Claves educativas de tus hijos adolescentes

Esta guía se establece para normalizar esa etapa de adolescencia que no debe considerarse como problemática sino necesaria en los jóvenes.

A menudo los padres viven con desconcierto la adolescencia de sus hijos. Pero tenemos que dejar de ver estos años como un "problema": es una etapa necesaria y de transición, un momento del proceso de crecimiento que cambia totalmente al niño y afecta a toda su persona.

Este libro es una guía fundamental para afrontar este momento de la vida de los hijos con serenidad, paciencia y optimismo, pues es necesario para su maduración y para la búsqueda de su identidad. Nos ayudará a discernir cuándo preocuparse y cuándo asumir como normales las reacciones del adolescente, además de que nos dará pautas para enriquecer enormemente el desarrollo educativo de los jóvenes.

La adolescencia es una etapa necesaria, una etapa de transición hacia la madurez, un periodo de búsqueda para configurar el propio proyecto de vida.

Teresa Artola González es doctora en Psicología y máster en Educación Familiar. Ha sido profesora del Departamento de Psicología Evolutiva de la Universidad Complutense de Madrid. En la actualidad es directora del Departamento de Psicopedagogía del Centro Universitario Villanueva.

Autora Teresa Artola Glez.
Editorial Palabra
ISBN 978-84-9061-294-1
224 páginas
Precio: 12,40 euros

El tesoro de la sabiduría del Reino Mt 13,44-52 (TOA17-23)

1. El texto evangélico de hoy es el final del c.13 de Mateo, el capítulo de las parábolas por antonomasia, en que una y otra vez se compara el "Reino de los cielos" con las cosas de este mundo, de la tierra, del campo, de la cizaña. En este caso, nos hemos de fijar en el tesoro del campo y la perla (vv. 44-46). Son como dos parábolas en una, aunque pudieran ser independientes en su momento. Las dos parábolas, tras una introducción idéntica, narran el descubrimiento de algo tan valioso que los protagonistas (un hombre cualquiera y un comerciante) no dudan ni un instante en vender todo lo que tienen para adquirirlo; lo hallado es tan extraordinario que están dispuestos a desprenderse de cuanto poseen con tal de apropiárselo. No todos los días tiene uno la suerte de descubrir un tesoro o una perla de inmenso valor. Cualquier hombre sería feliz con un descubrimiento semejante. Por eso, haría todo lo posible por obtenerlo, aunque para ello tuviera que pagar un alto precio. En las dos parábolas, los bienes que poseen los protagonistas del relato, pocos o muchos, son suficientes para que con su totalidad puedan adquirir lo que han encontrado. En ambos casos, el acento recae sobre el descubrimiento y sobre la decisión que toman los dos protagonistas.

2. Efectivamente, la decisión que toman parece desproporcionada o, al menos, arriesgada. Pero hemos de considerar que tienen una seguridad en esa decisión que les lleva hasta ese destino. ¿Es sabiduría o coraje (parresía)? Las dos cosas. Los elementos secundarios de las narraciones -si entendemos que son dos-, no dejan de tener sentido, aunque ya sabemos que en la interpretación de los parábolas no debemos exagerar o alegorizar cada una de las cosas que aparecen. Bien es verdad que en la primera hay un elemento sorpresa, porque es como el hombre que está en el campo, muy probablemente contratado, y encuentra el tesoro por casualidad. En el caso del mercader que recorre los bazares, sin duda, que siempre espera encontrar algo extraordinario y por eso porfía.

3. Como en los dos casos la comparación es con el “reino de los cielos” (bien en el caso del tesoro, bien en el caso del mercader) entonces el sentido no puede ser otro que este: cuando uno encuentra el Reino de Dios, bien porque ha tenido la suerte inesperada de encontrarse un tesoro o bien porque lo iba buscando habiendo oído hablar de él, entonces todo está en poner en marcha la sabiduría y el coraje de que uno es capaz, los cinco sentidos, arriesgarlo todo, entregar todo lo que uno tiene, por ello.

