NOVIEMBRE: Personajes bíblicos, fin del Año Litúrgico, fichas, manualidades, actividades, libros, humor, juegos, cómics, resúmenes, fichas, lecturas, videoclips, música... ***Si bien los materiales propios del blog están protegidos, su utilización ES LIBRE (aunque en ningún caso con fines lucrativos o comerciales) siempre que se conserve el diseño integral de las fichas o de las actividades así como la autoría o autorías compartidas expresadas en las mismas.
La Iglesia Católica SÍ está comprometida en España
Mi amiga Azucena me ha pasado esta presentación sencilla pero contundente sobre lo que aporta la Iglesia Católica en España. Aunque son datos que con más o menos tino ya manejamos, me he tomado la libertad de resumir en tres cifras los datos para que aquellos que claman contra nuestra Iglesia (y por extensión, contra nosotros) trabajen un poco su moderación y el respeto hacia una multitudinaria comunidad de personas que vivimos comprometidas con toda España. A ello pues:
1- El ahorro en EDUCACIÓN, SANIDAD Y OBRA SOCIAL (dispensarios, atención a transeúntes, drogadictos...) del que el Estado Español se beneficia gracias a la Iglesia Católica asciende a casi 25.000 MILLONES DE EUROS, puesto en las antiguas pesetas, serían más de 4 billones (sí, sí, con B)
2- La Iglesia y los cristianos de este país, además, invertimos 230 MILLONES DE EUROS a través de Cáritas, Manos Unidas y las Obras Misionales Pontificias.
3- El ahorro en conservación y mantenimiento del PATRIMONIO HITÓRICO ARTÍSTICO (del que disfrutamos propios y extraños) se estima en otros 32.000 MILLONES DE EUROS, como mínimo.
Más de 57.000 MILLONES DE EUROS y ello, sin entrar a valorar económicamente las horas que los voluntarios cristianos dedicamos a nuestra sociedad. Un dato de hoy mismo para comparar ya que se han presentado los Presupuestos Generales del Estado para 2013. El presupuesto de todos los Ministerios juntos ascenderá a 40.000 millones de Euros. Sin más palabras.
Un espíritu sin barreras (TOB26-12)
“Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor”. Con este hermoso deseo concluye el episodio que se lee como primera lectura en la eucaristía de este domingo (Núm 11, 25-29). Es un relato muy interesante. Por medio de la anécdota se transmiten varias ideas importantes.
En un primer acto se muestra la predilección de Dios por Moisés, al que ha llenado de su espíritu. Ahora bien, Dios aparta algo de ese espíritu y lo reparte entre setenta ancianos que, por en virtud de esa gracia, reciben el don de profetizar. También ellos se convierten en portavoces de la voluntad de Dios.
En un segundo acto, aparecen dos de los designados que se hallan fuera del campamento hebreo. Sin embargo, el espíritu los encuentra donde están, de modo que comienzan a profetizar como los demás. Cuando un joven trae a Moisés la noticia, Josué le sugiere a Moisés que les prohíba profetizar.
Y ahí se coloca la célebre frase de Moisés: “Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor”. Todo el relato revela la grandeza de Dios, las dificultades institucionales que tratan de limitar esa grandeza y la magnanimidad de Moisés que percibe la dimensión comunitaria y universal del espíritu de Dios.
EL SECTARISMO
También el evangelio recoge esa tentación que aparece con frecuencia en la comunidad cristiana. Algunos creyentes se creen con el monopolio del Espíritu de Dios. Piensan que sólo puede mostrarse en su grupo y a través de sus gestos y palabras. Y por una falsa fidelidad al Espíritu, lo niegan a los demás y terminan por poner barreras a Su acción.
Así lo cuenta el evangelio de hoy (Mc 9, 38-48). Juan cuenta a Jesús que han visto a uno que, en Su nombre, expulsa demonios, aunque no pertenece al grupo de los discípulos. Menos mal que éstos han tratado de prohibirle esa actividad. Es peligroso el espíritu de grupo, o de secta, que se considera elegido en exclusiva. ¿Qué hay detrás de esa actitud de Juan y sus compañeros?
