NOVIEMBRE: Personajes bíblicos, fin del Año Litúrgico, fichas, manualidades, actividades, libros, humor, juegos, cómics, resúmenes, fichas, lecturas, videoclips, música... ***Si bien los materiales propios del blog están protegidos, su utilización ES LIBRE (aunque en ningún caso con fines lucrativos o comerciales) siempre que se conserve el diseño integral de las fichas o de las actividades así como la autoría o autorías compartidas expresadas en las mismas.
10 criterios para mejorar la convivencia en el aula
Se trata de un libro que en pocas páginas y a través de consejos y sugerencias sacadas de la práctica docente, quiere fomentar la convivencia en el aula. El desarrollo de las actividades de aprendizaje requiere un entorno de sosiego y, para asegurar una calma laboriosa, el profesor debe conocer y practicar habilidades de gestión de la convivencia.
Autor Jesús María Nieto
Editorial San Pablo
ISBN 9788490231272
92 páginas
Precio 6 euros
El Espíritu da vida Jn 6,60-69 (TOB21-15)
“Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a
dioses extranjeros!” Es conmovedor este grito de los dirigentes de Israel.
Según el libro de los Jueces, Josué reunió a las tribus de Israel y les planteó
el dilema mas importante de su historia: la elección de un Dios, y en
consecuencia el tipo de cultura que pretendían adoptar (Jos 24, 1-18).
Servir a los dioses a los que habían adorado sus
padres en Ur de Caldea o adorar a los dioses de los cananeos que habían encontrado
en la tierra prometida. Esa era la
cuestión. Había que situarse entre la memoria de un pasado remoto y la difícil
convivencia que ya se presentía para el futuro.
Pero Josué era el único que había vivido en Egipto,
había sido fiel a Moisés, y con Caleb había explorado la tierra prometida y
ofrecido esperanzas a su pueblo. Él había pasado el Mar Rojo y había atravesado
el Jordán. Era un testigo de la alianza y de la fidelidad de Dios. Y por eso dio
su testimonio: “ Yo y mi casa serviremos al Señor”.
Esa firmeza del jefe y la memoria de la liberacion
obrada por Dios son los grandes motivos que
llevan al pueblo a formular su propia confesión de fe: “¡Lejos de
nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es
nuestro Dios… También nosotros serviremos al Señor”.
EL PAN Y LA ENTREGA
También en el evangelio que hoy se
proclama, se evoca una tensión y una seria interpelación (Jn 6, 60-69). En el
discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, que sigue a la distribución de
los panes y de los peces, Jesús ha
escandalizado a “muchos” de sus discípulos. No pueden aceptar la idea de “comer la carne” del Hijo del hombre y
“beber su sangre”, para tener vida verdadera.
• El texto incluye una enseñanza de
Jesús sobre el fundamento último de la fe: “El espíritu es quien da vida, la
carne no sirve de nada”. Pero las palabras de Jesús son espíritu y vida. Quien
se aleja de Jesús es que no ha acogido de verdad esas palabras de vida. Esa
era, es y será siempre la tentación de los discípulos de Jesús.
• Nos impresiona la nota que añade el
evangelista: “Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a
entregar”. La frase que sigue tiene una clara conexión con lo anterior: “Por
eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”.
Creer en Jesús e ir a Él se identifican. Las dos decisiones son imposibles para
el hombre si no cuenta con la gracia del Padre.
• Quien no cree y no va a Jesús termina
alejándose de él. No olvidemos que no son los jefes de los judíos quienes lo
abandona. Son sus propios discípulos quienes se echan atrás y no vuelven a ir
con el Maestro, aunque Él los ha alimentado con el pan y les ha explicado el
sentido y el alcance de su entrega.
LA ALEGRÍA Y LA VIDA
Ante la deserción de “muchos
discípulos”, Jesús pregunta directamente a los doce apóstoles que Él ha elegido
personalmente: “¿También vosotros queréis marcharos?” Esa interpelación tiene
una dramática actualidad también en nuestros tiempos. Una vez más, la respuesta
de Pedro representa a toda la Iglesia.
