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

         María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»  María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

REFLEXIÓN

Hoy celebramos los cristianos la fiesta de la Virgen, nuestra Madre, que va al cielo, en cuerpo y alma. Veamos estos tres aspectos. La fiesta de la madre. Su llegada al cielo. En cuerpo y alma.

 1.- La fiesta de la madre. Madre y fiesta son dos palabras que siempre deben ir unidas. ¿Acaso puede haber fiesta sin estar la madre? Las bodas de Caná son en el evangelio de Juan el símbolo de la alegría y de la fiesta. ¿Y qué nos dice el evangelio? Allí estaba María, la madre de Jesús. La madre era una de la fiesta. La madre es la fiesta de  la vida. Cuando los comerciantes ponen “el día de la madre” no nos consultan a los hijos. Para los hijos la madre no ocupa un día del año sino todos los días. Todo lo que decimos de la madre de la tierra lo afirmamos con  más fuerza todavía de la madre del cielo. Jesús, como Dios nunca había tenido esa experiencia tan maravillosa. Por eso, antes de morir, nos dejó a su propia madre por madre nuestra para que en este mundo ya no hubiera ninguna persona huérfana.

2.- Y la llevó con Él al cielo. ¿Qué significa el cielo? Dice la Biblia que allí ya no habrá ningún sufrimiento. “Enjugará las lágrimas de los ojos, y no habrá llanto, ni dolor, ni muerte” (Ap. 21,5). La madre del cielo ya no puede sufrir. Bastante ha sufrido  durante la vida. Es verdad que todos en esta vida estamos en un valle de lágrimas. Pero las madres tienen un sufrimiento añadido y que viene expresado en esa imagen de la 1ª lectura: Ahí aparece una mujer embarazada, a punto de dar a luz, que grita con dolores de parto. ¿Acaso grita por el sufrimiento físico? No. Es por lo que ve: un enorme dragón que se va a tragar al niño apenas va a nacer. El dolor de la madre es el sufrimiento por el hijo. Y yo diría que es  el dolor del “presentimiento”. María sabía que una espada le iba a traspasar el alma… y vivió toda la vida con el alma en vilo. Como las madres de ahora. Con el alma en vilo en cada fin de semana. Cuando se van los hijos por las noches y ellas se quedan en casa, se preguntan: ¿Vendrá mi hijo a casa o se quedará en la cuneta de alguna carretera? ¿Me lo traerán vivo o me lo traerán muerto? Es la espada del presentimiento.  Pienso que las madres, por aquello que han tenido en la vida un sufrimiento añadido, también tendrán con María, la Madre de Jesús, un cielo añadido, un lugar muy cerca de María compartiendo sus propias experiencias.

 3.– Y la llevó en cuerpo y alma. Debido a la filosofía de Platón…donde lo importante es el alma y lo que debemos hacer es liberarla del cuerpo que es como una cárcel… los cristianos hemos pensado también en estos términos. Santa Teresa habla de esta vida como “una mala noche en una mala posada”. Y, naturalmente, la mala posada  es el cuerpo, que es como una cárcel del alma.  Pero la filosofía bíblica que conecta con la sensibilidad del hombre actual es que cuerpo y alma van juntos y no se pueden separar. Si el hombre es cuerpo y alma no puede haber felicidad completa con el alma sola. Sería una felicidad de  “almas cándidas”… La Asunción  de la Virgen nos dice que ella es feliz porque está en el cielo en cuerpo y alma. Y ella es modelo y primicia  para todos nosotros. Lo que le ha sucedido a ella, nos sucederá a nosotros.  Entonces, en el cielo, nos podremos ver, nos podremos comunicar, nos podremos abrazar…Y, por supuesto, en el cielo veremos a la Virgen nuestra madre, en cuerpo y alma: la oiremos, le abrazaremos.

