En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará». Jn 16,12-15
“El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas” (Prov 8,22). El libro de los Proverbios afirma que la sabiduría de Dios, acompañaba a Dios en la creación del mundo.
La sabiduría asiste a Dios al comienzo del mundo, pero no como maestra, sino como aprendiz. Nos agrada saber que “gozaba con los hijos de los hombres”. Ahora sabemos que la sabiduría es el puente que nos une a Dios.
Con el salmo responsorial manifestamos la admiración que suscita en nosotros la contemplación de la obra de Dios: “Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!” (Sal 8,1).
San Pablo escribe que Jesús es la Sabiduría de Dios por la que hemos recibido la fe y la esperanza. Además, “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rom 5,5).
EN UNIÓN CON EL PADRE
El evangelio que hoy se proclama nos sitúa en el ambiente de la última cena de Jesús con sus discípulos (Jn 16,12-15). En esa cena de despedida Jesús les revela su origen y su identidad: “Todo lo que tiene el Padre es mío”.
Jesús había vivido a lo largo de toda su vida en intima unión con el Padre. Con él compartía el misterio y la profundidad del amor.
En este momento añade una revelación muy importante. De hecho, anuncia a sus discípulos que el Espíritu tomará de lo que pertenece al Padre y a él y ambos y se lo comunicará a sus seguidores.
Les transmitirá la luz de la verdad y la entrega del amor. Así que la Trinidad de Dios que hoy celebramos se revela como un misterio de donación.
LA VERDAD PLENA
Además, Jesús deja a sus discípulos una tarea pendiente: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora. Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena”.
• En primer lugar, se nos dice que aceptar el mensaje de Jesús requiere una preparación por parte del oyente. El Señor ha previsto una pedagogía especial para que ese mensaje pueda ser escuchado, aceptado y vivido.
• Además, se anuncia la llegada y la obra del Espíritu de la Verdad. Esa verdad del Evangelio no siempre es fácil de aceptar, de vivir y proclamar. La fe es un don, pero ese don supone una preparación y exige una respuesta.
• En tercer lugar, se asegura la posibilidad de alcanzar la verdad plena. Nuestra vida esta marcada por la esperanza. Vamos haciendo camino, guiados por el Espíritu que nos descubre la sabiduría y la misericordia de Dios.
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