• “Señor, ¿a quién vamos a acudir?”
Muchos cristianos piensan que por el hecho de creer están haciendo un gran
favor a Dios. No se dan cuenta de que en nada ni en nadie podrán hallar refugio
y ayuda si no es en el Señor.
• “Tú tienes palabras de vida eterna”.
Para el cristiano las palabras de Jesús son fuente de vida. Como ha escrito el
Papa Francico, “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de
los que se encuentran con Jesús”.
• “Nosotros creemos y sabemos que tú
eres el Santo consagrado por Dios”. Los cristianos hemos de estar dispuestos a
repetir esta confesión de fe en Jesucristo. Ese es nuestro testimonio. La fe
sólo se conserva cuando se anuncia y se comparte.
Las bienaventuranzas del educador
El autor del libro está convencido de que las Bienaventuranzas pueden constituir un horizonte y una dirección también para la misión educativa ya que las Bienaventuranzas son la gran "Carta Constitucional" del Cristianismo: hablan de una ya ahora feliz, que es crecimiento humano en plenitud, y de un todavía no, que será don de Dios.
Autor Pier Giordano Cabra
Editorial San Pablo
ISBN 9788490231685
124 páginas
Precio 15 euros
Carne y Sangre Jn 6,51-58 (TOB20-15)
“Venid a comer mi pan y a beber mi vino que he
mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia”.
Esta invitación y esas exhortaciones se ponen en la boca de la Sabiduría, que
ha preparado un banquete y ha puesto la mesa para todos (Sap 9, 1-6).
En
su exhortación apostólica “El sacramento
del amor”, el papa Benedicto XVI ha presentado la Eucaristía como el sacramento de la verdad, en cuanto
que “Cristo se convierte para nosotros en alimento de la Verdad” (SC 2).
Hemos de reconocer que, en un mundo movido por
la mentira, como ha escrito J. F. Revel,
el ser humano se siente desorientado. Ahora bien, el Papa dice que “Jesús nos enseña en el sacramento de la
Eucaristía la verdad del amor, que es la esencia misma de Dios. Ésta es la
verdad evangélica que interesa a cada hombre y a todo el hombre” (SC 2).
TENER
VIDA
En
el evangelio que hoy se proclama, continúa el discurso de Jesús en la sinagoga
de Cafarnaúm (Jn 6, 51-58). Con un realismo que escandalizó a sus oyentes,
Jesús advierte a los judíos: “Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del
hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”.
La
imagen es fuerte y subraya la necesaria asunción del mensaje, la vida y el
espíritu de Cristo. Como han escrito los hermanos de la Comunidad de Bose, “en
la Eucaristía, el cuerpo de Cristo viene al creyente no a través de un contacto
exterior o efímero, sino en el modo más íntimo y duradero posible: la
asimilación de un alimento”.
El
comer refleja al hombre en su ser necesitado, en su relación con la tierra y en
su relación con los demás. La comida expresa nuestra condición corpórea y
caduca. Somos seres indigentes. Necesitamos comer y beber para no morir. Pero
la entrega de Cristo como alimento y bebida da consistencia a nuestra vida y
preanuncia la plenitud de esa vida.
Con
razón escribe el mismo papa Benedicto XVI: “Todo hombre, para poder caminar en
la dirección correcta, necesita ser orientado hacia la meta final. Esta meta
última, en realidad, es el mismo Cristo Señor, vencedor del pecado y de la
muerte, que se nos hace presente de modo especial en la celebración
eucarística” (SC 30).
HABITAR
Todavía
antes de terminar el texto evangélico se nos ofrece otra frase inolvidable del
mismo discurso de Jesús: “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”.
• Habitar en Cristo significa poner nuestra morada en el hogar y
en la misión que le caracterizan. Eso exige participar de sus sentimientos y de
sus proyectos, de su obediencia al Padre y de su amor a los hombres.
• Reconocer que Cristo habita en nosotros significa acoger su
presencia en nuestra vida. Y exige
despojarnos de nuestros prejuicios y egoísmos y permitir que él tome el timón
para orientar nuestra navegación por el mar de la vida.
