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Guía del duelo para educadores
Las Escuelas Católicas han editado una Guía para ayudar a los educadores a comprender y hacer frente a la pérdida de familiares en el entorno escolar. Siete capítulos vertebran las 120 páginas que lo componen que además disponen de una Introducción y una biografía consultada. He aquí su índice (si quieres acceder pincha aquí sobre GUÍA DEL DUELO PARA EDUCADORES):
INTRODUCCIÓN 8
1. ACLARACIONES PREVIAS 11
1.1. Qué es el duelo 12
1.2. El duelo en la infancia y en la adolescencia 14
1.3. Los educadores ante la muerte 16
2. EL PROCESO DEL DUELO 19
2.1. Ideas erróneas en torno al duelo 20
2.2. Etapas del duelo 22
2.3. De las etapas a las tareas 24
2.4. Comportamiento esperables 27
2.5. Lectura creyente de las tareas del duelo 30
3. ACOMPAÑAMIENTO PEDAGÓGICO Y PASTORAL DEL DUELO 33
3.1. El duelo como elemento pedagógico y pastoral en el aprendizaje vital 34
3.2. Principios pedagógicos fundamentales 35
3.3. Pautas de intervención pedagógico-pastoral 39
3.4. Mensajes inadecuados y mensajes adecuados 40
3.5. Atención en los primeros días 45
3.6. Espacio de la tutoría. Técnicas grupales 48
3.7. Celebración cristiana de la muerte 54
3.8. Posibilidad de celebración interreligiosa 55
4. PAUTAS PARA LA COMUNICACIÓN 57
4.1. Recomendaciones generales 58
4.2. Actuaciones específicas en casos de crisis de comunicación en situaciones de duelo 61
5. CRITERIOS JURÍDICOS 69
5.1. Fallecimiento de un alumno o un trabajador del centro 70
5.2. Cuestiones relativas a la responsabilidad civil y penal 72
5.3. Cómo actuar con la familia del fallecido 76
6. ASPECTOS A TENER EN CUENTA EN CASOS CONCRETOS 79
6.1. Duelo anticipatorio: enfermedades avanzadas 80
6.2. Duelo en caso de suicidio 82
6.3. Duelo en caso de accidentes 86
6.4. Duelo en caso de muerte violenta 87
6.5. Duelo por muerte perinatal 89
6.6. Duelos patológicos 89
6.7. Protocolo de actuación ante el fallecimiento de un miembro de la comunidad educativa 90
7. PREPARACIÓN ANTE LA MUERTE 93
7.1. Por una pedagogía de la muerte 95
7.2. Atender nuestra condición humana 96
7.3. Desde la fe 98
7.4. Con los alumnos 103
7.5. Programas de tutorías: fomentar competencias socio-emocionales y habilidades 107
7.6. Medidas de comunicación 110
7.7. Preparación desde el punto de vista jurídico 114
8. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA 117
Dos modos de orar Lc 18,9-14 (TOC30-19)
“Los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansa; no ceja hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia”. Esta afirmación del libro del Eclesiástico (Eclo 35,15-22) recoge una convicción que atraviesa las páginas de la Biblia. Los pobres del Señor son aquellos que solo en Dios encuentran escucha y apoyo.
La prensa de todos los días nos da cuenta de injusticias sangrantes, de conspiraciones de unos estados contra otros, de trampas de todos los tipos. El mensaje bíblico nos recuerda que “El Señor es un Dios justo que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre y escucha las súplicas del oprimido”.
De esta convicción se hace eco el salmo que hoy resuena en nuestra asamblea: ”El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él” (Sal 33,19.23).
También san Pablo confiesa a su discípulo Timoteo que Dios es un juez justo, que libra del mal a quien confía en él (2 Tim 4,6-8.16-18)
MILAGROS Y HUMILDAD
Tras evocar la invocación de los leprosos a Jesús y las súplicas que una viuda dirigía al juez injusto, el evangelio según san Lucas nos presenta en este domingo la parábola del fariseo y el publicano (Lc 18,9-14). Con ella Jesús nos enseña que la oración no siempre responde a la verdad de la persona. Solo la piedad humilde es verdadera, como lo indica la comtraposición de los dos protagonistas.
• El fariseo tiene el doble mérito de observar la Ley del Señor y dirigir hacia Él su mirada. Pero se atribuye a sí mismo esas virtudes de las que presume. Su acción de gracias refleja su autosuficiencia. Se atribuye una santidad que siempre es un don de Dios. Y en consecuencia se siente autorizado para despreciar a los que no parecen tan santos como él.
