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El demonio y la mentira Mc 3,20-35

“Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón» (Gén 3,15). Esa es la sentencia que Dios pronuncia contra la serpiente que ha engañado a Eva.
De la serpiente había salido la primera “noticia falsa”, como ha subrayado el papa Francisco. Dios había permitido comer de todos los árboles del jardín, menos uno. Y la serpiente decía a la mujer que Dios había prohibido comer de todos los árboles.
Con razón dirá Jesús que el maligno es mentiroso desde el principio. El pecado es aceptar la mentira en lugar de esforzarse por defender la verdad. El poder del demonio radica siempre en la falsedad, en el engaño.
Pero ya desde los orígenes, Dios promete el triunfo del bien sobre el mal. Con toda razón el salmo responsorial (Sal 129) proclama que “del Señor viene la misericordia, la redención copiosa”. Los creyentes en Cristo confiesan y esperan tener asegurada  una casa que dura eternamente (2 Cor 5,1).
  
EL PODER DEL MAESTRO
En su exhortación Gaudete et exsultate, el papa Francisco ha escrito que el demonio “no es un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea. Ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos” (GE 161).
Pues bien, el evangelio de hoy nos habla del demonio (Mc 3,20-35). Al ver que Jesús domina al espíritu del mal, algunos escribas se atreven a sentenciar: “Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios”.
Jesús responde que no es de razón afirmar que Satanás puede expulsar a Satanás. Para explicarlo expone tres breves parábolas,  de las que extrae una conclusión:
• “Un reino en guerra civil no puede subsistir. Una familia dividida no puede subsistir. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata”.
• “Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido”. Por tanto, si Jesús expulsa los demonios, demuestra el poder divino del Maestro.

EL ESPÍRITU DE LA VERDAD
El texto evangélico incluye, una seria advertencia de Jesús: “Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre”.
• “Quien blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás”. Quien decide llamar bien al mal se aleja de la verdad y se instala en la mentira. Su misma obstinación le impedirá alejarse del engaño.
• “Quien blasfeme contra el Espíritu Santo cargará con su pecado para siempre”. Quien no reconoce en el Espíritu de Dios la fuente de la misericordia y la luz de la bondad no se arrepentirá para pedir perdón por su error. 

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