• La participación en la liturgia eucarística es un signo de esta
mutua inhabitación. Como afirma también Benedicto XVI, “participar en la acción
litúrgica, comulgar el Cuerpo y la Sangre de Cristo quiere decir, al mismo
tiempo, hacer cada vez más íntima y profunda la propia pertenencia a Él, que
murió por nosotros” (SC 76).
La familia, papel ayer y hoy
Este libro responde a una prgunta fundamental que todo el mundo se plantea hoy día: la familia, ¿es una institución del pasado que podemos modificar según nuestros sentimientos y mociones afectivas, o es una realidad que tiene una forma propia, respecto a la que se mide el carácter más o menos humanizante de la sociedad?
Autor Donati Pierpaolo
Editorial Biblioteca de Autores Cristianos
ISBN 9788422016397
328 páginas
Precio 16,50 euros
La fe y la vida Jn 6,41-51 (TOB19-15)
“Levántate, come, que el camino es superior a tus
fuerzas”. Con esas palabras el ángel del Señor trata de levantar el ánimo a
Elías. El profeta huía de la amenaza real que se cernía sobre él. Había
caminado ya durante una jornada por el desierto y se sentía tan desalentado y
temeroso que se deseaba la muerte.
Animado por aquella voz que lo despertaba una y otra
vez, “se levantó Elías, comió y bebió, y con la fuerza de aquel alimento caminó
cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios” (1 Re
19,4-8).
Esa es también nuestra historia, reflejada por
tantos elementos simbólicos, como el acecho del mal, la soledad del desierto,
los cuarenta días que reflejan la plenitud de la existencia, el ángel que
evidencia la presencia misericordiosa de Dios, el monte santo en el que Moisés
ha recibido la Ley del Señor, el anuncio de la justicia que se ha confiado al
profeta. Y, en el centro, el pan para el camino que lleva al encuentro con
Dios. El pan de la vida.
LA CUESTION DE DIOS
El evangelio de hoy nos sitúa de nuevo
en el contexto del pan y los peces repartidos y compartidos por la multitud que
sigue a Jesús (Jn 6, 41-51). En la sinagoga de Cafarnaúm, el Maestro ha dicho:
“Yo soy el pan bajado del cielo”. Pero
los judíos critican esas palabras. Creen conocer a Jesús y a su familia. ¿Cómo
se atreve a afirmar que ha bajado del
cielo? Pero a ellos y a nosotros Jesús nos propone los dones de la fe y de la
vida.
• “No critiquéis”. También los hebreos
habían murmurado de Dios en el desierto. Dios escuchó sus murmuraciones y
respondió con el envío de las codornices y el regalo del maná. A las
murmuraciones actuales, Dios responde enviándonos el pan de su Hijo.
• “Nadie puede venir a mí si no lo trae
el Padre que me ha enviado”. Dios está
en el origen de la fe. Para aceptar a Jesús hay que abrirse a la fe y a la
sospecha de una paternidad insospechada y reconocer que Dios nos ha enviado a
Jesús.
• “Todo el que escucha lo que dice el
Padre y aprende, viene a mí”. La herencia de la tierra prometida estaba
condicionada a la escucha de la voz del Señor (Dt 15,5). También ahora, la
escucha de la voz del Padre nos llevará a descubrir al Mesías.
LA CUESTIÓN DE LA VIDA
Y junto al don de la fe en el Padre,
Jesús expone en su discurso el don de la vida. Los dos están íntimamente unidos
por el don del pan, que nos alimenta como al profeta Elías, mientras vamos de camino. Así lo dice Jesús:
• “Yo soy el pan vivo que ha bajado del
cielo”. Su bajada fue un anonadamiento.
Para él, bajar equivale a entregarse. Jesús ha bajado para encontrarse con
nosotros, para revelarnos el amor del Padre y para facilitarnos el camino.
• “El que coma de este pan vivirá para
siempre”. Jesús nos da la vida descendiendo y entregándose. Comer es hacer
nuestra su vida y su presencia. Su palabra y su eucaristía alimentan nuestra
vida y le abren un horizonte de eternidad.