4. ¿Es que el reino de Dios es un tesoro? Naturalmente que sí. Porque es el acontecimiento de un tiempo nuevo de gracia y salvación, de felicidad y amor que Jesús ha predicado y que ha convertido en causa de su vida y de su entrega. Por eso lo importante de estas dos parábolas es la decisión que toman ambos protagonistas y más todavía la alegría de esta decisión en el caso de tesoro en el campo (extraña que el mercader de perlas no tenga esta reacción primera, aunque sea la misma decisión). No he encontrado mejor conclusión que esta: «El Reino aparece así como un don al alcance de todos, de los afortunados y de los inquietos, de los que sin buscarlo se lo encuentran por casualidad y de los que lo descubren al final de una búsqueda. Para responder adecuadamente a ese don, aceptándolo y haciéndolo suyo, el ser humano ha de estar convencido de que el Reino es lo más valioso que se le puede ofrecer y, en consecuencia, ha de estar dispuesto a anteponerlo a cualquier otro bien» (cf. F. Camacho Acosta, Las parábolas del tesoro y la perla, Isidorianum, 2002).

Fray Miguel de Burgos Núñez

Fuente: https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/30-7-2023/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/

El tesoro y la perla Mt 13,44-52 (TOA17-23)

 EL TESORO Y LA PERLA

“Concede a tu siervo un corazón atento para juzgar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal”. Esa es la única petición que Salomón dirige a Dios (1Re 3,9). El joven rey, sucesor de David,  no pide una larga vida, ni honores o riquezas.  Solo desea tener una conciencia recta para guiar a su pueblo. 

Esa sería una buena oración para nuestros gobernantes. Al menos para los que creen en Dios y están convencidos de que todo es gracia. Lo mejor de nosotros mismos ha sido un don recibido gratuitamente. Los que no creen en Dios, harían bien en reconocer el valor de esa sabiduría que busca el bien para regir a sus gentes con rectitud y justicia.

Haciendo nuestro el espíritu del joven Salomón, nosotros proclamamos hoy con el salmo responsorial: “¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!” (Sal 118).

Y, de paso, escuchamos cómo San Pablo nos dice que “a los que aman a Dios todo les sirve para el bien” (Rom 8,28).

EL DISCERNIMIENTO

Nuestra experiencia nos dice que el verdadero bien exige a veces desprenderse de muchos bienes no tan verdaderos. La felicidad está en hacer un buen discernimiento. Esa es la lección que Jesús expone en las tres parábolas que nos presenta el evangelio (Mt 13,44-52).   

• La primera parábola da cuenta del asombro de un jornalero que encuentra un tesoro enterrado en un campo. Lo esconde de nuevo, vende todo lo que tiene y se apresura a comprar el campo aquel. Saber desprenderse de su dinero es para él una ganancia.

• La segunda parábola presenta a un comerciante que encuentra una de gran valor. También él vende todo lo que tiene para poder adquirir aquella perla. En realidad no desprecia lo que deja, sino que aprecia de verdad lo que andaba buscando.

• La tercera parábola evoca la red que los pescadores arrojan al mar. Aunque en ella recogen toda clase de peces, ellos se ocupan de seleccionar y recoger los buenos, mientras que arrojan los que consideran malos.

Las tres imágenes subrayan el valor del Reino de Dios y nos dicen que conviene desprenderse de muchos bienes para poder acogerlo y gozar de su bendición. 

LOS BIENES DEL REINO

Jesús cierra su discurso de las parábolas del Reino de Dios con una conclusión válida para todos los tiempos: “Un escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo bueno y lo antiguo” (Mt 13,52).   

• Hacerse “discípulos del Reino de los cielos” no es una utopía estéril. Para los creyentes debería ser la expresión de su vocación. Y los no creyentes pueden entender la expresión como un fórmula que refleja la sabiduría de quien valora lo esencial.    

• “Sacar del tesoro familiar lo bueno” es normal para un padre de familia, para cualquier responsable de una institución y para todo gobernante de un pueblo. Eso es lo que se espera de una persona responsable.     

