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La receta de la oblea es muy sencilla: agua y una mezcla de harinas diferentes de trigo. Una de ellas, que es rica en gluten, es la que le confiere su textura acorchada.
Tras obtener la masa, se extiende y se calienta entre dos planchas a 170 grados centígrados, lo que facilita la evaporación de los residuos líquidos. De este modo, se obtienen láminas delgadas de pan seco que son apiladas y humedecidas.
Finalmente, las obleas se cortan con un cortamasas especial y se dejan airear durante unos seis días, antes de ser empaquetadas y distribuidas.
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