En primer lugar hay una falsa idea del mismo Jesús al que siguen. No saben que Su santo nombre no es patrimonio de nadie. Además hay una tendencia malsana a considerar enemigos a los que no pertenecen al grupo. Y, finalmente, hay un resentimiento vengativo. Los que no pudieron expulsar el demonio del joven epiléptico (Mc 9,18), no toleran que “otro” que no va con ellos pueda realizar lo que ellos no lograron.
LA SENSIBILIDAD
¿Qué no daríamos por ver el rostro y la mirada de Jesús al descubrir en sus discípulos más íntimos estos gestos de exclusivismo? Con todo, el texto evangélico pone en boca de Jesús un mandato terminante y dos motivos que son criterios para la acción:
• “No se lo impidáis”. Los que siguen al Señor deben cultivar en sí mismo la sensibilidad para descubrir las señales del Espíritu, dondequiera que se presenten. El Espíritu de Dios no conoce fronteras. Impedir la acción del Espíritu significa no creer en Él.
• “Uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí”. Es verdad que la Iglesia ha sido llamada a confesar el Nombre del Señor. A rogar que ese Nombre sea santificado. Y a descubrir los lugares impensables donde ese Nombre hace prodigios.
• “El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. Es cierto que los discípulos del Señor han sido siempre hostigados. También ahora hay muchos que los persiguen. Pero hay también “ateos cristianos”, como se definía Oriana Falacci. Quien ama los valores del evangelio está contribuyendo de alguna forma a la misión del Mesías Jesús y de la Iglesia.
El cristianismo, primera religión en África
El cristianismo (46,53%) es la primera religión del continente africano seguida del Islam (40,46%) y las religiones africanas tradicionales (11,8%) según un estudio del Centro de Estudios sobre las Nuevas Religiones de la universidad marroquí de El Jadida. (leer más)
De nuevo por el camino (TOB25-12) por JR Flecha
“Acechemos al justo, que nos resulta incómodo”. Esas palabras se encuentran en el pasaje del libro de la Sabiduría que hoy se lee en la liturgia (Sap 2, 17-20). Son antiguas, pero podrían aplicarse a todos los tiempos y a todos los países. Al ponerlas en boca del impío, el texto subraya la fuerza que ejerce la presencia de los justos en una sociedad corrupta.
No es extraño que la persona honradas sea con frecuencia acusada, desprestigiada, alejada de su puesto de trabajo. El texto recoge tres acusaciones que dirigen contra ella los que la persiguen: “Se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada”.
Si bien se mira, esas son las razones o sinrazones con las que muchas veces se explica la muerte de los mártires. Algunos han muerto por negarse a renegar de Dios. Pero muchos otros han sido asesinados por defender la dignidad de las personas que estaban siendo atropelladas por los facinerosos de turno. Matando al profeta pretendían éstos anular la profecía.
LA DISCUSIÓN
Ya nos damos cuenta de que ese texto bíblico ha sido elegido hoy como introducción a las palabras con las que Jesús anuncia su propia suerte: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán, y después de muerto, a los tres días resucitará” (Mc 9, 31).
Este es el segundo de los tres anuncios de la Pasión. Marcos lo coloca después de la transfiguración de Jesús y la curación del joven epiléptico a la bajada del monte. Según el texto evangélico, Jesús es consciente de la suerte que le espera, mientras que sus discípulos no entienden de qué les habla. Es más, les da miedo preguntarle.
No entienden lo que Jesús trata de decirles. Pero tampoco han asumido el estilo de su vida. De hecho, mientras van por el camino, discuten quién de ellos es el más importante. La pregunta de Jesús trasciende aquel momento y se aplica a los discípulos de todos los tiempos. También a nosotros nos pregunta el Señor de qué discutimos mientras vamos “de camino”. Será muy triste si pasamos la vida discutiendo sobre nuestra propia importancia.
LA ACOGIDA
“El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado”. Ese es el gesto profético de Jesús antes las pretensiones de sus discípulos. Pero los gestos de los profetas siempre van acompañados por la palabra. Y aquí la palabra clave es “acoger”.
• Acoger a un niño. Ese es el signo de la gratuidad. El niño todavía no realiza un trabajo ni recibe un salario. No es “productivo”. Y, sin embargo es importante. Acoger a un niño significa reconocer la importancia del débil. Es decir del “in-útil”
• Acoger a Jesús. Él ha sido pobre y ha recorrido como un pobre los caminos del mundo. Acoger a Jesús, en su pobreza material, es la fuente de nuestra riqueza. Éñ pidió de beber a la Samaritana, pero podía dar un agua que salta hasta la vida eterna.
