La higuera y la esperanza Mc 13,24-32 (TOB33-24)

“Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro” (Dan 12,1). En esta profecía de Daniel, se encuentra la buena noticia de la salvación para los que estén inscritos en el libro de la vida.

Pero este anuncio es una exhortación. Solo brillarán como estrellas en el firmamento los que hayan ganado la sabiduría de los justos, para enseñar a los demás el camino de la justicia.  

 Ese horizonte aparece también en la oración del que escucha la voz de Dios: “Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha“ (Sal 15,11).

La fe nos lleva a una esperanza compartida. Si el justo espera encontrarse con el Señor, también Cristo aguarda a “los que van siendo santificados” (Heb 10,14).

LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

En el evangelio de este domingo, Jesús anuncia a sus discípulos tiempos de desolación, en los que los astros temblarán y caerán de los cielos. Será un momento de crisis para todos los que han adorado a los astros.

 Sin embargo, el discurso se centra en la figura del Hijo del hombre. Es importante saber y creer que el Señor manifestará su poder y su gloria (Mc 13,24-32). Eso es lo que afirmamos en el Credo, al confesar que Jesucristo “vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos”. 

Además, en el texto evangélico se incluye una breve parábola. Cuando en las ramas de la higuera aparecen las yemas, deducimos que se acerca el verano. Jesús nos advierte que es preciso observar los signos de los tiempos para percibir su presencia en el mundo y su juicio sobre la historia humana.                                                   

 NUESTROS PROYECTOS

 Todos nos hemos preguntado cuándo se manifestará el Señor. Pero Jesús no ha precisado el “cuando”. Solo nos ha dicho: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Si no sabemos la hora de su manifestación, lo mejor es vivir preparados. 

• “El cielo y la tierra pasarán”. Bien sabemos que todo en este mundo tiene fecha de caducidad. No podemos poner nuestra confianza solo en la técnica, en las promesas políticas o en una información manipulada. La espera del Señor juzga todas nuestras estructuras.

• “Mis palabras no pasarán”. Todo es efímero, pero la palabra del Señor nos guía mientras vamos haciendo camino. Gracias a ella podemos distinguir el bien y el mal.  La palabra del Señor nos alienta en el presente y nos juzgará en el futuro. 

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