En el desierto Lc 4,1-13 (CUC1-22)

  “Traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado”. El llamado “credo del israelita” recuerda el tiempo de esclavitud pasado en Egipto y la liberación que lo ha traído a Palestina. Por eso, el creyente se postra ante el Señor su Dios y presenta ante el altar las primicias de la cosecha que él le ha concedido (Dt 26,10).  

Con el salmo responsorial, también nosotros nos dirigimos confiadamente a Dios, suplicando: “Quédate conmigo, Señor, en la tribulación” (Sal 90).

Los textos de las cartas de san Pablo, que se nos proponen en la segunda lectura de los domingos cuaresmales, contienen las ideas principales de este tiempo de gracia. En este primer domingo se nos invita a aceptar de corazón el mensaje de la Escritura, según el cual, Dios ha resucitado a Jesús de entre los muertos (Rom 10,8-13). 

Evidentemente, el camino cuaresmal que ahora comienza, ha de llevarnos a la confesión pascual de la resurrección de Jesucristo.

TRES TENTACIONES

El evangelio del primer domingo de cuaresma nos recuerda todos los años las tentaciones de Jesús en el desierto. Este año se proclama el evangelio de Lucas (Lc 4,1-13).  

• En primer lugar, se dice que, después de un largo ayuno, Jesús sintió hambre. El diablo lo invita a convertir las piedras en panes. Nosotros no ignoramos el hambre de pan  que afecta a este mundo. Pero sabemos que “no solo de pan vive el hombre”. Hay un hambre que los satisfechos de la tierra se niegan a reconocer.

• En un segundo momento, el diablo ofrece a Jesús la gloria que él presume de tener, pretendiendo descaradamente ser adorado. Nosotros deberíamos advertir que, al apetecer el poder y la gloria, estamos en realidad adorando al mismo diablo. Ante la tentación de idolatría, no podemos olvidar que solo a Dios debemos adoración. 

• En un tercer momento, el diablo quiere ver si Jesús confía en Dios. Nosotros nos colocamos con frecuencia en situaciones de riesgo y de pecado, que siempre afectan a nuestra seguridad integral. Y pretendemos que Dios venga a librarnos de las funestas consecuencias que hemos provocado. Pero no debemos jugar a tentar a Dios. 

 DOS REVELACIONES

Este relato evangélico no solo nos facilita una reflexión moral, que no sería poco. Como siempre, el evangelio nos ofrece una revelación de Dios y de Jesús.  

 • De Dios se nos dice que solamente él es el verdadero y único Señor. El diablo presume de tener el poder sobre todo lo visible, pero miente. Nosotros nos negamos a adorar a los poderes de este mundo. Solo queremos adorar al Dios poderoso que cuida de los pájaros y de los lirios, de los pobres y de los aplastados por un poder inhumano.  

•  De Jesús se nos dice que en lugar de dialogar con Satanás, como había hecho Eva en el paraíso, el Hijo de Dios conoce y acepta la Palabra de Dios. Nosotros oímos cada día mil voces que nos ofrecen objetos inútiles, placeres envenenados e ideales inalcanzables. Necesitamos el don del discernimiento para no dejarnos engañar por el príncipe de la mentira.

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