Fuente: https://www.iglesiaenaragon.com/asuncion-de-ntra-sra-15-de-agosto-de-2024

San Maximiliano Kolbe, franciscano mártir del siglo XX (14 agosto)


Fuente: dibujosparacatequesis

 Nacido en Polonia en 1894, destacó desde niño por su espíritu inquieto y su afán de conocer. En su hogar aprendió el amor a la Virgen María y con 13 años ingresó en el Seminario de los padres franciscanos de los que nunca se separó, siendo ordenado sacerdote en 1918. Entregó su corazón a Cristo y ello le llevó a amar toda la realidad. Fue un apasionado de las artes, las ciencias, los avances tecnológicos, el periodismo y los inventos. En 1922 funda su primer convento, Niepokalanow, que se convirtió en toda una ciudad dedicada a la Inmaculada, con escuelas, teatros, talleres e incluso un complejo editorial donde se imprimían miles de ejemplares de ocho revistas diferentes.

Cuando el Papa solicitó el envío de misioneros a Japón, se ofreció voluntario, a pesar de que su salud siempre fue frágil, fundando otro “convento-ciudad”. En 1936, su estado físico empeora y regresa a su país. Tres años más tarde, Polonia sufre la invasión alemana y los nazis bombardean Niepokalanov, deportando a los frailes a los campos de concentración. A pesar de ser liberados a los tres meses, el padre Kolbe figuraba en la lista negra de la policía secreta: era sacerdote, su cultura y prestigio le habían conferido una gran influencia, daba asilo a judíos y seguía publicando un periódico patriota y católico. Así pues, el 17 de febrero de 1941 la Gestapo detiene al padre Maximiliano Kolbe, que es trasladado al campo de concentración de Auschwitz.

Ese mismo verano, el 3 de agosto, uno de los reclusos de su bloque escapa. Todos saben cuáles son las consecuencias: por cada evadido, diez de sus compañeros de trabajo, escogidos al azar, serán condenados a morir de hambre en el búnker de la muerte. Uno de los seleccionados grita: “Ay, ¿qué será de mi esposa y de mis hijos?”. En ese momento, el padre Kolbe se ofrece para ocupar su lugar y, sorprendentemente, el comandante acepta el intercambio.

La muerte de Kolbe es más conocida que su vida, pero sin su vida no se puede entender su muerte ni la libertad de su ofrecimiento. Kolbe era un hombre libre en medio del horror de Auschwitz porque su corazón está lleno de la verdadera alegría, cierto de que Dios no ha abandonado al hombre sino que le ama hasta el ofrecimiento de la propia vida. Murió el 14 de agosto, día en que se celebra su fiesta.

El padre Kolbe fue canonizado en 1982 por Juan Pablo II, que pronunció estas palabras en la homilía de su canonización: “Venced el odio con el poder fascinante del amor. Venced la enemistad con la fuerza del perdón”.

La inteligencia religiosa


Tras varios años como profesor de diferentes asignaturas en una universidad católica, el autor se pregunta: ¿qué ofrece de diferente una formación católica sobre los contenidos que él imparte de otra que no lo sea? Esa diferencia ¿aporta algún valor o lo reduce? ¿Existe un modo propiamente católico de abordar cualquier saber? Y si ese modo es posible, ¿sería extrapolable a otros contenidos de aprendizaje, ya sea una asignatura escolar o la educación de los hijos? En definitiva, ¿qué tiene de diferente la educación católica de otra que no lo sea? ¿Existe una inteligencia religiosa, al igual que existe una inteligencia racional, emocional o estética?
La afirmación que encontrará el lector en estas páginas está muy lejos de las respuestas habituales: la educación católica ofrece una forma de pensar que permite conocer la realidad de una manera mucho más completa, plena y significativa. Este método es definido como inteligencia religiosa, y es necesario, pues amplía la visión desde la que se aporta cualquier saber.
Este libro presenta, en un primer bloque, los principios en los que se fundamenta la inteligencia religiosa, y en un segundo bloque la docencia universitaria católica desde la experiencia del propio autor. Lo que se busca es estimular una manera propia de pensar, una manera religiosa de interpretar la realidad, y cómo educar en esa manera de interpretar para que esta sea válida en la vida.