• El publicano cobra los impuestos que el imperio romano exige a sus súbditos. Eso le hace odioso ante las gentes que lo consideran como un pecador. No se atreve a adornar su oración con las abundantes palabras que usa el fariseo. Su oración nace de la humildad de quien solo puede encontrar la salvación en la misericordia de Dios.
Con razón escribió el P. Alonso Rodríguez que “mejor es el humilde que sirve a Dios que el que hace milagros”.
CAMINAR EN HUMIDAD
Jugando con las palabras, se podría decir: “Dime cómo oras y te diré a qué Dios adoras”. Tanto el fariseo como el publicano creen en Dios. Jesús nos dice que el publicano alcanzó la justicia y la santidad de Dios. Con ello nos invita a preguntarnos cómo imaginamos a Dios y cómo nos comprendemos a nosotros mismos.
• “Oh Dios, ten compasión de este pecador”. Esta oración nos lleva a revisar nuestro pasado y a tratar de descubrir las cicatrices que ha dejado en nosotros el pecado. Es decir, nuestro alejamiento de Dios. Y nuestra indiferencia ante sus hijos.
• “Oh Dios, ten compasión de este pecador”. Esta oración nos invita a sentir de verdad la seriedad del pecado. Pero también nos lleva a confiar en la misericordia de Dios que no se cansa de escuchar, acoger y perdonar a los humildes.
• “Oh Dios, ten compasión de este pecador”. Esta oración nos exige admitir y confesar que solo Dios puede aceptarnos como somos y ayudarnos a ser como Él desea y espera que seamos. Solo Dios conoce nuestra verdad y puede alentarnos en el camino.
LETRA:
Por mucho tiempo busqué
Una Razón de Vivir
En medio de mil preguntas
Tu Amor me respondió.
Ahora veo la Luz
Y ya no tengo Temor
Tu Reino vino a mi vida
Y ahora vivo para Tí
Cantaré de Tu Amor
Rendiré mi Corazón ante Tí
Tú serás mi Pasión
Y mis pasos se guiarán por tu Voz
Mi Jesús y mi Rey
¡De tu Gran Amor cantaré!
Por mucho tiempo busqué
Una Razón de Vivir
En medio de mil preguntas
Tu Amor me respondió
Ahora veo la Luz
Y ya no tengo Temor
Tu Reino vino a mi vida
Y ahora vivo para Tí
Mi Jesús y mi Rey
¡De tu Gran Amor cantaré!
Mi Jesús y mi Rey
¡De tu Gran Amor cantaré!
Mi Jesús y mi Rey
¡De tu Gran Amor cantaré!
Señor
Oración y justicia Lc 18,1-9 (TOC29-19)
“Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec”. Este relato bíblico nos presenta a Moisés orando en el monte por su pueblo, mientras Josué se enfrenta en el llano a los amalecitas (Éx 17,8-13).
Evidentemente se trata de subrayar la fe de Moisés y su influencia ante Dios. Por otra parte, se anticipa ya la prsentación de Josué como el futuro guía de su pueblo. Pero, sobre todo, se pone de relieve el valor de la oración. La imagen de Moisés orando con los brazos en alto sería toda una lección sobre la misericordia de Dios y la gratuidad de la liberación.
El salmo responsorial responde al orante que se pregunta de dónde le vendrá el auxilio: “El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma, el Señor guarda tus entradas y salidas ahora y por siempre (Sal 120,7-8).
San Pablo dice a Timoteo que la Sagrada Escritura puede darle la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación” (2 Tim 3,15).
LOS TRES PERSONAJES
También el evangelio subraya el valor de la oración. Para reflejarlo de una forma fácilmente inteligible, Jesús lo expresa en la parábola de la viuda y el juez injusto (Lc 18,1-8). Los dos personajes encarnan dos tipos humanos de personas, al tiempo que reflejan los atributos de Dios.
• La viuda era en Israel la imagen más evidente de la pobreza y el desamparo. Se sabía por experiencia que una viuda se veía sola y no tenía quien defendiera sus derechos ante la asamblea popular. En este caso, se dice que sus derechos han sido ignorados y pisoteados repetidas veces por los prepotentes.
• Por otro lado aparece el juez al que acude la viuda reclamando justicia. La Biblia presenta varias veces a los jueces como símbolos de la rectitud y del respeto que merecen tanto la ley como las personas. Pero el texto presenta a este juez con unos rasgos que lo descalifican ante nuestros ojos: “Ni temía a Dios ni le importaban los hombres”.
• Este juez corrupto ignora a la viuda que le suplica. Después de mucho insistir, esta logra que la escuche el juez, no por responsabilidad profesional, sino para librarse de su insistencia. Por contraposición, se anuncia que Dios escucha la oración de los que le suplican y les hace justicia. Dios es justo y compasivo, misericordioso y fiel.
