El buen pastor (PAB4-12) por JR -Flecha

El cuarto domingo de Pascua ofrece siempre a nuestra meditación la figura de Jesús como Buen Pastor, tomada del evangelio de Juan. A un mundo urbano no le sugiere nada. Pero es ésta una imagen que ya los cristianos de Roma pintaron con trazos rápidos e ingenuos sobre los sepulcros de las catacumbas.

Hoy vivimos en una especie de adolescencia prolongada. Queremos ser independientes y dejar que el instinto o el azar dirijan nuestros pasos. Pero esa pretensión de libertad es engañosa. No es libre quien hace lo que quiere, sino quien sabe dirigir sus pasos hacia unos valores realmente humanos y humanizadores.

Por todas partes percibimos la orfandad que atenaza la vida de muchas personas. Son muchos los que caminan por el mundo sin modelos de referencia. Y lo que es peor, sin la figura de una persona que se cuide de ellos. La imagen de Jesús como Pastor nos recuerda que no estamos solos en la vida. Somos importantes para Alguien.
LA ORIENTACIÓN
“Yo soy el buen Pastor”. No podemos olvidar esta primera frase del evangelio que hoy se proclama (Jn 10, 11). De hecho, es una buena orientación para nuestra fe, para nuestra conciencia de Iglesia y para nuestra oración.

• En primer lugar, orienta nuestra fe. Nos recuerda que, por un lado, Jesús conoce al Padre y es conocido por él. Y, por otro, conoce a sus seguidores y es conocidos por ellos. Así que la fe ha de ser concebida como una relación personal, que incluye el conocimiento mutuo y el amor mutuo.

• Además, ilumina nuestra conciencia de Iglesia. Nos enseña que nadie puede creer a solas y nadie puede caminar a solas. La referencia al Pastor nos ayuda a descubrir la comunidad eclesial. Y, de paso, a desconfiar del que no puede ser calificado como buen pastor. Sólo es buen pastor el que da la vida por sus ovejas.

• En tercer lugar, alimenta nuestra oración. El pueblo hebreo ha rezado durante siglos confesando humilde y gozosamente: “El Señor es mi Pastor, nada me falta”. El cristiano reza confiada y agradecidamente, sabiendo que, con la entrega de su vida, Jesús ha demostrado su amor a los que le siguen..
LA ESCUCHA
“Tengo además otras ovejas que no son de este redil; también a estas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo Pastor”. Con estas palabras, Jesús anuncia la dimensión universal de su misión. Y también la de su Iglesia.

• “Tengo además otras ovejas que no son de este redil”. La Iglesia sabe que en ella no se agota la verdad, ni la bondad, ni la belleza. Pero es enviada para anunciar que esos valores se encuentran reflejados para siempre en Jesucristo.

• “También a estas las tengo que traer”. Ni la Iglesia universal ni la última parroquia pueden encerrarse en sí mismas. La vocación a la universalidad impulsa a todos los cristianos a buscar y “reunir a todos los hijos de Dios dispersos”.

• “Escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo Pastor”. No es nuestra voz la que salva. Es la escucha del buen Pastor la que puede reunirnos en una comunidad de fe, de esperanza y de caridad.

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