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La misión del pastor Jn 21,1-19 (PAC3-25)

 El domingo tercero de Pascua leemos la respuesta de Pedro a los dirigentes judíos, que le prohíben hablar y actuar en el nombre de Jesús (Hch 5,27-41).  

• “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Con aquella prohibición, los dirigentes no reflejaban las necesidades del pueblo, sino sus intereses personales y de grupo y su deseo de mantener su seguridad y sus privilegios. 

• “El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús”. Aquella prohibición no respetaba la conciencia de los que habían seguido a Jesús y habían ya experimentado la presencia del Resucitado, del que se decían testigos.   

En este momento de turbación y persecución, los testigos de Cristo pueden repetir la promesa del salmista: “Te ensalzaré, Señor, porque me has librado” (Sal 29).  

Es más, con el Apocalipsis reconocemos al Señor como nuestro liberador y proclamamos el poder, el honor y la gloria que merece el Cordero degollado (Ap 5,11-14).

DE NUEVO, JUNTO AL LAGO

Jesús había encontrado a sus discípulos a la orilla del Lago de Genesaret. Una vez resucitado, por medio de María Magdalena les pide que vuelvan a Galilea. Y allá vuelve el Señor para repetir los gestos de la llamada original (Jn 21,1-19).  

• De nuevo los discípulos pasan por la experiencia de una noche de pesca infructuosa. Y de nuevo la obediencia al Señor los lleva a llenar sus redes con una gran cantidad de peces. 

• De nuevo, el Señor toma el pan y el pescado y lo reparte entre sus discípulos. Y de nuevo aquellos gestos hacen visible su misericordia y su entrega personal a los que él ha elegido 

• De nuevo Jesús, dirige a Simón Pedro aquella misma palabra con la que lo llamó en otro tiempo: “Sígueme”. Y de nuevo esa palabra resuena como la invitación al discipulado.

EL AMOR Y LA MISIÓN

  En el marco de la última cena, Pedro había prometido seguir a Jesús hasta la muerte, sin embargo, por tres veces declaró no conocerlo. Ahora, el Resucitado no pretende reprender al discípulo por su infidelidad. Viene a comprobar su amor y confiarle la misión del pastoreo. 

• “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. A las tres negaciones de Pedro corresponden tres preguntas de Jesús.  Quiere saber si Pedro lo ama, o al menos si lo quiere.  El Maestro parece querer acomodarse a las posibilidades y la fragilidad de su apóstol. 

• “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús conoce la generosidad de Simón, pero también conoce su debilidad. Ahora como entonces, Jesús espera de sus discípulos al menos una confesión de amor.  

• “Apacienta mis corderos y mis ovejas”. Jesús había prometido a Simón el encargo de ser pescador de hombres. Ahora utiliza una nueva imagen para reflejar la misión que le confía. Ha de ser pastor del rebaño, por el cual el Pastor bueno había entregado la vida.  

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