• “Y el pan que yo daré es mi carne para
la vida del mundo”. Desde los tiempos de las primeras persecuciones nos
acusaron de comer la carne de Cristo. Pero bien sabemos que su inmolación es
fuente de salvación no solo para nosotros sino también para todo el mundo.
Encuentros con Jesús
La autora da la palabra a los testigos que han conocido y seguido a
Jesús. Para algunos de ellos supuso una experiencia novedosa,
sorprendente e imborrable. Para otros, un motivo de escándalo o de
decepción. Pero lo cierto es que nadie quedó indiferente ante la escucha
del mensaje o la relación íntima con Jesús de Nazaret.
Autora: Thérèse Néel
Ediciones Paulinas
ISBN 9788415022046
152 páginas
Precio 14 euros
La necesidad y el deseo Jn 6,24-35 (TOB18-15)
“Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a
recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no”.
Así habla Dios a Moisés, cuando los israelitas se lamentan y añoran los
alimentos de que disfrutaban en Egipto. Prefieren la esclavitud del pasado a la
libertad que se les ofrece en esperanza.
Pero Dios no abandona al Pueblo que ha
elegido, por mucho que éste trate de falsificar el sentido del camino del
éxodo. Dios es fiel a su proyecto de liberación. Las bandadas de codornices y
el maná que aparece cada mañana como el rocío en el desierto son el signo de su
providencia.
Dios es Dios, aunque los hombres no
sepamos interpretar las señales de su presencia y nos preguntemos cada día como
aquel pueblo: “¿Qué es esto?” También a nosotros se dirigen las palabras de
Moisés: “Es el pan que el Señor os da de
comer” (Ex 16,2-4.12-15).
LOS CONTRASTES
El evangelio de hoy recuerda que las
gentes alimentadas por Jesús le buscan y le siguen, por todas partes (Jn 6,24-35).
Pero Jesús no sólo observa los hechos, sino que conoce las intenciones de las
gentes. El texto se articula al menos en tres
contraposiciones:
• “Me buscáis no porque habéis visto
signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros”. La búsqueda es una categoría
importante en el camino de la fe. Pero exige buscar más al Donante que a sus
propios dones. Si la búsqueda de Dios es interesada, es que nos hemos colocado
a nosotros mismos en el puesto de Dios.
• “Trabajad no por el alimento que
perece sino por el alimento que perdura”. En la vida es importante satisfacer
nuestras necesidades inmediatas. Pero sería una pena que el presente nos
impidiera mirar al futuro. Nuestras necesidades temporales no pueden ahogar
nuestros deseos de lo eterno.
• “No fue Moisés quien os dio pan del
cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo”. En nuestro camino hay que reconocer y
agradecer el servicio que nos prestan los que nos ayudan a caminar. Pero los
mensajeros no podrán hacernos olvidar al Dios y Padre de las misericordias.
HAMBRE Y SED
“¿Cómo podremos ocuparnos en los
trabajos que Dios quiere?”. Así preguntan las gentes a Jesús. Pero Jesús afirma
que no importa realizar muchas obras sino una sola: creer en el que Dios ha
enviado. La fe es mi propia responsabilidad, mi búsqueda y mi programa. Mi
tarea diaria. Precisamente ahí se sitúa la revelación de Jesús:
• “Yo soy el pan de vida”. Ante la
Samaritana, Jesús había afirmado que podía dar
el agua que salta hasta la vida eterna. Ahora se presenta como el pan de
la vida. Las imágenes son expresivas para orientar nuestros deseos más
profundos.
• “El que viene a mí no pasará
hambre”. Tan peligroso es morir de
hambre como tratar de satisfacerla con alimentos impropios de nuestra dignidad.
Sólo el Señor puede saciar nuestra hambre de verdad, de bondad y de belleza.
• “Y el que cree en mí no pasará nunca
sed”. El que se ofrecía a calmar la sed junto al pozo de Jacob, morirá en la
cruz confesando su propia sed. Pero a él nos dirigimos como la cierva que busca
las corrientes de agua.