Jornaleros para la viña (25TO-A)

“Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos”. Así dice el Señor en un oráculo que hoy se nos proclama al leer el libro de Isaías (Is 55,8). Esta revelación nos dice que los sentimientos de Dios no pueden ser homologados con los sentimientos humanos. Dios no es una mera proyección del anhelo o del capricho humano. Pero la frase es también una interpelación. De hecho, con ella el profeta acusa a su pueblo de vivir de una forma que no se corresponde con la imagen del Dios al que dice seguir. Cada uno de los que se proclaman creyentes trata de vivir ignorando la voluntad de Dios, Y, en consecuencia, la vida social se ha deshumanizado. Con todo, el texto profético no se cierra en la acusación, sino que incluye una exhortación abierta a la esperanza: “Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca”. La búsqueda y la invocación de Dios evocan dos actitudes religiosas, inseparables y complementarias.

LOS MÉRITOS
El evangelio que hoy se proclama parece hacerse eco de esa diversidad de Dios que ya subrayaba el profeta. El mensaje se incluye en la primera de las tres parábolas sobre las viñas que se nos proponen en este tiempo del año litúrgico. La de los jornaleros que son contratados y enviados a trabajar a diversas horas del día (Mt 20, 1-16). Al leer este texto evangélico algunos miran al pasado de la historia de la salvación. De hecho, ven en el propietario la imagen de Dios que desea contar con los hombres para llevar adelante su proyecto. Efectivamente, el hombre ha sido llamado a colaborar con Dios en el cuidado del mundo. Y ojalá lo haga con responsabilidad. Otros se fijan en el presente. Hacen una lectura social de la parábola. Y lamentan la situación de los que no encuentran trabajo, de los que no tienen voz en el concierto de la humanidad. Y tal vez descubren que estamos llamados a una solidaridad humana y a un urgente servicio al evangelio. En el plan de Dios hay trabajo para todos. Pero la parábola admite otra lectura religiosa. A veces se aplican a la comunidad de los creyentes los criterios de evaluación de un mundo basado en la producción y el consumo. Pero Dios es generoso y magnánimo. Como dice San Agustín, “al premiar nuestros méritos, corona sus propios dones”.

Y EL PREMIO
El propietario de la viña paga el mismo salario a los obreros de la primera hora y a los que fueron a la viña ya en la tarde. Y esto escandaliza a los que se creen más justos que Dios. Ese escándalo motiva la conclusión del relato. • “Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”. A los lectores primeros de este evangelio les escandalizaba que la Iglesia aceptara con el mismo amor a los que procedían del judaísmo y a los que llegaban del paganismo helenista. Los obreros de la primera hora eran monoteístas, mientras que los de la última hora venían del politeísmo. Pero el Dios de Jesús tenía los brazos abiertos a todos. • “Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”. La moral de los judíos se basaba en los mandamientos y en la predicación de los profetas. La moral de los griegos contaba con una variada reflexión filosófica, pero tenía delante la inmoralidad de los dioses. La predicación cristiana exhortaba a unos a la humildad y a los otros a la confianza en la misericordia de Dios. • “Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”. También en nuestro tiempo hay antiguas cristiandades, orgullosas de sus hermosos templos y sus profundos escritos. Y nuevas comunidades y movimientos, que suscitan recelos y suspicacias. A todos nos pide el Señor que juzguemos cada realidad a la luz de los planes de Dios, que no siempre son nuestros planes.

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