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Madre de Dios Lc 2,16-21 (NAVA-María, madre de Dios)

“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”.  Esa es la fórmula de la bendición que Aarón y sus descendientes habían de pronunciar sobre los israelitas” (Núm 6,22-27). Confiadamente hacemos nuestra la respuesta del salmo: “El Señor tenga piedad y nos bendiga” (Sal 66,2).

Por su parte el apóstol Pablo presenta a los fieles de Galacia el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, aludiendo a María, la madre de Jesús:  Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción” (Gál 4,4).

En cuanto Dios, el Hijo vive en la eternidad. En cuanto hombre nace de una mujer en el tiempo. Esa mujer es María de Nazaret. Ella acoge en esta tierra el misterio que llega del cielo.  Ella es la  Madre del Hijo de Dios, tan divino que ha querido hacerse humano. Tan humano que puede revelarnos  lo divino. 

SER TESTIGOS DEL MISTERIO

El evangelio según  Lucas nos invita a situarnos en las colinas cercanas a Belén. Los pastores reciben del cielo la buena noticia del nacimiento del Mesías. Y llegados a Belén,   encuentran a María, a José y al niño acostado en el pesebre (Lc 2,16).

• En medio de la noche, los pastores escuchan el mensaje celestial. Se ponen rápidamente en camino y al ver al niño transmiten el mensaje recibido. Escuchar el mensaje, buscar al Mesías y anunciar su presencia. Tres acciones que caracterizan a quienes están abiertos a los misterios divinos, que transforman a los humanos.

• Como se sabe, en el pueblo hebreo los pastores no eran aceptados como testigos ante los tribunales. Precisamente por eso resulta más sorprendente ver que son los elegidos por Dios para dar testimonio de su presencia en el mundo. Los evangelizados se transforman en evangelizadores.

MEDITAR EN EL CORAZÓN

Además, en el evangelio según  Lucas se nos dice que “María conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”  (Lc 2,19). Conservar y meditar en el corazón las cosas del Señor. He ahí  un mensaje que hemos de tener muy presente todos los llamados a vivir de acuerdo con el Evangelio. 

• “María conservaba todas estas cosas”. María es modelo de muchas actitudes humanas y cristianas. También del interés por conservar en su memoria los acontecimientos de los que era testigo. Nosotros seremos buenos discípulos del Maestro si prestamos atención a sus hechos y a sus palabras.

• “María meditaba estas cosas en su corazón”. En una sociedad marcada por el activismo y por la prisa es difícil detenerse a meditar sobre la vida y su misterio. Para meditar es preciso  saborear lo verdadero, lo bueno y lo bello. Con ello nuestro corazón podrá vivir en sintonía con Aquel que es la Verdad, la Bondad y la Belleza.

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