NOVIEMBRE: Personajes bíblicos, fin del Año Litúrgico, fichas, manualidades, actividades, libros, humor, juegos, cómics, resúmenes, fichas, lecturas, videoclips, música... ***Si bien los materiales propios del blog están protegidos, su utilización ES LIBRE (aunque en ningún caso con fines lucrativos o comerciales) siempre que se conserve el diseño integral de las fichas o de las actividades así como la autoría o autorías compartidas expresadas en las mismas.
Los bienes y el bien Lc 12,13-21 (TOC18-16)
“Vanidad
de vanidades, todo es vanidad” Esas palabras que abren el libro bíblico del Eclesiastés
han entrado en nuestro lenguaje. El mismo Qohélet, al que se atribuyen, nos
pregunta a continuación: “¿Qué saca el hombre de todos los trabajos y
preocupaciones que lo fatigan bajo el sol?” Ese es el mensaje que hoy se
proclama (Ecl 1,2; 2, 21-23).
Como sabemos, todo el libro es una reiterada
reflexión sobre la vaciedad de todos los bienes en los que los seres humanos
ponemos nuestra confianza. Nuestros anhelos de felicidad nos llenan de ansiedad
cuando no logramos verlos cumplidos. Pero esos mismos deseos nos dejan
profundamente insatisfechos cuando se cumplen.
Con
razón la carta a los Colosenses nos invita elevar la mirada: “Ya que habéis
resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo
sentado a la derecha de Dios, aspirad a los bienes de arriba, no a los de la
tierra” (Col 3, 1-2). No despreciamos los bienes de la tierra. Pero los
comparamos con el Bien que no engaña.
RICO, PERO NECIO
En
el texto evangélico que se leía el domingo pasado (Lc 11,1-13) Jesús nos
exhortaba a orar, poniendo nuestra confianza en Dios. En el texto que hoy se proclama Jesús nos invita a no poner
nuestra confianza en los bienes (Lc 12,13-21).
En la parábola que contiene se contraponen los pensamientos del hombre y
la sentencia de Dios.
•
El hombre es un rico que ha recogido una gran cosecha. Ese fruto del presente
le lleva a planear su futuro. Ampliará sus graneros. Por tanto tiene
garantizada toda una vida llena de satisfacciones. El rico parece muy
“inteligente”. Cree que el tener le asegura el ser.
•
Sin embargo, la voz de Dios lo califica como un “necio”. Está equivocado. No
puede contar con el futuro, puesto que tampoco el presente le pertenece. Ese
mismo día en que sueña su felicidad le van a exigir la vida. Si no tiene
asegurado el ser, de poco le va a servir el tener.
Es
evidente que estamos hechos para mirar a horizontes más amplios y lejanos. Los
bienes inmediatos no pueden equipararse con el Bien absoluto.
EL VALOR DE LA VIDA
Antes
de la parábola, el evangelio pone en boca de Jesús una exhortación y el
fundamento en que se apoya:
•
“Mirad, guardaos de toda clase de codicia”. Ese es el riesgo del ser humano.
Esa es la tentación. Ese es el engaño. La avaricia y la codicia no son señales
de la realización de la vida. Al contrario, revelan la pobreza interior y la
inseguridad de la persona.
•
“Aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”. En realidad, el
ansia de poseer bienes manifiesta el error en el que se ha instalado el hombre.
Todos los bienes de la tierra no pueden asegurar la vida ni determinar su
auténtico valor.
El
texto concluye con una breve observación que recuerda la necedad del rico: “Así
será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios”.
Jesús me cuenta su vida
Jesús
tiene siete años y ya sabe escribir, decide contar por escrito su vida. Es un
diario donde narra los principales acontecimientos de su vida, desde que nace
hasta que resucita. El libro es válido para todos los públicos. Pero está
especialmente recomendado para niños y niñas entre 7 y 12 años. La lectura de
este libro les acercará a Jesús y les motivará a descubrirle en los relatos
evangélicos. Jesús, en primera persona, habla con un lenguaje claro y actual
para que sea más fácil de comprender. Los capítulos son breves, de fácil
lectura y cada uno va acompañado de una ilustración.
Autora Ascensión Díaz Revilla
Editorial CCS
ISBN 9788490232842
152 páginas
Precio 13,50 euros
Oración insistente Lc 11,1-13 (TOC17-16)
“Que
no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez? Contestó
el Señor: En atención a los diez no la destruiré”. Así concluye el regateo con
el que Abrahán trata de interceder ante Dios por las gentes de la ciudad de
Sodoma (Gen 18, 20-32).