• Acoger al que le ha enviado. Jesús se sabe enviado por el Padre. Él es la imagen de Dios invisible. Acogerle es creer en él: en su mensaje y en su misión de salvación. Quien cree en el enviado cree también en el que lo envió.
Por el camino (TOB24-12) por JR Flecha
Hoy se lee en la liturgia un texto del libro de Isaías que nos lleva a recordar los días de la Semana Santa (Is 50, 5-9). Nos impresiona siempre escuchar ese tercer canto del Siervo de Dios: “Ofrecí la espalda a los que me apaleaban y la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos”.
En nuestra peripecia particular, todos hemos experimentado las espinas que siempre vienen mezcladas con las rosas. Pero bien recordamos que no hemos estado dispuestos a prestarnos a la burla, al desprecio o a las zancadillas de los demás. Nos hubiera parecido una vergonzosa renuncia a nuestra dignidad personal.
Seguramente, el secreto de esta actitud del Siervo de Dios se encuentra en el versículo siguiente: “El Señor me ayudaba, por eso no sentí los ultrajes”. La confianza en la cercanía y en la ayuda de Dios transforma totalmente el sufrimiento. No suprime de golpe las ofensas. Pero nos lleva a comprender el sentido que encierran.
LAS PREGUNTAS
El evangelio de hoy nos sitúa en la zona de las fuentes del Jordán (Mc 8, 27-35). A veces imaginamos a Jesús descansando a la sombra fresca que allí acoge al peregrino. Pero el texto incluye una frase en la que pocas veces reparamos: “Por el camino preguntó a sus discípulos”. Es en medio de la rutina de cada día cuando Jesús nos dirige sus dos preguntas.
- La primera pregunta parece fácil: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Para responder no hace falta fe. Basta con prestar atención al ambiente. En el momento actual, sobre Jesús se oyen las opiniones más dispares. Y hay cada vez más despreocupación e ignorancia. Hasta en los países de vieja cristiandad son muchos los que no saben quién es Jesús.
- La segunda pregunta nos interpela directamente: “Y vosotros, quién decís que soy?” La respuesta exige silencio y reflexión. Se trata de confesar la identidad de aquel en quien creemos. Pero con esa confesión se revela también la identidad del que dice creer. Al ver las reacciones de Pedro, entendemos que no basta con reconocer a Jesús como Mesías. Hay que aceptar su mesianismo como es, no como nosotros queremos que sea.
EL SEGUIMIENTO
“El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. El texto evangélico supone que hay una relación entre el que pregunta y quienes responden. La relación entre el Maestro y sus discípulos. Una relación que comporta tres decisiones muy serias y radicales:
• Negarse a sí mismo. No es fácil reconocer que uno tal vez no tiene siempre la razón, que se ha equivocado en el pasado y se equivoca en el presente. Ahora bien, el error puede ser casual e imprevisto. Jesús pide tener el valor de revisar los propios criterios y renunciar a ellos de forma radical.
• Cargar con la cruz. Ya la sola mención de la cruz nos pone nerviosos. La cruz era un instrumento de suplicio. Cargar con ella significaba reconocerse a sí mismo como un malhechor justamente condenado. Y compartir de alguna manera la suerte del Justo injustamente ajusticiado.
• Seguir al Señor. En el itinerario cristiano seguir al Señor significa en principio mirar a Jesús como Maestro de doctrina y como modelo de vida. En el texto evangélico se sugiere que seguir a Jesús es hacer nuestro su propio camino de entrega y de muerte. Justo lo que no quería aceptar Pedro después de haber confesado a Jesús como Mesías.
Los oídos y la lengua (TOB23-12) por JR Flecha
“Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará”. Estos versos cantan y anuncian la promesa de un futuro apenas imaginable. Lo imposible se hará posible. Y las utopías más increíbles se harán realidad.
Esas promesas y otras semejantes hoy se atribuyen a la ciencia y a la técnica. De hecho, el progreso se entiende precisamente como la superación de las deficiencias humanas. El buen funcionamiento de los sentidos es señal de salud y de juventud. Recuperar la vista, la audición o la palabra y caminar con agilidad son los milagros que hoy se esperan de la medicina.