• “Sacar a la luz lo antiguo” significa reconocer que la historia no comienza conmigo. Evocando la frase atribuida a Isaac Newton, podemos decir que caminamos sobre hombros de gigantes. Un cristiano agradece la sabiduría y los tesoros de la fe que ha heredado

Educar los sentimientos

Hasta hace no mucho se consideraba el Coeficiente intelectual (CI) una garantía de éxito a nivel académico y profesional. Sin embargo, durante las últimas décadas, la investigación ha señalado otras capacidades y habilidades necesarias para tener éxito tanto en la vida como en el ámbito laboral. En esa misma dirección apuntan las teorías de la Inteligencia Emocional y las Inteligencias Múltiples que hoy en día gozan de gran popularidad y aceptación.

Sin duda, las emociones juegan un papel vital en nuestro día a día y a largo plazo. Resulta patente que muchas personas con un alto coeficiente intelectual (CI), pero con escasa inteligencia emocional, alcanzan menores éxitos que otras de modesto CI pero que han sabido educar bien sus sentimientos. Parece claro que un elevado CI no constituye, por sí solo, una garantía de triunfos profesionales, y mucho menos de una vida acertada y feliz.

"Las personas que gozan de una buena educación de los sentimientos suelen sentirse más satisfechas, son más eficaces, y hacen rendir mucho mejor su talento natural".

Autor Alfonso Aguiló

Editorial Palabra

ISBN 978-84-9061-820-2

192 páginas

Precio: 15 euros

Buenos y malos Mt 13,24-43 (TOA16-23)

“Tú, dueño del poder, juzgas con moderación y nos gobiernas con mucha indulgencia, porque haces uso de tu poder cuando quieres” (Sab 12,18). Los poderosos de este mundo no son moderados e indulgentes con los que no los apoyan. Muchos prometen hacer justicia,  pero la acomodan a sus propios intereses.

Sin embargo, el poder de Dios se manifiesta precisamente en su misericordia. Dios nos ofrece a todos la esperanza de ser perdonados. Además, nos enseña que todo el que trata de ser justo debe ser humano con relación a los demás.

Esa cualidad divina, que deseamos y pedimos para nosotros, es la que hoy proclamamos en el salmo responsorial, al cantar: “Tú, Señor, eres bueno y clemente” (Sal 85). 

A propósito de ello, recordamos que, según san Pablo, “el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque no sabemos pedir lo que nos conviene” (Rom 8,26). 

LA PRISA Y LA PACIENCIA

De nuevo, el evangelio que hoy se proclama refleja el ámbito agrícola con un mensaje sobre la siembra y la cosecha (Mt 13,24-43). Y de nuevo el texto pone en boca de Jesús una parábola y a continuación le atribuye una alegoría.

• La parábola refleja la paciencia de Dios. Él es el sembrador de la buena semilla. Trabaja a plena luz del día y permanece cerca del campo, acompañado por sus empleados que se muestran responsables y preocupados por la sementera. Pero hay un enemigo que actúa en la oscuridad, siembra una mala semilla y desaparece. Los obreros tienen prisa por arrancar la cizaña, pero el dueño da muestra de su paciencia.

• La explicación ulterior de Jesús es una alegoría. Los protagonistas son el Hijo del hombre que siembra buen trigo y el diablo que siembra cizaña. El trigo son los ciudadanos del Reino de Dios y la cizaña representa a los partidarios del Maligno. En el texto dice que el trigo será recogido en los graneros, pero la cizaña será echada al fuego. Así sucederá con los malvados, nacidos de la semilla sembrada por el Maligno.

LA LUZ DEL SOL

La alegoría se refiere especialmente a los justos, representados por el trigo. Ellos son los que han nacido de la buena semilla sembrada por el mismo Señor. La promesa que se refiere a ellos contiene tres palabras que es preciso recordar.

• “Los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre”. En primer lugar, se menciona a los justos. Es una alegría ver que los que han nacido de la iniciativa y de la semilla sembrada por el Hijo del hombre son calificados como “justos”.

• “Los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre”.  En segundo lugar, se  alude a la luz del sol. De hecho, se recuerda que la buena semilla fue sembrada a pleno día. Y se anuncia para los justos un futuro tan brillante como el sol.

• “Los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre”. En tercer lugar, se menciona al Padre celestial. La buena semilla son “los ciudadanos del reino”. Su destino y la plenitud de su vocación se sitúa precisamente en el reino de su Padre.

