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Pastor y Juez Mt 25, 31-46 (TOA34-23) CRISTO REY

“Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío”. Así concluye el oráculo en el que el profeta Ezequiel presenta a Dios como el pastor. Él no es indiferente a la suerte de su rebaño.  Es cierto que busca y cuida atentamente a las ovejas y a las cabras. Pero también es cierto que no ignora la diferente conducta de unas y otras (Ez 34,17). 

Con el salmo responsorial recordamos una de las oraciones más queridas tanto por el pueblo de Israel como por la comunidad cristiana. La imagen del buen pastor fue reproducida con frecuencia en las catacumbas romanas. Hoy proclamamos de nuevo nuestra confianza en el Señor, que se ocupa de nosotros: “El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal 22,1). 

En esta fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, leemos que san Pablo anuncia a los fieles de Corinto que Cristo ha de entregar el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza (1 Cor 15,20-28). 

ACOGIDA Y RECHAZO

El capítulo 25 del evangelio de Mateo contiene tres admirables textos sobre la esperanza. Tras las imágenes de las jóvenes y sus lámparas y la de los criados que reciben los talentos, en este último domingo del año litúrgico, Jesús presenta al Hijo del hombre como un rey-pastor que separa las ovejas de las cabras (Mt 25,31-46).

• A los que están a su derecha el Rey los acogerá con la amabilidad de una bendición y de una inefable promesa: “Venid, benditos de mi Padre. Heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” (Mt 25,34).

• En cambio, a los que se encuentran a su izquierda el Rey los rechazará con la tremenda dureza que evoca la maldición: “Apartaos de mí, malditos. Id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt 25,41).

EL EXAMEN FINAL

El criterio para separar a unos de los otros no es la raza o la cultura. Tampoco los distinguen su fe y sus prácticas religiosas. Creyentes y no creyentes serán examinados según el mismo protocolo, como ha escrito el papa Francisco en su exhortación sobre la santidad.  Unos y otros se dirigirán al juez con la misma pregunta que revela su asombro.

• “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos?” Esa es la pregunta de los que han entregado su tiempo y su atención a los más pobres y abandonados de la tierra. A esa pregunta responde el Rey con una revelación de su identidad y su presencia: “Lo que hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, lo hicisteis conmigo” (Mt 25,40).

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