Con esas promesas, el profeta Isaías anunciaba a su pueblo la liberación de la esclavitud que había padecido en Babilonia. Junto a la recuperación de los sentidos, anunciaba él que brotarían aguas en el desierto y que el páramo se convertiría en un estanque. Pero tampoco esos prodigios se atribuían a la técnica, sino a la acción del Señor (Is 35, 4-7).
LOS SENTIDOS Y EL SENTIDO
El evangelio que hoy se proclama parece recoger aquellas aspiraciones de siempre. Hasta Jesús traen un sordo que tiene grandes dificultades parar hablar correctamente. En Jesús encontrará la curación. El que es la Palabra de Dios capacita al hombre para oír las palabras humanas y para recobrar la capacidad de expresarse.
No sabemos si conocía a Jesús. De hecho son otros los que lo conducen hasta el Señor. Los que piden que le imponga las manos. El discapacitado depende de los demás. Pero Jesús lo aparta por un momento de la gente. El relato incluye una dialéctica interesante. Son los demás los que nos acercan al Señor, pero nuestra salvación depende sólo de Él.
El sordo balbuciente tiene muy limitada la capacidad de comunicación con los demás. Y esa discapacidad, limita sus posibilidades de disfrutar de la vida. Como han escrito los hermanos de la Comunidad de Bose, Jesús tiene que despertar sus “sentidos” para que él pueda redescubrir el “sentido” del vivir.
El evangelio no deja de señalar el modo de la curación. Jesús mete sus dedos en los oídos del sordo y con la saliva le toca la lengua. Son los gestos los que hacen inteligible la acción del Señor. Pero los gestos no lo dicen todo, si no van acompañados por la orden de Jesús: “Effetá”, esto es “ábrete”.
OÍR Y HABLAR
El relato evangélico concluye con un vibrante comentario: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. Ese es precisamente el eco que la acción de Jesús suscita en las gentes, asombradas al ver al sordo oír y hablar sin dificultad.
• Jesús hace oír a los sordos. En tierra de paganos Jesús cura a este sordo. El puede oír al Señor, mientras sus propios discípulos parecen sordos a sus mensaje. También hoy Él puede hacernos oír su Palabra. De ella depende la vida y la fe. Pero es preciso que nos acerquemos y nos dejemos tocar por Él.
• Jesús hace hablar a los mudos”. Tanto el que fue sordo como las gentes que lo contemplan se desatan en alabanzas del Señor. También hoy, quien ha escuchado con fe la palabra de Señor ha de anunciar su mensaje con diligencia y esperanza. El evangelizado ha de convertirse en evangelizador.
Laicismo y Religiosidad
Antes de comenzar las clases y como lectura de actualidad os propongo el libro que estoy acabando de leer. Ángel Gutiérrez Sanz (doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y ya catedrático jubilado que colabora con distintos medios digitales) nos presenta "Laicismo y nueva religiosidad" para reflexionar sobre la proliferación del primero y el nuevo camino de la segunda.
El laicismo es tratado desde tres planos diferente: el conceptual, histórico y social. Ante éste y la crisis religiosa actual, va apareciendo una Nueva Religiosidad que anima a contemplar el futuro religioso incierto desde la esperanza regeneradora de un cristianismo renovado que aspira a ser el interlocutor válido con el laicismo, el resto de las religiones y con la cultura en el sentido más amplio. Este es el proceso práctico de la obra.
Ediciones Mensajero, 2012. ISBN 978-84-271-3323-5
Precio: 12 euros.
IV Congreso Regional CyL de Profesores de Religión
El próximo mes de octubre, concretamente durante el viernes 19 y el sábado 20 se celebrará el IV congreso de profesores de religión de Castilla y León.
Es una oportunidad importante para la formación permanente, el compartir experiencias y motivaciones con todos los compañeros de la comunidad.
Os animo desde estas líneas a participar activamente en este acontecimiento.
No os dejéis condicionar por la cercanía o lejanía del lugar de vuestra residencia a Ciudad Rodrigo, sede del encuentro, porque merece la pena. Mi mujer y yo nos apuntamos.
