La llave del palacio Mt 16,13-20 (TOA21-17)



“Llamaré a mi siervo, a Eliacín… Colgaré de su hombro la llave del palacio de David; lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá”. Con este oráculo divino, el profeta Isaías anuncia que Sobna, mayordomo de palacio, será destituido de su cargo y reemplazado por Eliacín (Is 22, 19-23).
Al menos cuatro imágenes contribuyen a reflejar el poder que le será otorgado por el Señor: le vestirá una túnica y le ceñirá una banda, le entregará la llave del palacio y lo hincará como un clavo en sitio firme.  Todo un ritual cortesano para indicar que es el Señor quien elige y quien confiere la autoridad.
Ante la decisión de Dios, al elegido solo le queda repetir con el salmo: “El Señor es sublime, se fija en el humilde y de lejos conoce al soberbio. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos” (Sal 137,6.8). Dios es el Señor. Nadie puede ser su consejero, como escribe san Pablo (Rom 11,33-36).

LAS PREGUNTAS
El texto evangélico que hoy se proclama nos lleva a Cesarea de Filipo (Mt 16,13-20). Parece que el Maestro quiere ofrecer un lugar y un tiempo de descanso a sus discípulos. Precisamente allí, cerca de las fuentes del Jordán, Jesús les dirige dos preguntas que se refieren a su identidad y a la actitud de sus seguidores.
• “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” ¿Se trata solamente de conocer las opiniones existentes sobre el Mesías? ¿O se pretende recoger la imagen con las que las gentes identifican ya al mismo Jesús? En cualquiera de las hipótesis, la respuesta no comprometía demasiado a los discípulos.
• “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” ¿Se trata de controlar la información que los discípulos van dando a la gente sobre su Maestro? ¿O se pretende saber qué significa ya Jesús en la vida de cada uno de ellos? En ambos casos, la respuesta que den implica una confesión de la postura y las expectativas de sus seguidores.

LA RESPUESTA
A la primera pregunta responden “ellos”, es decir, los discípulos. A la segunda responde solo Simón con una admirable confesión de fe: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús replica con una bienaventuranza, una revelación y una promesa.
• “Bienaventurado tú, Simón”. El apóstol ha podido hacer esa confesión de fe porque el Padre celestial le ha revelado la identidad de Jesús. Se unen un motivo para la alegría por lo recibido y una invitación a la humildad del receptor.
• “Tú eres Pedro”. Al imponerle un nombre nuevo, Jesús le otorga una dignidad que es en realidad una responsabilidad. El apóstol será la piedra sobre la que se apoya la comunidad. Esa piedra del cimiento, que permanece enterrada y escondida.
• “Te daré las llaves del reino de los cielos”. Evidentemente no es el poder sobre la gloria eterna. Simón recibe, como Eliacín, las llaves que representan la autoridad que mantiene la unidad en la casa y la responsabilidad de atender a sus habitantes.

Religión para pequeños


La clase de Religión, desde los momentos de la infancia, ilumina y enriquece a la sociedad, convirtiendo a su institución educativa en un gran pulmón de la humanidad que permite respirar con más fuerza y de manera más saludable, aun en tiempos en los que la atmósfera aparece enrarecida. La religión ofrece salud al sistema educativo al dotarlo de verdad. Permite que el niño se desarrolle en plenitud y aspire a lo natural y a lo sobrenatural, engrandeciendo sus aspiraciones y sus compromisos. Este sueño no es posible sin un aspecto sistemático que evite el oportunismo y la anarquía. La didáctica fundamenta esta acción educativa, ofreciendo a la vez teoría y práctica, que ayudan a reflexionar sobre la razón y el modo del trabajo en el aula con los más pequeños.

Autora: María Eugenia Gómez Sierra
Editorial PPC
ISBN 9788428825924
208 páginas
Precio 12 euros (papel) 5,49 (ebook)

La fe de una pagana Mt 15,21-28 (TOA20-17)



“A los extranjeros que se han dado al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza: los traeré a mi Monte Santo, los alegraré en mi casa de oración”. Esa es la gran promesa de Dios que se encuentra en la tercera parte del libro de Isaías que hoy se proclama (Is 56,1.6-7).
Israel abre sus fronteras a un universalismo mesiánico que venía proponiéndose de antemano (cf. Is 45,14). También los paganos podrán participar de las bendiciones que Dios ha derramado sobre Israel, con tal de que acepten a su Dios y lo sirvan y practican las normas y los ritos de su pueblo.
Con el salmo responsorial hacemos nuestro ese deseo al cantar: “Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben” (Sal 66). También san Pablo reconoce que los paganos han obtenido la misericordia de Dios (Rom 11,29-32).

LA BÚSQUEDA Y EL GRITO
Sin embargo, en el evangelio de Mateo que hoy se proclama nos parece encontrar una negación de esa esperanza (Mt 15,21-28). Es verdad que Jesús ha dejado la tierra de Israel para retirarse a la región de Tiro y Sidón, habitada por paganos. Una mujer sale de aquellos lugares y se dirige a él gritando:
• “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”. Resulta muy sorprendente que una mujer extranjera y pagana implore la misericordia de Jesús, llamándolo con un título mesiánico.
• “Mi hija tiene un demonio muy malo”. Nos conmueve descubrir en esta mujer tanto la preocupación maternal por su hija enferma como la fe que la lleva a acercarse con su invocación hasta Jesús.
El silencio inicial de Jesús y la imagen tradicional de los “perros”, que él suaviza con el diminutivo, no hacen más que excitar aún más la fe de esta mujer.  Como ha dicho el papa Francisco, “la petición de la mujer cananea es el grito de toda persona que busca amor, acogida y amistad con Cristo” (17.8.2014).