•
En Oriente es muy habitual el regateo a la hora de comprar algún recuerdo para
traernos a casa. El regateo no solo es útil. Es, sobre todo, un medio para
establecer una comunicación. Gracias al regateo, las personas conocen un poco
más a su interlocutor.
•
Gracias al regateo, Abrahán llega a conocer la misericordia y la paciencia de
Dios. Sus preguntas a Dios sobre el número de justos que le moverían a la
compasión son también un modelo para la oración. La oración del creyente ha de
ser confiada e insistente.
EL TRATADO
El
texto evangélico que hoy se proclama (Lc 11,1-13) es un pequeño pero muy
completo tratado sobre la oración. De hecho, incluye un modelo, una parábola,
una exhortación y una profecía.
• El modelo es la oración del Señor. Por
supuesto, los discípulos ya sabían orar. Pertenecían a un pueblo que
consideraba la oración como uno de sus pilares fundamentales. En este caso es
importante la comparación que mencionan. Quieren que Jesús les enseñe una
oración propia de ellos “como” hizo Juan
con sus discípulos.
•
La parábola refiere el incidente de un padre de familia que, molestado por su
amigo en medio de la noche, se levanta para darle los tres panes que le pide
prestados. Mas que un consejo moral, el relato contiene una revelación. Jesús
no trata ahora de pedir a los discípulos que sean generosos con el que les
ruega. Quiere revelar la generosidad de Dios.
•
La exhortación incluye tres imperativos: “Pedid, buscad y llamad”. Con ellos se
subraya la indigencia humana. No somos tan autosuficientes como creemos. Pero
tampoco podemos ser tan desconfiados como somos. Porque el Señor nos promete
que recibiremos, hallaremos y se nos abrirá. Esas frases sin sujeto aparente,
tienen por sujeto a Dios.
EL ESPÍRITU
Finalmente,
el texto evangélico contiene una profecía. En ella se recogen tres frecuentes
peticiones de un hijo a su padre:
•
Si un hijo pide a su padre un pan, el padre no le dará una piedra. Si un hijo
pide un pescado, ningún padre le dará una serpiente. Si un hijo pide un huevo,
el padre no le dará uno de esos escorpiones blanquecinos que se ven en el
desierto.
•
Pero no se ha de fijar la vista en el significante, sino en el significado. En
él está la fuerza de la profecía: “Si vosotros, que sois malos, sabéis dar
cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo piden?”
Seguramente
el oyente espera que Dios nos conceda “cosas buenas”. Y en realidad, eso es lo que casi siempre pedimos al Padre. Pero
la profecía incluye una promesa superior. La verdadera “cosa buena” es el
Espíritu mismo de Jesús. Ese es el verdadero don de Dios.
Dios te cuenta
Una bella selección de 97 historias de la Biblia con las que los niños podrán aprender muchas cosas acerca del amor que el buen Padre nos tiene. Cada uno de los relatos va acompañado de su cita bíblica correspondiente y de una breve lección de vida, o consejo para poner en práctica. Para facilitar su lectura a lo largo del año los relatos se han distribuido en doce partes, una para cada mes.
Autores: León Buitrago y Fredy Augusto
Editorial S. Pablo 2012
ISBN 9788428539852
373 páginas
Precio 18 euros
Acogida y escucha Lc 10,38-42 (TOC16-16)
“Señor,
¿quién puede hospedarse en tu tienda?”. Ese es el estribillo del salmo
responsorial que repetimos en este domingo (Sal 14, 2-5). Es una pregunta que
refleja una nostalgia profunda. La de la persona que se ve perdida y
desorientada por los caminos del mundo. La del creyente que, en medio de tanto
ruido, anhela la paz del santuario.
Pero
ese deseo que da sentido a nuestro canto, no parece responder al mensaje de la
primera lectura que se proclama en la eucaristía de hoy (Gén 18, 1-10a). No es
Abrahán el que llega como peregrino al santuario de Dios. Es el Señor el que
llega hasta la tienda de aquel pastor nómada.
Abrahán
ve premiada su hospitalidad, al recibir y agasajar a unos peregrinos que no
conocía y a los que tardó en reconocer como mensajeros de Dios. Como ha escrito
el teólogo judío Elías Wiesel, esa disposición para acoger al huésped es lo que
convierte a Abrahán en el padre de las tres grandes religiones monoteístas.