LA SÚPLICA Y EL JUICIO
La parábola del juez inicuo que ignora el lamento de la pobre viuda nos lleva también a recordar el tono de su humilde súplica:
• “Hazme justicia frente a mi adversario”. Hoy muchas personas se sienten marginadas en la sociedad, en el puesto de trabajo y aun en su propia familia.Tienen derecho a reclamar justicia y atención a sus derechos.
• “Hazme justicia frente a mi adversario”. También la Iglesia, como comunidad tantas veces humillada, puede y debe dirigirse a Dios. De hecho, habrá de implorar su misericordia y su justicia, cuando muchos de sus hijos son perseguidos hasta la muerte.
• “Hazme justicia frente a mi adversario”. Muchas personas y comunidades ven pisoteados sus derechos por la injusticia de los poderosos. Pero Dios no es neutral. Pensar en el juicio de Dios es un motivo de esperanza para los oprimidos, como escribió Benedicto XVI en su encíclica “Salvados en esperanza”.
Domund 2019. Bautizados y enviados
El domingo 20 de octubre se celebra la Jornada mundial del Domund. Aquí podéis encontrar un ENLACE para acceder a los materiales (ir hasta la parte inferior de la página) que encontraréis organizados de la siguiente forma:
Fe en Dios y Servicio al hombre Lc 17,5-10 (TOC27-19)
“Mira, el altanero no triunfará, pero el justo por su fe vivirá”. No es muy conocido el profeta Habacuc, pero se ha hecho famoso ese oráculo que recibió de Dios (Hab 2,2-4).
Parecía desalentado al contemplar la situación de injusticia y de violencia, de luchas y contiendas en que vivía el país. Todo hacía presagiar el fin de aquella sociedad corrupta. Seguramente los caldeos no tardarían en invadir aquellas tierras. Y con la invasión llegarían la crueldad y la rapiña, la muerte y el destierro.
Ante ese panorama, Habacuc se dirige a Dios con una súplica cargada de angustia: “Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que me oigas, te gritaré: ¡Violencia!, sin que me salves?” Y Dios le responde para recordarle que solo la fe puede ayudar a su pueblo a descubrir el sentido de tanto dolor y a mantener la confianza.
En el mismo sentido resuena la invitación divina en el salmo responsorial: “No endurezcáis el corazón” (Sal 94). Para todo el pueblo de Dios valen las palabras que san Pablo dirige a Timoteo: “Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio… Vive con fe y amor cristiano” (2 Tim 6-14).
UNA IMAGEN IMPACTANTE
También el evangelio de Lucas que hoy se proclama retoma la reflexión sobre la fe (Lc 17,5-10). En él aparecen una súplica, una imagen y una exhortación.
• La súplica que los apóstoles dirigen a Jesús debería ser la nuestra: “Auméntanos la fe”. Bien sabemos que entre nosotros hay personas que se dicen creyentes y no practicantes. En realidad, también hay muchos que son practicantes, pero no parecen muy creyentes. Unos y otros deberían –o deberíamos- repetir con frecuencia esa petición.
• La imagen que utiliza Jesús es impactante. Bastaría tener fe como un granito de mostaza para arrancar de raíz una morera y plantarla en el mar. La hipérbole es profética. La fe nos llevaría a cambiar el mundo. Con la fe renacería la justicia. Los poderosos descubrirían el valor de la humildad y los pobres verían reconocida su dignidad.
• La exhortación retoma la imagen del criado que ha hecho lo que debía. Jesús nos ofrece una pauta para no alardear del bien que la fe haya producido en nuestra vida. Contra la tentación del pelagianismo, que denuncia el papa Francisco, basta confesar con toda sencillez: “Somos siervos inútiles. Hemos hecho lo que teníamos que hacer”.
DON Y TAREA DE LA FE
Con todo, ninguno de nosotros debería dejar en el olvido esa petición que los apóstoles dirigen al Señor. Es una oración de alcance universal.
• “Auméntanos la fe”. La fe es un don gratuito de Dios. Solo quienes lo valoran como tal lo pedirán un día y otro con insistencia, lo recibirán con alegría y gratitud y lo cuidarán con esmero y responsabilidad a lo largo de toda su vida.
• “Auméntanos la fe”. La fe es confianza en Dios. Es el resumen de la vocación de esta familia que es la Iglesia. La comunidad ha sido llamada por su Señor a confiar en él, también en los momentos difíciles y en las horas de prueba.
• “Auméntanos la fe”. La fe es finalmente un horizonte que se abre ante los ojos de toda la humanidad. Muchos piensan que por creer están haciendo un favor a Dios. Pero es Dios quien nos ofrece una luz para poder caminar en las tinieblas y verle en nuestros hermanos.
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