EL LAMENTO Y LA FE
Esa petición de la mujer extranjera fue atendida por Jesús. Con ella se hacía realidad la profecía de la universalidad de la salvación. Es como si aquel ruego hubiera anticipado la hora de la extensión del mensaje y la obra de Jesús a todos los pueblos.
• “Mujer, qué grande es tu fe”. Ante un centurión romano y pagano y ante una mujer cananea y pagana, Jesús reconoce que la fe no es patrimonio exclusivo de las gentes de Israel. Dios ha sido generoso al extender por la tierra el don de la fe.
• “Que se cumpla lo que deseas”. A veces creemos que hacen falta milagros para que brote la fe. Jesús nos hace ver que es la fe que hace botar los milagros en cualquier lugar que se presente. Dios extiende su compasión a quienes creen en él.

Enredados

Internet y las redes sociales han generado un contraste generacional entre los adolescentes, capaces de adaptarse a ellas de manera intuitiva, y los adultos, cuyo aprendizaje resulta más difícil. De este contraste se ocupa este libro. La autora analiza cómo es la familia hoy, cómo ha evolucionado y diversificado, y cómo son los adolescentes de hoy, deteniéndose en los aspectos cognitivos y sociales más relevantes a los que se enfrentan. A continuación trata cómo son Internet y las redes sociales, cuáles son los riesgos a los que se exponen los menores en este entorno y los problemas y conflictos más comunes en los hogares a consecuencia de la irrupción de estas tecnologías. Finalmente, expone algunas estrategias educativas útiles para abordar estos conflictos y propone la programación de una escuela taller sobre las redes sociales e Internet, destinada tanto a padres como a adolescentes.



Autor Margarita Martín
Editorial San Pablo
ISBN 9788428552288
104 páginas
Precio 12 euros

Tormenta y confianza Mt 14,22-33 (TOA19-17)


“Sal y aguarda al Señor en el monte, que el Señor va a pasar”. Ese es el mensaje que se dirige al profeta Elías, refugiado en el monte Horeb. La amenaza de la reina Jezabel lo ha obligado a ocultarse. Y el miedo parece haberse apoderado de él. Desearía tener la certeza de que lo protege el Dios a quien ha defendido ante los derviches de Baal

Pero Dios no está en el viento huracanado, ni en el terremoto ni en el fuego. El Señor se hace presente en el susurro de la brisa. Esa presencia de Dios le dará fuerza para recorrer el camino de vuelta, para denunciar la prepotencia y la corrupción de la reina y anunciar el proyecto de Dios sobre su pueblo (cf. 1Re 9-13).

También nosotros esperamos que el Señor nos muestre su misericordia. En ello está nuestra salvación, como vamos a cantar con el salmo responsorial. “Su misericordia y su fidelidad se encuentran” (Sal  84,11).



EL TEMOR Y LA CONFIANZA

La oración del profeta Elías en el monte anticipa para nosotros la oración de Jesús en otro monte. Ambos se encuentran con Dios en la soledad. Mientras tanto, los discípulos de Jesús se sienten amenazados por el agua y por el viento. A la oración de Jesús se contrapone el miedo de los suyos. Pero la presencia del Señor los alienta.

• “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!” Jesús no ignora la angustia y el temor de sus discípulos. Está cerca de los que lo han dejado todo para seguirle. Ellos nunca deberían dudar de la fidelidad de su Maestro.

• “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!” Ahora, como entonces, imaginamos fantasmas que nos roban la paz. En lugar de calmarnos, solamente añaden terror a nuestras preocupaciones ordinarias.

• “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!” Los dioses antiguos atemorizaban a los hombres. El Dios vivo nos exhorta continuamente a superar el temor y a vivir en paz y en confianza.



EL MIEDO Y LA FE

El evangelio nos recuerda la osadía de Simón Pedro. No está mal pretender seguir al Señor sobre las aguas movedizas. El peligro está en confiar en nosotros mismos más que en él. Menos mal que el Señor nos devuelve la calma y la fe para exclamar:

• “Realmente eres Hijo de Dios”. Solamente su presencia hará que cesen las tormentas que amenazan nuestro trabajo. 

• “Realmente eres Hijo de Dios”. Solamente su cercanía nos hará descubrir que nuestros miedos pueden ser superados por la fe.

• “Realmente eres Hijo de Dios”.  Solamente esa fe nos llevará a reconocer  y a proclamar a Jesús como el Hijo de Dios que nos trae la salvación.

Claves para saborear la vida

El ser humano tiene experiencia de su propia intimidad en la medida en que se abre a ella. Este libro relata este proceso con sencillez y sabiduría y ofrece meditaciones que provocan al lector para no dejarle indiferente, acompañándole en una búsqueda permanente para ser «actor» de su propia vida y vivirla realmente en primera persona. Desde tres perspectivas diferentes (uno mismo, los demás y lo espiritual) seremos capaces de profundizar en nuestra intimidad, afrontándola como rasgo inequívoco de plenitud, autenticidad y libertad para llegar a ser más felices. «Un libro necesario que invita a la reflexión y al abandono, a ese fluir que tanto anhelamos» (Pablo D'Ors).

Autor José Chamorro
Editorial San Pablo
ISBN 9788428553407
320 páginas
Precio 15,90 euros