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El Reino de la Verdad Jn 18,33b-37 (TOB34-24)

 “Vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él” (Dn 7,13). Ese hijo de hombre recibe el dominio sobre todos los pueblos de la tierra. Un señorío que no tendrá fin. Frente al poder de las bestias, mencionadas por el profeta, recibirán la corona del triunfo los santos que den testimonio de su fe hasta el martirio. 

En esa profecía de Daniel se anunciaba a un mesías, cuyo poder no nacería de su fuerza, sino de la elección del mismo Dios. Gracias a él dominaría a los poderes del mundo.

A esa promesa, podemos responder nosotros con  el salmo responsorial: “El Señor reina, vestido de majestad; el Señor, vestido y ceñido de poder” (Sal 92,1).

Haciéndose eco de la profecía de Daniel, también el Apocalipsis ve llegar a  Jesucristo en las nubes del cielo. El Primogénito de entre los muertos y Príncipe de los reyes de la tierra,  ha sido traspasado para librar a los hombres de sus pecados (Ap 1,5-8).

UN REINO QUE NO ES DE ESTE MUNDO

En esta fiesta de Jesucristo Rey del universo, el evangelio recuerda el diálogo que Pilato mantiene con Jesús para averiguar qué tipo de realeza se atribuye aquel judío que han traído hasta su tribunal (Jn 18,33-37).

Jesús dirige a Pilato una frase que sin duda sería desconcertante: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí”.

• “Mi reino no es de este mundo”. En un cierto sentido, la fe aleja a los creyentes de las realidades de esta tierra. El Reino de Jesucristo se encuentra en esta tierra, pero no es de esta tierra. Los discípulos del Señor amamos este mundo con sinceridad y responsabilidad, con libertad y con alegría, pero no podemos aceptar los criterios de la  mundanidad.

• “Mi reino no es de aquí”. Es evidente que el mensaje de Jesús no se impone por la fuerza. Jesús reprendió a Simón Pedro por pretender defenderlo con la espada (Jn 18,10). No pertenecen al reino de Jesús los que tratan de imponer la verdad por medio de la violencia o de la coacción. O por otros medios que parecen inocentes, como el interés personal.

LA VERDAD Y LA VOLUNTAD DE DIOS

En realidad, al procurador de Roma solo le interesa mantener la calma en aquella tierra. Pero Jesús se limita a declarar que él ha venido al mundo para ser testigo de la verdad.

• Como todos los poderosos, Poncio Pilato no sabe qué es la verdad ni le interesa saberlo. Seguramente tampoco sabe lo que significa ser testigo, que en griego se llamaba “mártir”. 

• En el contexto de la última cena, ante una pregunta del apóstol Tomás, Jesús se había definido como el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6).

• Y ahora añade que “todo el que es de la verdad escucha su voz” (Jn 18,37). Así que su reino no se impone por las armas y por la violencia. A su reino pertenecían y pertenecen los que identifican la verdad con la voluntad de Dios.  

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