Aprende a descansar


Este libro demuestra lo desincronizados que están nuestros relojes laboral, social y cultural con respecto a nuestro reloj biológico y explica qué sucede en nuestro cuerpo cuando dormimos y cuáles son las consecuencias de la privación de sueño para nuestra salud. Luego, la autora presenta el método de las 7 D del descanso para ayudarnos a reconectar con nuestro cuerpo y vivir de un modo más pleno.

Autora Jara Fernández
Plataforma Editorial S.L.
ISBN 978-84-18285-64-6
174 páginas
Precio: 17 euros

Educar con Julio Verne


¿Educar con Verne? ¿Siguen siendo sus novelas un gran juego de aventuras en el que merece la pena entrar? El más célebre literato francés de la historia continúa haciéndonos recorrer los límites exteriores del mundo mientras nos descubre el íntimo interior de lo que significa ser humano. Y todo sin dejar de hacernos jugar en sus míticas aventuras.

¿Educar con Verne? Julio Verne sigue fascinándonos por el entusiasmo que impulsa cada corriente de sus relatos, debido al poder estético de sus visiones y por el misterio al que siguen abriéndose cada una de sus creaciones. Si se sigue leyendo a Verne, es porque siguen produciéndonos placer no solo las visiones extraordinarias en las que es capaz de hacernos participar, sino porque aborda misterios de la condición humana que son imperecederos.



Autor Fernando Vidal
Editorial PPC
ISBN 9788428838252
480 páginas
Precio: 25,20 euros

La Palabra de Dios, semilla que engendra Mt 13,1-23 (TOA15-23)

1. La parábola del sembrador y su explicación abre estos domingos de lectura continua en los que se nos van a presentar distintas parábolas, que Mateo concentra precisamente en el c. 13. Podemos decir también que esta es una parábola ecológica, por sus símbolos. La semilla que cae en distintas tierras, que después se compara con distintas actitudes, debe ser la Palabra de Dios que conduce nuestra historia, que crea una relación hermosa y llena de sentido.

2.Cuando la historia no se contempla desde el horizonte de la Palabra de Dios, entonces todo se resiste a la armonía, a la fraternidad, a la paz, e incluso a la calidad de vida digna para todos. En todo caso, Jesús, con su parábola -ya que la explicación probablemente procede de la iglesia primitiva que era más timorata-, intentaba decir que, pase lo que pase, la Palabra de Dios siempre produce fruto; basta acogerla desde nuestras posibilidades. Unas veces producirá más y otras menos, pero siempre será luz de nuestra vida. Porque en esto de la luz, de la gracia y de la salvación, la cantidad no cuenta de verdad.

3.Es muy probable que haya sido la iglesia posterior y su moralismo excesivo, la que se haya propuesto acentuar eso de la cantidad como un perfeccionamiento anhelado, y así se refleja en la explicación de la parábola, donde ya todo se centra en el campo que acoge, no en la semilla. Sin embargo, el profeta de Nazaret era menos perfeccionista y quería trasmitir una confianza inaudita en la fuerza de Dios que nos llega por la palabra profética y por la parábola profética del sembrador. El sembrador sabe que no todo lo que siembra se recoge al final, sino que siendo más realista confía "en conjunto" en la semilla que esparce, es decir, en la palabra que ilumina y que salva.

4.Cuando alguien solamente ha podido entregar el 20, o el 60 de su vida (incluso el 30 y el 40), Dios no lo desprecia, sino que lo tiene muy en cuenta. Su amor a los hombres y mujeres que viven en este mundo no le hace despreciar lo que su amor engendra, aunque sea una mínima parte de lo que debería haber sido. Porque para Jesús, en este caso, se trataba de poner de manifiesto la fuerza de la semilla, de la palabra, del evangelio de vida. Porque sin esa semilla, sin esa palabra de gracia y de buenas noticias, no hay manera de que los seres humanos se puedan fiar de Dios y serle fieles. Jesús está sembrado, en esta parábola “el evangelio” frente a le Ley (la Torá). Con el evangelio se entiende que la semilla es gracia; con la ley, lo que vale es la ”producción” en cantidades semejantes a la inversión.