LA TIENDA Y LA CASA
Este
hermoso relato anticipa la lectura del Evangelio (Lc 10, 39-42). Evidentemente,
la hospitalidad es el tema que se ofrece a nuestra meditación. Es esta una
virtud difícil. En otros tiempos las gentes acogían a los peregrinos. Hoy
desconfiamos de todos. De los peregrinos, de los inmigrantes, de los
refugiados. Preferimos vivir en la indiferencia hacia los demás.
Es
interesante ver que el texto evangélico
atribuye a Marta la iniciativa de la acogida: “Entró Jesús en una aldea,
y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa”. Marta se nos presenta, por
tanto, como una réplica de la actitud de Abrahán. La tienda del nómada es ahora
una casa. Si Abrahán no conocía a sus huéspedes, Marta parece conocer al suyo.
No
olvidemos la importancia que tiene en los evangelios el verbo “recibir”. Se
habla de recibir a los niños, a un justo, a un profeta y a los discípulos. Y
aún más. Jesús llega a decir: “El que reciba al que yo envíe, a mí me recibe; y
el que a mí me recibe, recibe al que me envió” (Jn 13,20).
LA PIEDRA EN EL LAGO
Así
pues, la hospitalidad no es una decisión que afecte sólo a quien la práctica.
Ninguna de nuestras acciones u omisiones termina en nosotros mismos. Somos como
la piedra que produce un oleaje en las aguas de un lago.
•
Al borde del desierto, Abrahán se apresuró a recibir a los que llegaban hasta
su tienda. Como sabemos, la hospitalidad de Abrahán terminó por implicar también
a su esposa Sara, que tras las lonas de la tienda, escuchaba las promesas de
los huéspedes. Una promesa de fecundidad y de vida.
•
En una aldea, Marta “se multiplicaba” para dar abasto con el servicio que
deseaba prestar a Jesús. Pero la hospitalidad de Marta beneficia a su familia.
De hecho, encuentra su reflejo en la actitud de su hermana María que, sentada a
los pies del Señor, escucha su palabra. Una palabra de vida y de salvación.
El itinerario de Jesucristo
En este libro proponemos unas guías concretas para la práctica comunitaria del Estudio del Evangelio. Se trata de una lectura del texto bíblico con las siguientes características:
1. Un estudio espiritual (en atenta escucha al Espíritu que nos habla en el hoy de la Iglesia y del mundo)
2. Un trabajo apostólico (desde la vida de los hombres y para su evangelización)
3. Una actividad comunitaria (realizada en grupo y en espíritu eclesial, teniendo en cuenta el conjunto de la revelación y de la fe de la Iglesia).
Autor Jesús Andrés Vicente Domingo
Editorial Verbo Divino
ISBN 978-84-9945-819-9
168 páginas
Precio 12,85 euros
Introducción
Metodología
Presentación del ciclo
Ficha 1. Desde Belén a Nazaret. Las opciones de Dios al introducir a su Hijo en la historia
Ficha 2. De Nazaret al Jordán. Jesús recibe del Padre su identidad y su misión
Ficha 3. Del Jordán al mar de Galilea. Jesús busca compañeros para ir con Él y compartir las tareas del Reino
Ficha 4. Misión en Galilea. Las opciones pastorales de Jesús
Ficha 5. El monte de las Bienaventuranzas. El anuncio del Reino de Dios
Ficha 6. Fuera de Galilea. Jesús se encuentra con los extranjeros y los marginados
Ficha 7. De una orilla a la otra. Jesús es Pan de Vida
Ficha 8. De Cesarea de Filipo al Tabor. La crisis
Ficha 9. Subida a Jerusalén. Jesús pone en práctica el camino del Siervo
Ficha 10. En Jerusalén. El testimonio definitivo del Mesías Jesús
Ficha 11. Cena y despedida. Jesús nos deja los “memoriales” de su vida
Ficha 12. Camino del Calvario. Cómo vive Jesús las “experiencias límite”
Ficha 13. Las apariciones del Resucitado. La vida en adelante
Ficha 14. Tú, sígueme. La llamada definitiva
1. Un estudio espiritual (en atenta escucha al Espíritu que nos habla en el hoy de la Iglesia y del mundo)
2. Un trabajo apostólico (desde la vida de los hombres y para su evangelización)
3. Una actividad comunitaria (realizada en grupo y en espíritu eclesial, teniendo en cuenta el conjunto de la revelación y de la fe de la Iglesia).
