NOVIEMBRE: Personajes bíblicos, fin del Año Litúrgico, fichas, manualidades, actividades, libros, humor, juegos, cómics, resúmenes, fichas, lecturas, videoclips, música... ***Si bien los materiales propios del blog están protegidos, su utilización ES LIBRE (aunque en ningún caso con fines lucrativos o comerciales) siempre que se conserve el diseño integral de las fichas o de las actividades así como la autoría o autorías compartidas expresadas en las mismas.
El Dios, Padre, pródigo de sus hijos Lc 15,1-3.11-32 (CUC4-22)
1. En este domingo nos encontramos en el corazón de la Cuaresma, y de alguna manera, en el corazón del evangelio de Lucas, que es la lectura determinante del Ciclo C del año litúrgico. En el corazón, porque Lc 15, siempre se ha considerado el centro de esta obra, más por lo que dice y enseña en su catequesis, que porque corresponda exactamente a ese momento de la narración sobre Jesús. La otras lecturas de hoy simplemente acompañan a la grandeza y radicalidad de lo que hoy se nos comunica en el evangelio. Por eso, el misterio de la reconciliación, diríamos que se expresa maravillosamente en el evangelio de este día: Lc 15,11-32. Esta es una de las piezas maestra de la literatura narrativa del Nuevo Testamento, y una maravillosa historia de amor de padre frente a egoísmos y rencores de hijos. Jesús, ante las acusaciones de los que le reprochan que le da oportunidades a los publicanos y pecadores, cosa que no entra en los cálculos de las tradiciones más exigentes del judaísmo, contesta con esta parábola para dejar bien claro que eso es lo que quiere Dios y eso es lo que hace Dios por medio de él.
2. Se podrían escribir páginas enteras de la narración, de su intriga asombrosa, de los “tempi” narrativos, de su desenlace. Se podría recurrir a hermenéuticas sofisticadas de las formas en las que esto se ha logrado. Del lenguaje y el arte de la misma intriga divina. De hecho hay libros maravillosos que pueden servir no solamente para preparar el texto a nivel literario, exegético, teológico y espiritual (cf v.g. F. CONTRERAS MOLINA, Un padre tenía dos hijos, Estella, Verbo Divino, 1999). Hay textos clásicos de escritores y predicadores que dan en la tecla verdadera de la armonía y la polifonía del texto bíblico. La hermenéutica podría decirnos que no es un texto sagrado, sino de simple humanidad. Pero no es verdad que en boca de Jesús no sea precisamente sagrado: es describir lo divino por lo humano.
3. Es toda una justificación y una defensa incuestionable de Dios, de Dios como Padre. Por eso no es, propiamente hablando, la parábola del hijo pródigo, del hijo que vuelve, del hijo que se arrepiente, aunque esto es muy importante en la narración y en su profundidad simbólica. Es la parábola del Padre, de Dios, que nunca abandona a sus hijos, que nunca los olvida. De ahí que algunos autores, con razón, han señalado que deberíamos comenzar a entender la parábola fijándonos en el hijo mayor; el que no quiere entrar a la fiesta que da el padre por haber encontrado a su hijo. Él, que siempre se ha quedado con el padre en la casa, tiene unos derechos legales que nadie le niega, pero le falta la capacidad del padre para tener la alegría de ver que su hermano ha vuelto. No tiene mentalidad de hijo, de hermano; es alguien que está centrado en sí mismo, sólo en él, en su mundo, en su salvación.
4. El hijo mayor, en el fondo, no quiere que su padre sea padre, sino juez inmisericorde. Porque esto es lo importante de la parábola, por encima de cualquier otra cosa: que se ha organizado una fiesta por un hermano perdido, y no está dispuesto a participar en ella. Jesús está hablando de Dios y es la forma de contestarle a los escribas y fariseos que se escandalizan de dar oportunidades a los perdidos: el Dios que él trae es el de la parábola; el que viendo de lejos que su hijo vuelve, sale a su encuentro para hacerle menos penosa y más humana su conversión, su vuelta, su cambio de mentalidad y de rumbo. Esta es su significación última y definitiva. ¿Estaríamos nosotros dispuestos a entrar a esa fiesta de la alegría? ¿Queremos para los otros el mismo Dios que queremos para nosotros?