Enseñar pensando en todos los estudiantes


El Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA)constituye un modelo de trabajo con un enfoque de educación inclusiva que hace posible tener en cuenta la diversidad de los estudiantes y sus distintos procesos de aprendizaje. Se organiza en torno a tres principios fundamentales: proporcionar múltiples formas de implicación, de presentación de la información, y de acción y expresión. La finalidad es generar experiencias de aprendizaje significativas que desarrollen las capacidades de cada estudiante. El propósito de este libro es ayudar a los docentes a planificar la intervención didáctica con propuestas curriculares flexibles que permitan dar oportunidades de aprendizaje a todo el alumnado y conseguir una educación de calidad para todos.


Coordinadora Carmen Alba Pastor
Editorial SM
ISBN 9788411206839
320 páginas
Precio: 20 euros (papel), 7,99 euros (ebook)

Cómo mandar a la mierda de forma educada


Un manual práctico y directo sobre la importancia de decir «no» con asertividad. ¿Por qué nos cuesta tanto poner límites? El miedo a perder el trabajo, la idea del amor romántico o el temor a ser excluidos de nuestro círculo social son algunas de las razones. Por ello nos cuesta tanto hacerlo y, cuando nos decidimos, sentimos culpa e incluso ansiedad. Lo cierto es que poner límites en las relaciones es tan necesario como ponerlos en una carretera: evita accidentes. Lo importante es saber cómo comunicar esos límites porque eso es lo que nos ayudará a mejorar nuestra relación con los demás y con nosotros mismos. En este libro, la psicóloga y neurocientífica Alba Cardalda nos enseña a decir «basta» con asertividad y empatía para conseguir relaciones más plenas y honestas, que nos harán sentir más respetados, amados y, sobre todo, libres de ser quienes realmente somos.




Autora Alba Cardalda
Editorial San Pablo
ISBN 978-84-19248-54-1
288 páginas
Precio: 19,90 euros

El cansancio y el alivio Mt 11,25-30 (TOA14-23)

“Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso, modesto y cabalgando en un asno” (Zac 9,9). Es evidente que este oráculo trata de subrayar la modestia del futuro rey. Su asno se contrapone a los carros de Efraím, a los caballos de Jerusalén y a los arcos de los guerreros. 

A la humildad del rey prometido se opone la soberbia de los impostores. Los dictadores prometen la paz, pero imponen la paz de los cementerios. El rey que anuncia el profeta traerá una paz basada en la justicia que respeta la vida, no en las armas que siembran la muerte.  

Pero ese contraste no es solo político y social. No se da solo en nuestro ambiente: se reproduce también en nuestras opciones personales y en nuestro ámbito más cercano.

Con el salmo responsorial nos presentamos humildemente ante el Señor y prometemos: “Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey” (Sal 144).

Así que, escuchando el mensaje de San Pablo, tratamos de vivir según el Espíritu, para intentar dar muerte a las obras de la carne (Rom 8,13). 

TRES INVITACIONES

 La primera parte del evangelio que hoy se proclama contiene una oración de Jesús que recuerda el cántico de María. Jesús da gracias al Padre. Reconoce que él se complace en los humildes y pequeños. Y confiesa su íntima vinculación con el Padre celestial (Mt 11,25-30).

En la segunda parte del texto hay una exhortación de Jesús a los discípulos y una invitación a todos los que admiramos sus gestos y sus palabras. Esta exhortación se expresa por medio de tres invitaciones del Maestro: venid, cargad y aprended. Pero esas tres acciones que se esperan del discípulo incluyen también las promesas que formula Jesús.

• “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviare”. Nuestro cansancio y nuestros agobios son innegables. Pero el Señor nos promete un descanso que no encontramos lejos de él. El Señor es alivio para nuestra fatiga. Es consuelo para nuestro desaliento. Es felicidad que viene a calmar nuestra insatisfacción.

• “Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso”. Llevar el yugo es sentirse vinculados al Señor en su misma tarea y aprender esas actitudes que lo caracterizan. Compartir la misión y la suerte del Señor es la  prenda y la garantía del descanso que necesitamos.

 DOS REVELACIONES

 Además, el evangelio que hoy se proclama contiene dos revelaciones que resultan igualmente importantes. Jesús se nos manifiesta como el puente entre el Padre y los hombres. 