Aquí os dejo el enlace para que accedáis a toda la información. (ir a congreso).
También colocaré un gadget lateral que sirva de enlace directo a la web oficial del Congreso.
¡ÁNIMAROS!
Criadas y señoras (The Help)
Acabo de ver esta película y ha sido una gozada.
"Criadas y señoras", dirigida por Taylor Tate y estrenada el pasado año (2011), nos sitúa en el sur estadounidense y en una época de cambios, el segundo tercio del siglo XX. El conflicto blancos-negros en medio del argumento y como hilo conductor la situación de las criadas (negras) con sus señoras (blancas).
Un muy buen tratamiento de las relaciones humanas y de los dramas y caretas que las enmascaran.
Son 137 minutos (de los que no sobra ninguno a mi modo de ver) cargados de una gran emotividad.
Está basada en la novela de Kathryn Stockett (Ed. Maeva, Madrid 2009) que ronda los 15 euros.
Os animo a disfrutar de ellas.
Preguntar por el bien y el mal (TOB21-12) por JR Flecha
No es normal que las gentes ya no se pregunten qué es el bien y que es el mal. Una sociedad así habría perdido la brújula. Sería una sociedad desorientada. La pregunta por lo que es bueno o malo nos ayuda a ser personas y a vivir en comunidad. A fin de cuentas, esa pregunta puede conducirnos a la felicidad.
Ahora bien, lo difícil es encontrar los criterios para marcar los límites del bien y del mal. En la historia de la moral cristiana se recuerda que una corriente de tono antropológico, representada por Santo Tomás, diría que una acción ha podido ser mandada porque, en realidad, era buena para el ser humano. Y lo contrario habría que decir del mal.
Pero otra corriente, que se sitúa en la línea del nominalismo radical, ha dado la vuelta al esquema. De hecho, afirma que una acción es buena precisamente por haber sido mandada u ordenada. En este caso, la prioridad se concede a la ley positiva antes que al ser mismo del hombre..
En la primera lectura de hoy, Dios no presenta sus mandamientos como una decisión arbitraria. En realidad, son la clave de la racionalidad y del buen sentido: “Estos mandatos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia”. (Deut 4,6).
NORMAS Y MANDAMIENTOS
Pero, a lo largo de los siglos, todos hemos encontrado mil artimañas para decidir por nuestra cuenta los límites del bien y del mal. Y para burlarnos de los mandamientos de Dios. Jesús lo dice en el evangelio que hoy se proclama: “Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres” (Mc 7,8).
La lectura del texto evangélico nos lleva a pensar solamente en los lavatorios y en las prácticas higiénicas. Pero los ejemplos pueden multiplicarse de forma sorprendente. De hecho, en muchas ocasiones ponemos nuestras propias normas y manías, nuestras costumbres y tradiciones por encima de los mandamientos del Señor.
Basta pensar en costumbres de nuestra familia, en tradiciones de nuestro pueblo o nuestro barrio, en refranes que parecen sabios y son inmorales, en estatutos anticuados de asociaciones y hermandades, en prácticas típicas de la religiosidad popular. Todo nos sirve como escudo para defendernos del doble mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
LO DE FUERA Y LO DE DENTRO
“Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”. Esta otra frase de Jesús se refiere todavía a los lavatorios. Pero también ella puede ser aplicada a todos los ámbitos de nuestra vida.
• “Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro”. No somos perfectos: eso es claro. Pero nos cuesta aceptar nuestra responsabilidad. Así que nos limitamos a descargarla sobre “lo de fuera”. La crisis, el gobierno, nuestra familia, la educación que nos dieron en el colegio, la jerarquía de la Iglesia. Todo ha contribuido a robarnos nuestra limpieza y transparencia. Todos tienen la culpa de nuestra maldad. Todos menos nosotros mismos.
• “Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”. Jesús nos invita a enfrentarnos con nuestra propia verdad. “Lo de dentro” es lo que nos mancha y oscurece. Es preciso revisar el fondo más tenebroso de nuestra conciencia. Y examinar la raíz de nuestros malos deseos, de nuestros prejuicios, de nuestras hipocresías. Ningún lavado superficial, ninguna acusación a los demás, ninguna proyección de nuestra iniquidad puede justificarnos.