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Del poder al servicio Mc 10,35-45 (TOB29-24)

“El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento…Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos”. Esa era la misión del Siervo del Señor, que se recuerda en la primera lectura de la misa de hoy (Is 53,10-11). Ese misterioso personaje no está revestido de poder. Al contrario, precisamente por sus sufrimientos se convierte en salvador de muchos. 

Con el salmo responsorial, nosotros confesamos que nuestra redención no es fruto de nuestro poder, sino de la bondad que esperamos de Dios: “Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti” (Sal 32,22).

Esa compasión divina es evocada por la carta a los Hebreos, que nos recuerda que “no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades” (Heb 4,14-15).


LA APETENCIA DEL PODER

En los domingos anteriores, el evangelio de Marcos nos ha recordado  la enseñanza de Jesús sobre el placer y el tener. Hoy se nos revela que la apetencia humana del poder ha de ser entendida como la disponibilidad para servir a los demás (Mc 10,35-45). 

• Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se dirigen a Jesús con una petición que contradice el ejemplo y la enseñanza que han recibido de él: “Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir”. Ese Maestro les habia enseñado a orar al Padre diciendo: “Hágase tu voluntad”. Así que no podemos tratar de manejar a Dios para que se someta a nuestros deseos 

• Santiago y Juan piden puestos de honor en la gloria del Mesías. Pero Jesús les anuncia que le espera un horizonte de pasión y de muerte. Y ese es el camino que aguarda a los discípulos que lo siguen y reconocen como su Maestro. También ellos compartirán el cáliz de amargura que él ha de beber y el baño de dolor y de sangre  con que él será bautizado. 

• Santiago y Juan suscitan el enojo de sus compañeros. Pero todos aspiramos al poder de los que dominan a las gentes e imponen su voluntad sobre los más débiles e indefensos. Pero el Maestro enseña a sus discípulos que  quien quiera ser el primero entre ellos ha de aprender a ser el humilde servidor de todos sus hermanos.  

  SOBRESALIR O SERVIR

 Es grande quien acepta ser el servidor de  los demás. No es fácil aprender esa lección. Servir no es una postura para triunfar en la vida. El servicio no es una estrategia  para consiguir nuevos adeptos para la Iglesia. El servicio es el único modo de parecernos al Maestro.

• “El hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan”. En Jesús se  realiza la vocación y la misión del Siervo del Señor, al que se refiere el libro de Isaías. En el contexto de la última cena, Jesús lavó los pies a sus discípulos y los exhortó a realizar con sus hermanos ese gesto que parecía propio de los esclavos. Así traducía el Maestro su lección sobre el amor. 

• “El Hijo del hombre ha venido para servir y dar su vida en rescate por todos”. Al igual que el Siervo del Señor, anunciado por el profeta, también Jesús justifica y rescata a muchos. Con su humillación, él  ha denunciado nuestro orgullo. Él nos ha liberado de la necedad del pecado, de la tristeza, del sinsentido y del vacío.

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