Autor Jesús Andrés Vicente Domingo
Editorial Verbo Divino
ISBN 978-84-9945-819-9
168 páginas
Precio 12,85 euros
Introducción
Metodología
Presentación del ciclo
Ficha 1. Desde Belén a Nazaret. Las opciones de Dios al introducir a su Hijo en la historia
Ficha 2. De Nazaret al Jordán. Jesús recibe del Padre su identidad y su misión
Ficha 3. Del Jordán al mar de Galilea. Jesús busca compañeros para ir con Él y compartir las tareas del Reino
Ficha 4. Misión en Galilea. Las opciones pastorales de Jesús
Ficha 5. El monte de las Bienaventuranzas. El anuncio del Reino de Dios
Ficha 6. Fuera de Galilea. Jesús se encuentra con los extranjeros y los marginados
Ficha 7. De una orilla a la otra. Jesús es Pan de Vida
Ficha 8. De Cesarea de Filipo al Tabor. La crisis
Ficha 9. Subida a Jerusalén. Jesús pone en práctica el camino del Siervo
Ficha 10. En Jerusalén. El testimonio definitivo del Mesías Jesús
Ficha 11. Cena y despedida. Jesús nos deja los “memoriales” de su vida
Ficha 12. Camino del Calvario. Cómo vive Jesús las “experiencias límite”
Ficha 13. Las apariciones del Resucitado. La vida en adelante
Ficha 14. Tú, sígueme. La llamada definitiva
Biblia para pequeñitos
Esta preciosa Biblia presenta una recreación de los relatos bíblicos más populares, con un lenguaje especialmente adaptado para los primeros lectores y con unas encantadoras ilustraciones que harán las delicias de los más pequeños. Además, hemos querido extraer de los relatos bíblicos valores universales como la bondad, generosidad, solidaridad, amistad, sinceridad, justicia, etc., cuya lista y explicación se encuentran al final del libro.
Varios autores
Editorial LIBSA
ISBN 9788466230100
48 Páginas
Precio 6 euros
Preceptos y valores Lc 10,25-37 (TOC15-16)
“El precepto que yo te mando hoy no es cosa
que te exceda ni inalcanzable...El mandamiento está muy cerca de ti: en tu
corazón y en tu boca. Cúmplelo”. El libro del Deuteronomio pone en boca de
Moisés estas palabras que hoy se proclaman en la celebración de la Eucaristía
(Dt. 30,10-14).
Sin
duda estas observaciones eran útiles para los hebreos que sentían la tentación
de pensar que los mandamientos eran imposibles de cumplir. El texto les decía
que no estaban en las nubes, sino en su propio corazón. Pero esa reflexión no
pertenece solo al pasado. Alcanza en
nuestro tiempo una evidente actualidad.
Adorar
a Dios, honrar a los padres, defender la vida humana, promover una limpieza
integral, luchar por la justicia y mantenerse fieles a la verdad. Esos valores,
tutelados por los mandamientos, responden a los anhelos más profundos de
nuestro corazón. Esos ideales éticos nos hacen personas y contribuyen a crear
una cultura humana y humanizadora.
EL DOBLE AMOR
Esos
valores pueden ser descubiertos por la razón. Por eso son comunes a todos los
pueblos. Ahora bien, lo específico de los cristianos es que los hemos visto
reflejados en Jesús de Nazaret. La carta a los Colosenses nos presenta hoy a
Cristo Jesús como imagen del Dios invisible y como principio y prototipo del
ser humano (Col 1, 15-20).
En el evangelio que se proclama en este
domingo reaparece la pregunta por los mandamientos (Lc 10, 25-37). Un letrado
pregunta a Jesús cuál de ellos es el más importante. Tal vez era una pregunta
teórica. Entre los letrados se discutía cuál de los mandamientos era el más
importante. El gancho del que podía colgar toda la Ley.
También en nuestro tiempo es importante esa
pregunta. El Papa Francisco nos dice que la evangelización ha de centrarse en
el núcleo central de la fe, que es el amor misericordioso de Dios. Pero
nosotros solemos hablar de todo menos de Dios.
