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La vid y los frutos Jn 15,1-8 (PAB5-21)

 “Llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los Apóstoles” (Hch 9, 26-31). Es impresionante esa doble anotación que se lee en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

Saulo ha perseguido a muerte a los que siguen la doctrina y el camino de Jesús de Nazaret. Ahora se dice que ha cambiado radicalmente. Pero no lo creen los que todavía no han visto pruebas de ese cambio. Hay demasiados lobos que se cubren con pieles de oveja.

Sin embargo hay un levita que sigue a Jesús y que ha vendido un campo para compartir el dinero con los pobres de la comunidad. Bernabé es creíble. Hay que agradecerle que haya avalado con su palabra y su autoridad el cambio que ha convertido a Saulo en un hermano.

 Seguramente, en nuestro entorno ha ocurrido algo semejante. Por eso podemos cantar con el salmo responsorial: “Alabarán al Señor los que lo  buscan” (Sal 21).

De todas formas, recordemos el mensaje de la segunda lectura de este domingo: “Ese es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó” (1 Jn 15,1-8).

 LA VENDIMIA

Tras la alegoría del Buen Pastor, que se leía en el cuarto domingo de Pascua, en este quinto domingo meditamos la alegoría de la vid y los sarmientos  (Jn 15,1-8). En ella se nos habla de Jesús y se nos recuerda la vocación de los discípulos.  

• De Jesús se nos dice que él es la verdadera vid. El viñador sueña con una buena cosecha de uvas y con un vino excelente. Pero ese sueño solo será realidad si cuenta con una buena viña.  Pues bien, Jesús es la nueva y definitiva vid. Gracias a él podremos dar buenos frutos.

• De los discípulos de Jesús se dice que son los sarmientos. Si están unidos a la vid reciben de ella la savia de la vida y pueden producir las uvas. Pero cuando podan la vid, los sarmientos que han sido cortados,  se secan y suelen ser destinados al fuego.

 Es fácil descubrir la lección que nos enseña esta alegoría. A todos nos espera la hora de la vendimia. Queremos ofrecer al mundo una excelente cosecha. Pero solo el estar unidos a Jesús nos dará la posibilidad de producir buenos frutos. Los sarmientos que pretenden desprenderse de la viña para alcanzar la libertad deberían saber que les espera la sequedad y la muerte. 

FIDELIDAD Y FECUNDIDAD

 Sin embargo la alegoría de la vid y los sarmientos no se reduce a una amenaza de esterilidad y de fuego. En realidad nos invita a mirar al Padre y a Jesús. Y abre ante nuestros ojos un espléndido panorama de fe, de fidelidad y de vida.

• “Con esto recibe gloria mi Padre”.  Jesús se refería con frecuencia a la gloria de su Padre. Es verdad que nosotros buscamos demasiadas veces nuestra propia gloria. Pero nos engañamos. Nuestra esterilidad no equivale a la felicidad. Ni da gloria a Dios.  

• “Con que deis fruto abundante”. Se dice que la fe cristiana no favorece la cultura o el progreso. Es un tópico que no responde a la verdad. A pesar de nuestros fallos, los seguidores de Jesús hemos dado abundantes frutos de verdad, de bondad y de belleza.  

• “Así seréis discípulos míos”. Todos seremos siempre discípulos de alguien. Es un don de Dios poder ser discípulos de Jesús. Pero esa condición hay que vivirla en fidelidad al Maestro, que es la vid, para producir en fecundidad los frutos de los sarmientos sanos. 

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