¿Cómo
es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín? Bien sabe
Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el
conocimiento del bien y del mal” (Gén 3,1.5). Los primeros capítulos del
Génesis crean muchos problemas de fe a las gentes. Bastaría fijarse en su
estilo parabólico. Y ver que solo en las fábulas hablan los animales.
El
discurso de la serpiente es engañoso. En él se encierran dos grande cuestiones
que inquietan a los hombres de hoy. En primer lugar se presenta a Dios como
aquel que prohíbe la realización humana. Y en segundo lugar, se suscita en la
persona el deseo de decidir por su cuenta la esencia del bien y del mal.
Está
en juego la imagen misma de Dios. Y, en consecuencia, se plantea la cuestión de
la identidad y de los poderes del hombre. Así que la tentación no es una
frivolidad.
En
la carta a los Romanos, san Pablo presenta a Jesucristo como el nuevo Adán (Rom
5,12-19). Si el primero refleja nuestro coqueteo con el mal, que nos lleva a
creernos dioses, el segundo nos revela la grandeza del bien, que consiste en
aceptar a Dios como Señor.
LAS TENTACIONES DE ISRAEL
En
el evangelio de este primer domingo de cuaresma se lee todos los años el relato
de las tentaciones de Jesús en el desierto.
El texto tomado del evangelio de Mateo evoca las tentaciones del pueblo
de Israel. De ellas recibimos orientación para afrontar nuestras propias
tentaciones.
•
Pretender que las piedras se conviertan en panes evoca el hambre que el pueblo
peregrino padeció en el desierto y el don del maná y las codornices (cf. Ex
16). Pero Jesús sabe que el hombre no vive solo de pan.
•
Proponer a Jesús que se arroje desde el alero del templo, recuerda que el
pueblo sediento tentó a Dios, al pensar que Dios estaba contra él (cf. Ex 17,
1-7). Pero Jesús advierte que nunca se debe tentar a Dios.
•
Ofrecer a Jesús los tesoros de todos los reinos del mundo, nos muestra de nuevo
el espectáculo del pueblo que decidió adorar a un becerro de oro (cf. Ex
32). Pero Jesús proclama que solo a Dios
se debe adorar.
LA PALABRA Y SUS VALORES
En
el relato de las tentaciones de Jesús se contraponen constantemente la
humanidad y la debilidad de Jesús, que siente hambre; y la imagen y la majestad
de Dios, a quien es preciso escuchar. Por eso se repite hasta tres veces la
solemne apelación a la palabra divina.
• “Está escrito”. Así responde Jesús. No basta
el pan de cada día, por necesario que sea. Hace falta alimentarse de la Palabra
de Dios.
• “Está escrito”. Dios es nuestro Padre,
compasivo y misericordioso. Pero tienta a Dios quien se expone al peligro y lo
convierte a él en un fácil salvavidas
• “Está escrito”. Los tesoros y la
magnificencia de todos los reinos nos fascinan. Pero a nada y a nadie debemos
la adoración que solo Dios merece.
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