• “Todo me lo ha entregado mi Padre”. La primera revelación tiene una orientación vertical. Cierra la oración de Jesús y nos muestra la razón de su confianza. En su unión con el Padre, comparte con él su interés por el hombre y el mismo plan de salvación. Jesús conoce el corazón amoroso del Padre y asume la misión de descubrirlo a los hombres.

• “Mi yugo es llevadero y mi carga ligera”. La segunda revelación nos abre a la dimensión horizontal de la misión de Jesús. Con ella se cierra la invitación que dirige a sus discípulos. Quien decide seguir el camino de Jesús ha de aceptar unirse a él en la misma tarea. Pero ha de estar convencido de que el Maestro no le impone una carga imposible de llevar.

El Dios de Jesús, un “padre” entrañable Mt 11,25-30 (TOA14-23)

1. El evangelio de este domingo es uno de los textos más hermosos del evangelio de Mateo, que no se prodiga precisamente en el misterio de la gratuidad de Dios. Lucas 10,21, para introducir estas mismas expresiones, (quiere ello decir que ambos evangelistas tienen una fuente común, la conocida como documento o evangelio Q), ha recurrido a uno de sus elementos teológicos más notorios en su obra: estas palabras las pronuncia Jesús lleno del Espíritu Santo. De esta manera, pues, se asumiría en la liturgia de hoy la fuerza y radicalidad del texto de la carta a los Romanos. Por otra parte, también se ha visto en este texto evangélico el cumplimiento del oráculo de Zacarías 9,9-10.

2. Se ha escrito y se ha hablado mucho del Dios de Jesús y cada generación ha de interrogarse sobre ello, porque ese Dios hay que descubrirlo en el evangelio. En este caso podríamos aplicar ese famoso "criterio de disimilitud" con el que los especialistas han tratado de fijar las palabras auténticas de la predicación de Jesús. Es verdad que sobre este criterio se ha encarecido mucho y a veces las discusiones se extreman: lo que no es del judaísmo, o por el contrario, de la comunidad primitiva, es de Jesús. Este texto de Q, sin duda, es de esos textos absolutos. Ni en el judaísmo oficial se pensaba así de Dios, ni entre los primeros cristianos se lo hubieran imaginado tal como hoy aparece en este texto de alabanza y acción de gracias de Jesús. Por tanto, tampoco se hubieran atrevido a poner en boca de Jesús palabras como estas, tan audaces y determinantes. Con los retoques pertinentes que la tradición siempre articula (aquí se usa páter, en griego, y no Abbâ, aunque se reconoce que los vv. 25-26 están recargados de sustratos arameos), nos acercamos mucho a la experiencia más determinante que Jesús tenía de su Dios. Estamos hablando de la experiencia humana de Jesús, del profeta, no debemos entenderlas, ni interpretarlas todavía, en clave trinitaria.

3. Jesús, pues, rompiendo con toda clase de preconcepciones sobre Dios, sobre la religión, sobre la cercanía del amor divino y de la gracia, reta a sus oyentes -aunque estas palabras las dirige a sus discípulos-, para que definitivamente se echen en las manos de Dios. ¿Por qué? porque se trata de un Dios distinto de como se le había concebido hasta ahora y, consiguientemente, de unas relaciones distintas con Él. No son los sabios, los poderosos, o los que más saben, los que lo tienen más fácil para entender al Dios de Jesús. Esa es la primera lección, lo más importante, aunque tampoco es una condena de la teología, de los teólogos o de los místicos. Pero es verdad que Jesús quiere abrir el misterio de Dios a toda la gente y, especialmente, a los más alejados, incluso a los menos "espiritualistas".

4. Es posible que esto le haya valido en la historia la acusación de que su Dios es un Dios de ignorantes y de desgraciados de este mundo, como si Jesús lo hubiera creado desde un cierto resentimiento contra la sociedad de su tiempo. Y la verdad es que tomando expresiones del filósofo Nietzsche, el que había predicho la muerte de Dios, este Dios de Jesús es tan humano, que no lo soportan los espíritus soberbios, los que se creen con espíritu prometéico. El instinto de Jesús para descubrir a Dios nos ofrece a todos la posibilidad de un Dios maravilloso, humano y entrañable.