Autor: Guillermo Gómez-Ferrer Lozano
Editorial PPC
ISBN 978-84-288-3395-0
112 páginas
Precio 15,20 euros

“Yo soy” el pan de vida Jn 6,41-51(TOB19-24)

1. El contraste entre la Ley del AT y la persona de Jesús es una constante en el evangelio de Juan. Frente a la Ley y su mundo, y especialmente frente a la interpretación y manipulación que hacían los judíos, el evangelio propone a Jesús como verdadera “verdad” de la vida. Por eso mismo, los autores de San Juan se inspiran en la Sabiduría divina a la hora de interpretar el AT y de lo que Jesús ha venido hacer como Palabra encarnada. En el AT se hablaba de la Sabiduría divina que habría de venir a este mundo (cf Pro 1,20ss; 8; 9,1ss; Eclo 24,3ss.22ss; Sab 7,22-8,8; 9,10.17) como Palabra para iluminar en enseñar la forma de llevar a cabo el proyecto salvífico de Dios. Por eso mismo, en este discurso de Jn 6 se tienen muy en cuenta estas tradiciones sapienciales como de más alto valor que el mismo cumplimiento de los preceptos de la Ley. Y en Jn 6 se está pensando que Jesús, la Palabra encarnada, es la realización de ese proyecto sapiencial de Dios.

2. El evangelio de hoy nos introduce en un segundo momento del discurso del pan de vida. Como es lógico, Juan está discutiendo con los «judíos» que no aceptan el cristianismo, y el evangelista les propone las diferencias que existen, no solamente ideológicas, sino también prácticas. Su cristología pone de manifiesto quién fue Jesús: un hombre de Galilea, de Nazaret, hijo de José según se creía ¿cómo puede venir del cielo? Es la misma oposición que Jesús encuentra cuando fue a Nazaret y sus paisanos no lo aceptaron (Mc 6,1ss). Las protestas de los oyentes le da ocasión al Jesús joánico, no de responder directamente a las objeciones, sino de profundizar más en el significado del pan de vida (que al final se definirá como la eucaristía). Pero ahí aparece una de las fórmulas teológicas joánicas de más densidad: yo soy el pan de vida. Y así, el discurso sapiencial se hace discurso eucarístico.

3. La presencia personal de Jesús en la eucaristía, pues, es la forma de ir a Jesús, de vivir con El y de El, y que nos resucite en el último día. El pan de vida nos alimenta, pues, de la vida que Jesús tiene ahora, que es una vida donde ya no cabe la muerte. Y aunque se use una terminología que nos parece inadecuada, como la carne, la «carne» representa toda la historia de Jesús, una historia de amor entregada por nosotros. Y es en esa historia donde Dios se ha mostrado al hombre y les ha entregado todo lo que tiene. Por eso Jesús es el pan de vida. Harían falta muchas más páginas para poder exponer todo lo que el texto del evangelio de hoy proclama como “discurso de revelación”. El pan de vida, hace vivir. Esta es la consecuencia lógica. Casi todos los autores reconocen que estamos ya ante la parte eucarística de Jn 6.

4. Aparece aquí, además, uno de los puntos más discutidos de la teología joánica: la escatología, que es presentista y futura a la vez. La vida ya se da, ya se ha adelantado para los que escuchan y “comen” la “carne” (participación eucarística”). Pero se dice, a la vez, que será “en el último día”. Esto ha traído de cabeza a muchos a la hora de definir qué criterios escatológicos se usan. Pero podemos, simplificando, proponiendo una cosa que es muy importante. La vida que se nos da en la eucaristía como participación en la vida, muerte y resurrección de Jesús no es un simulacro de vida eterna, sino un adelanto real y verdadero. Nosotros no podemos gustarla en toda su radicalidad por muchas circunstancias de nuestra vida histórica. La eucaristía, como presencia de la vida nueva que Jesús tiene como resucitado, es un adelanto sacramental en la vida eterna. Tendremos que pasar por la muerte biológica, pero, desde la fe, consideramos que esta muerte es el paso a la vida eterna. Y en la eucaristía se puede “gustar” este misterio.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Fuente: https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/11-8-2024/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/

Religión para pequeños


Para descubrir la importancia de las enseñanzas de las religión en los más pequeños.