De
todas formas, Jesús devuelve la pregunta al letrado. Así podemos descubrir que
él mismo había ya descubierto la importancia de los dos mandamientos
principales: el amor incondicional a Dios y el amor desinteresado al prójimo.
EL PRÓJIMO
Es
verdad que en aquel tiempo muchos se preguntaban quién es el prójimo al que hay
que amar. Algunos se negaban a reconocer como prójimos a los que no pertenecían
a su pueblo, a su religión y a su cultura. Otros, rechazaban a los vecinos que
no cumplían la ley.
•
Esa cuestión permanece en nuestro tiempo. De hecho, excluimos del amor a pobres
e inmigrantes, a niños no nacidos o a enfermos incurables. Tenemos nuestros
propios criterios, que a veces llamamos “carismas”. No reconocemos como prójimo
al que Dios nos presenta.
•
El criterio para reconocer al otro como prójimo es muy discutible. Rechazamos
al que no simpatiza con nuestro equipo deportivo. O al que no da su voto a los
políticos de mi partido. ¿Por qué es tan difícil firmar alianzas para el bien
de todos? ¿Quién nos ha dado el derecho de excluir a los demás?
Elección y misión Lc 10,1-12.17-20 (TOC14-16)
“Festejad
a Jerusalén, gozad con ella todos los que la amáis, alegraos de su alegría los
que por ella llevasteis luto...” Con esta exultante invitación a la alegría se
abre el texto, tomado del libro de Isaías, que hoy se proclama en la primera
lectura (Is 66,10).
Ha
pasado el exilio del pueblo hebreo en Babilonia. Hay que olvidar el pasado y
soñar en el futuro. Hay que soñarlo con esperanza, diseñarlo con alegría y
construirlo con paciencia. La alegría es como el eslabón que une a la esperanza
y a su hermana la paciencia. O tal vez es el fruto de la colaboración entre
ambas hermanas.
Claro
que no podemos pensar que todo ese proceso se debe a nuestras propias fuerzas.
En el final de la carta a los Gálatas, san Pablo nos recuerda que es preciso
cultivar una cuarta virtud: la humildad: “Dios me libre de gloriarme si no es
en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado
para mí y yo para el mundo” (Gál 5,14).
COMUNIÓN Y FRATERNIDAD
Pues
bien, ese abanico de actitudes se refleja también, y con creces, en el
evangelio que hoy se proclama (Lc 10,1-12.17-20). En él se nos recuerda que,
además de contar con sus apóstoles más cercanos, Jesús eligió a otros setenta y
dos discípulos y los envió por delante, de
dos en dos, a todos los pueblos y lugares, adonde pensaba ir él.
A
propósito de este texto evangélico, el Papa Francisco ha anotado que Jesús no
es un misionero aislado. No quiere realizar a solas su misión. Decide contar
con la colaboración de sus discípulos para anunciar el Reino de Dios. El gesto
es muy significativo. Jesús quiere difundir el amor de Dios ya con el mismo
estilo de la comunión y la fraternidad.
El
relato subraya las cualidades que se requieren del discípulo. Ligereza para
anunciar la llegada del Reino de Dios. Pobreza para no confiar tan solo en sus
instrumentos, sino sobre todo en el mismo mensaje que anuncia. Generosidad para
llevar la palabra y los gestos de la paz a todas partes. Sencillez para aceptar
la hospitalidad. Y libertad para dejar los lugares en los que no se acoja su
palabra.
SALIDA EN HUMILDAD
Finalmente,
el texto deja constancia de la alegría con la que los discípulos volvieron
dando cuenta de sus éxitos al Maestro que los había enviado. Jesús se
congratula con ellos y les asegura el poder que les ha confiado. Pero eleva sus
miradas hacia otros horizontes:
•
“No estéis alegres porque se os someten los espíritus”. Es cierto que el
anuncio del Evangelio produce frutos asombrosos, aun en una sociedad
laical. Con demasiada frecuencia,
medimos nuestros esfuerzos con los criterios habituales en nuestro ambiente.
Nos tienta la mundanidad. O el ansia de protagonismo.
•
“Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo”. La
alegría distingue a los creyentes y a
los que anuncian el evangelio. Pero la alegría no se identifica con las
satisfacciones inmediatas. San Pablo recuerda la presencia de la cruz. Y Jesús
nos invita a mirar al cielo. Es decir, a reflexionar sobre el proyecto de Dios
y la meta a la que tendemos.