Fray Miguel de Burgos Núñez

Fuente: https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/9-7-2023/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/

Las verdaderas radicalidades evangélicas Mateo 10,37-42 (TOA13-23)

 El evangelio de este domingo vuelve sobre el "discurso de misión". Mateo señala para su comunidad que ser discípulo y seguidor de Jesús lleva consigo el vivir en conflicto. Perseverar en el discipulado supone romper ciertas tradiciones que nos atan, hasta las más familiares. No se trata de romper afectos familiares, sino lazos que no nos dejan libres. En un "crescendo" eficaz de la alternativa radical que se nos presenta en esta parte del discurso misionero, se pone de manifiesto que cuando la familia nos impone sus  criterios de amor o de odio, de intereses mundanos o de herencia, el discípulo estará en conflicto. Pero Mateo pone de manifiesto que nadie puede estar por encima del evangelio. Jesús, al pedir amarle a El más que a la familia, no está desestabilizándola; está proponiendo una nueva forma de ser hijo, de ser padre o madre y de ser hermano. Estos dichos son famosos, porque algunos discí1)1105 itinerantes los llevaron hasta sus últimas consecuencias, como se refleja en el documento que le sirve a Mateo (Documento Q) para elaborar estas enseñanzas.

El "seguimiento" de Jesús, en verdad, es algo que está lleno de 'radicalidades". Las cosas radicales son aquellas sin las cuales no es posible que nada subsista. El evangelio no podría ser el evangelio si se imponen a los discípulos otros criterios distintos de autoridad y prestigio. Los "dichos" de Jesús recogidos en este discurso están expresados semíticamente y pueden sonar a algo imposible: ¿es posible odiar al padre y a la madre por seguir a Jesús? ¡sería un "contra-dios"! Pero quieren decir algo muy importante. Incluso sabemos que este tipo de "dichos" de Jesús sobre aborrecer a la familia y llevar la cruz obedece a actitudes escatológicas de algunos grupos cristianos que fueron más allá de lo que Jesús quería exigir.

Es una nueva propuesta en la que no se imponen o no se deben imponer imperiosamente los lazos de sangre, el clan familiar, la cultura heredada, los criterios impositivos de los más fuertes o de lo que siempre se debe hacer. El cristiano seguidor de Jesús, amante de la verdad del evangelio, debe amar al padre, a la madre, al hermano, pero nunca debe, a causa de ellos, ceder al odio, al rencor, a la violencia, a la maldición. El cristiano está llamado a una cadena mucho más grande de solidaridad, hasta dar de beber un vaso de agua a cualquiera, sea quien sea, incluso al enemigo nuestro o de nuestra familia. Así es como debemos entender estas palabras del evangelio de la misión.

Tampoco es cuestión de "endulzar" las exigencias por el hecho de que se hayan expresado de una forma semítica en que las que prevalecen los contrastes. Dicen lo que dicen y exigen lo que exigen: algo radical. Pero no se entienda como algo radical por difícil o por imposible, sino por sentido y por coherencia. Se trata de algo vital, porque si no hay raíces, no crece la vida. Eso es lo mismo que el amor a los enemigos: el evangelio no permite el odio de ninguna de las maneras. Por tanto, cuando hay enemigos o nos los creamos en nuestra mente y en nuestro corazón, estamos lejos de Jesús, de su causa del evangelio y de su Dios: cuando hay odio muere el evangelio.

De la misma manera, si seguimos a Jesús, debemos renunciar a nosotros mismos y a lo nuestro. Eso significa lisa y llanamente "llevar su cruz". Pero ¡cuidado!: no veamos aquí solamente renuncia total a la voluntad propia, al honor, a la dicha terrena, recorriendo el duro camino de Jesús por el sendero señalado por Dios, lo que Jesús exige de sus discípulos. Quien acepte el evangelio debe hacerlo por voluntad propia, por honor, y por disfrute personal. Quien acepte estas radicalidades, no debe hacerlo en contra de su voluntad y de su libertad. Si fuera así, ser cristiano, seguir Jesús, sería un drama inhumano inaceptable. Si mi familia, mi clan, mi pueblo nacionalista, me imponen los criterios de mi existencia, de mi libertad y de mi paz, entonces yo estoy con Jesús antes que con los míos. Y ésta, y no otra, es la "cruz", entiendo, que debe llevar el discípulo.