La clase de Religión, desde los momentos de la infancia, ilumina y enriquece a la sociedad, convirtiendo a su institución educativa en un gran pulmón de la humanidad que permite respirar con más fuerza y de manera más saludable, aun en tiempos en los que la atmósfera aparece enrarecida. La religión ofrece salud al sistema educativo al dotarlo de verdad. Permite que el niño se desarrolle en plenitud y aspire a lo natural y a lo sobrenatural, engrandeciendo sus aspiraciones y sus compromisos. Este sueño no es posible sin un aspecto sistemático que evite el oportunismo y la anarquía. La didáctica fundamenta esta acción educativa, ofreciendo a la vez teoría y práctica, que ayudan a reflexionar sobre la razón y el modo del trabajo en el aula con los más pequeños.
Autora María Eugenia Gómez Sierra
Editorial PPC
ISBN 978-84-288-2592-4
208 Páginas
Precio: 12 euros

El pan de vida frente a la ley Jn 6,24-35 (TOB17-24)

1. El evangelio de Juan nos lleva de la mano hasta la ciudad de Cafarnaúm a donde Juan quiere traernos después de la multiplicación de los panes, cuando Jesús huye de los que quieren hacerle rey evitando un mesianismo político. Todo es, no obstante, un marco bien adecuado para un gran discurso, una penetrante catequesis sobre el pan de vida, en la que confluirán elementos sapienciales y eucarísticos. Este discurso es de tal densidad teológica, que se necesita ir paso a paso para poder asumirlo con sentido. Jesús no quiere que le busquen como a un simple hacedor de milagros, como si se hubieran saciado de un pan que perece. Jesús hacía aquellas cosas extraordinarios como signos que apuntaban a un alimento de la vida de orden sobrenatural. De hecho, en el relato se dice que Moisés les dio a los israelitas en el desierto pan, por eso lo consideran grande; esa era la idea que se tenía. Jesús quiere ir más allá, y aclara que no fue Moisés, sino Dios, que es quien tiene cuidado de nuestra vida.

2.Aunque el pan que sustenta nuestra vida es necesario, hay otro pan, otro alimento, que se hace eterno para nosotros. Juan, por su parte, quiere ir a lo cristológico, bajo la figura del Hijo del hombre. Los rabinos consideraban que el maná era el signo de la Ley y ésta, pues, el pan de vida; el evangelista combate dicho simbolismo en cuanto el maná es un alimento que perece (como lo hace notar el texto de Ex 16,20) y, por la misma razón, en esta oposición entre Jesús y la Ley, se pone de manifiesto que la ley es un don que perece para dar paso a algo que permanece para siempre. Jesús es el verdadero pan de vida que Dios nos ha dado para dar sentido a nuestra existencia. El pan de vida desciende del cielo, viene de Dios, alimenta una dimensión germinal de la vida que nunca se puede descuidar. La revelación joánica de Jesús: “yo soy” (ego eimi) es para escuchar a Jesús y creer en El, ya que ello, en oposición a la Ley, nos trae el sentido de la vida eterna.

3. El discurso refleja toda la entraña polémica de la escuela o la comunidad joánica. No estamos ante un discurso estético o simplemente literario. Ya vimos el domingo pasado que el relato de la multiplicación de los panes era la “excusa” del autor o los autores del evangelio de Juan para este discurso de hoy que llevará a una de las crisis en el entorno del mismo Jesús (y según la interpretación de la escuela joánica). Estamos, sin duda, ante un discurso que todavía es “sapiencial” para acabar siendo “eucarístico” a todos los efectos como reconocen los grandes intérpretes (Jn 6,53-58). Diríamos que en esta parte del discurso de Jn 6 se nos está hablando del “pan de la verdad”, que es la palabra de Jesús en oposición a la Ley como fuente de verdad y de vida para los judíos. Antes, pues, de pasar a hablarnos del pan de la vida, se nos están introduciendo en todo ello, por medio del signo y la significación del maná, del pan de la verdad. Y el pan de la verdad nos ha venido, de parte de Dios, por medio de Jesús que nos ha revelado la fuente y el misterio de Dios, del misterio de la vida.

Fuente: https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/4-8-2024/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/