Fray Miguel de Burgos Núñez
Juego de la oca de LA SEMANA SANTA
Fácil de jugar, fácil para aprender:
- Los periodos están referidos en los carteles indicadores. El más amplio son las últimas 14 casillas correspondientes a las estaciones del VIACRUCIS (30-43).
- Se corre de periodo en periodo (6, 12, 17, 22 25 29) sin repetir tirada.
- Casilla 14 30 monedas de plata para entregar a Jesús "Si te dejas comprar, párate un turno a pensar"
- Cruz con rosas: intercambio de casillas (de la 16 a la 31 o viceversa) "Si de la cruz te enamoras cortas se te harán las horas"
- Las casillas de descanso son las tres caídas del Señor: 32 (primera, un turno sin tirar), 36 (segunda, dos turnos sin tirar), 38 (tercera, tres turnos sin tirar). "Para el aliento recuperar, un poco tendrás que esperar"
- Jesús crucificado (casilla 41, Cristo de Velázquez) "Si al crucificado miras, desde la casilla de salida
tiras" (volver a la casilla de Salida)
Escuchar a Dios Lc 13,1-9 (CUC3-22)
“Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza” (Ex 3,3). Moisés está apacentando su rebaño y percibe una zarza que arde sin consumirse. Se acerca y oye una voz que le pide descalzarse, puesto que está ante lo sagrado. Este texto nos remite a tres protagonistas que merecen nuestra atención.
• Dios, que no es indiferente a la suerte de los hombres. Su misericordia tiene en cuenta la miseria de los hebreos que son tratados como eslavos. Dios ha decidido liberarlos de esa esclavitud. Pero ha de suscitar en ellos el anhelo de la liberación.
• Moisés, que ha tenido que salir de Egipto y ha encontrado un refugio tranquilo entre las gentes de Madián. Sin embargo, escucha la voz de Dios que ha decidido contar con él. Su atención nos enseña a ver la intervención de Dios en los acontecimientos de nuestra vida diaria.
• Los hebreos, que ya se han habituado a vivir en la esclavitud. Pero Dios “ha visto” la opresión que sufren los descendientes de Jacob y decide rescatarlos. También a nosotros Dios nos ofrece la libertad y nos restituye la dignidad perdida.
DOS HECHOS IMPRESIONANTES
El evangelio según san Lucas menciona dos hechos impresionantes que debieron de llegar a los oídos de Jesús: una horrible matanza de peregrinos galileos decidida por Pilato y el derrumbe de la torre de Siloé que aplastó a algunos obreros (Lc 13,1-9).
• A Moisés Dios le había hablado mientras se ocupaba tranquilamente de las tareas del pastoreo. El evangelio dice que Dios habla también a través de los sucesos más dramáticos como una pandemia o una invasión militar de un país.
• A la vista de aquellos acontecimientos, la idea habitual sobre la retribución divina llevaba a preguntarse qué mal habían cometido las víctimas. Sn embargo, según Jesús, la desgracia no siempre responde al pecado. Si así fuera, algunos de sus oyentes la merecerían.
• El evangelio nos indica que es ocioso hacerse preguntas sobre la naturaleza del mal y sobre sus causas. La fe nos enseña a tomar una decisión concreta. La voz de Dios nos invita de una forma o de otra a escucharla y a abrir nuestro corazón a la conversión
UNA PARÁBOLA SENCILLA
Por otra parte, en el evangelio que hoy se proclama se recuerda la parábola de la higuera que ha dejado de dar frutos. El texto incluye un breve diálogo entre el dueño de la viña y el viñador encargado de cultivarla.
• “Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?”. Esa es la decisión del dueño de la viña en la que está plantada la higuera. Es una severa advertencia a esa esterilidad nuestra que ya se ha vuelto crónica. No podemos resignarnos. Hemos sido llamados a “dar frutos en la caridad para la vida del mundo”.
• “Señor, déjala todavía este año”. Junto a la tentación de la acedia podemos caer también en la tentación del pesimismo. El viñador quiere dar una nueva oportunidad a la higuera. Estamos llamados a mantener la esperanza y la paciencia con nuestros hermanos. Y a dejar el juicio y la última decisión al Señor, que es el dueño de la viña.
Vivir con sentido siempre Lc 13,1-9 (CUC3-22)
1. El evangelio de Lucas viene hoy a hacer una llamada a la fidelidad de ese Dios salvador de la historia, que se ha jugado todo su prestigio y toda su divinidad con el pueblo. Se narran dos episodios de acontecimientos que ocurrieron, muy probablemente en tiempos de Jesús: unos galileos que el Prefecto romano mandó masacrar mientras ofrecían un sacrificio. Algunos apuntan a la sospecha de tipo político que tenían que ver con el terrorismo zelote, pero no es fácilmente aceptable esta tesis. Sí es importante el dato de que ocurrió mientras ofrecían un sacrificio, un acto religioso. No sabemos a qué se refiere, aunque tenemos noticias de que Pilato (por Flavio Josefo especialmente), responsable directo de la crucifixión de Jesús, fue uno de los políticos más perversos y venales de la administración romana. El otro episodio es mucho más normal, un accidente de trabajo, de tantos como ocurren en la vida, en el trabajo y ante los que uno se pregunta por qué.
2. ¿Qué pueden significar estos episodios narrados por Lucas? ¿Tiene que ver algo Dios en estos? ¡Desde luego que no! Eso es lo primero que debemos inferir en la lectura del texto ¿Por qué, pues, son narrados? Pues sencillamente para poner de manifiesto que Dios no es venal como Poncio Pilato y no tiene nada que ver con el accidente de la torre de Siloé del muro que rodeaba la ciudad de Jerusalén; esas cosas pasan en la vida. Eso nos descubre que somos lábiles y que no podemos vivir nuestra vida sin sentido. Todo el conjunto del evangelio de hoy va en esa dirección de una llamada a la conversión y a contar con Dios en nuestra vida. Jesús no ve en los samaritanos sacrificados, ni en los obreros de la torre maldad alguna para ser castigados por ello. No es el anuncio del Dios juez el que aquí aparece. Jesús habla de los “signos” de terror de la vida. Es una lectura realista de lo que ocurre y de lo que siempre ocurrirá, unas veces por la maldad humana y otras porque no podemos dominar la naturaleza. Pero ¿acaso esto no nos debe hacer pensar que debemos estar preparados siempre? ¿Para qué? No diríamos que para morir (aunque pueda parecer que ese es el sentido del texto), sino para vivir con dignidad, con sabiduría, con fe y esperanza. Y si llega la muerte, no nos ha de afanar con las manos vacías.
3. El tercer momento de la lectura evangélica se centra en una especie de parábola sobre la higuera plantada en una viña que, al cabo de tres años, no da fruto y se la quiere arrancar. La parábola de la higuera estéril es de la tradición (cf Mc 11, 12-14.20-26; Mt 21,18-22). Es curioso y original que Lucas se haya decidido por unirla a esos episodios anteriores. ¿Por qué? Para dar a entender que nuestra vida es como un tiempo que Dios permite (el dueño de la higuera) hasta el momento final de nuestra vida. Los Santos Padres entendieron que Jesús era el agricultor que pide al dueño un tiempo para ver si es posible que la higuera saque higos de sus entrañas. Sabemos que la higuera era símbolo de Israel en el AT, concretamente en los profetas. Por tanto resuena aquí, de alguna manera, la interpelación profética a la conversión. Nuestro evangelista le da mucha importancia en su obra al “hoy” y al “ahora” de la salvación. Por eso ese tiempo concedido a la higuera… es para un hoy y un ahora de salvación y de gracia.
4. Las conexiones de estos episodios se establecen en razón de la necesidad de estar siempre en actitud de responsabilidad y preparados para cambiar de vida, para arrepentirse; unas veces porque los hombres perversos aniquilan y otras porque ocurren catástrofes. Jesús, con sus palabras, exculpa a los que han sufrido la maldad de Pilato o la mala suerte del accidente, en el sentido de que no son responsables individualmente de lo que ha sucedido. Esto era importante entonces, donde todo se explicaba en razón de conexiones entre responsabilidad personal y castigo. No, los galileos o los trabajadores de la torre de Siloé no eran peor o más responsables que los que no les sucedió nada. Por el contrario, todos debemos estar siempre en actitud de conversión, porque Dios siempre ofrece oportunidades, como es el caso de la parábola de la higuera estéril. Siempre, con el Dios de la salvación, tenemos oportunidad de convertirnos y de buscar el bien.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Puzleando los Gozos y los Dolores de San José con FANO
Juego de la Oca. Cuaresma Ciclo C - Lucas
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