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JMJ Madrid 2011 y Benedicto XVI

En la web del Vaticano podéis encontrar un lugar específico sobre la actividad del papa y sus intervenciones. Por el momento sólo tiene cargado el mensaje para animar la participación y el programa del Santo Padre en su estancia en Madrid. Conforme vayan sucediéndose los eventos podréis tener acceso a sus homilías, encuentros, viacrucis... así como a una galería fotográfica.

Para ir al enlace pincha aquí "Vaticano JMJ Madrid 2011"

Sobre el anteproyecto-ley asistencia fin vida humana

Mi querido profesor de teología moral comparte esta breve pero intensa reflexión ante la forma y fondo del texto del Anteproyecto de ley sobre la asistencia ante el final de la vida humana:

En el texto del Anteproyecto de ley sobre la asistencia ante el final de la vida humana, es de alabar el interés por respetar las convicciones y creencias del paciente. Sin embargo, se echa de menos una cláusula que tutele por igual el respeto a las convicciones y creencias del personal médico-sanitario.
Es más, la letra de este artículo parece excluir de antemano el derecho a la objeción de conciencia por parte de estos profesionales.
En el marco de las obligaciones de las administraciones sanitarias se habla de la formación que se pretende ofrecer a los profesionales de la salud para prepararlos “en el ámbito de la prestación de cuidados paliativos” (art. 19e). Y se habla sobre la información que sobre este tema se ha de impartir a los ciudadanos (art. 19f).
Sin embargo, al lector le surgen algunas preguntas sobre el alcance ético de la formación y el tipo de información que se pretende pasar por los medios de comunicación.
En el art. 20 se habla de los comités de ética de los centros sanitarios. Uno puede preguntarse con qué criterios serán elegidos y formados los miembros de esos los comités. Por otra parte, parece que ellos serán los encargados de elaborar los modelos de las instrucciones previas o testamento vital que habrán de facilitar a los pacientes.
Pero ahí surge otra dificultad. Bien se conoce, por ejemplo, la diferencia que existe entre el testamento vital adoptado por la Conferencia Episcopal Española y los que son distribuidos por algunas asociaciones que propugnan el llamado derecho a la muerte digna.
Una cierta perplejidad, sin otros comentarios por el momento, suscitan las medidas previstas en el art. 21 con el fin de facilitar “apoyo emocional a los pacientes y a sus familias” y de fomentar “la participación del voluntariado en el acompañamiento de los pacientes en el proceso final de la vida y de sus familias”. ¿Quién ha de prestar ese apoyo emocional? Y ¿Qué tipo de participación se consentirá al voluntariado en esos momentos tan decisivos de la vida de toda persona?
El Anteproyecto de Ley sobre el final de la vida evita la palabra eutanasia, apenas mencionada una vez. Y ha evitado también toda referencia a la muerte. Se ve que en la cultura actual la muerte es un tabú más fuerte que el sexo.
El Anteproyecto parece propugnar y regular los cuidados paliativos para los enfermos que se encuentran en situación irrecuperable. Sin embargo, presenta como cuidados paliativos la sedación de los enfermos, cuya regulación deja muchos interrogantes desde el punto de vista ético.
Por otra parte, el texto es muy ambiguo con relación al tratamiento de las voluntades anticipadas, a su contenido y a su eventual interpretación por el mismo paciente y, sobre todo, en los casos en los que él no sea capaz de tomar decisiones sobre el proceso terapéutico-asistencial.
Finalmente, es preocupante el proyecto de la formación de los profesionales de la salud, así como de las personas voluntarias para asistir a los enfermos terminales.

José-Román Flecha Andrés
Universidad Pontificia de Salamanca

18 domingo TO ciclo A por Fano







El hambre y el pan (por J-R Flecha)

“¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta? ¿Y el salario en lo que no da hartura?”. Esas palabras podrían haber sido pronunciadas por cualquier persona sensata que recorre los puestos del mercado. En ellas se refleja el pensamiento y las actitudes que configuran eso que llamamos el sentido común.
Lo sorprendente es que en el libro del profeta Isaías (Is 55, 1-3) esas palabras se colocan en los labios de Dios. Dios llama a los hambrientos y sedientos. El texto parece reconocer que la sabiduría humana coincide con la sabiduría divina. Dios desea la realización del ser humano. Y que lo que llamamos pecado puede identificarse con la necedad de quien desprecia lo mejor de su existencia.
En el mismo texto del profeta, Dios insiste hasta cuatro veces en invitar a los hombres a acercarse a Él: Oíd, escuchad, inclinad el oído, escuchadme. El mensaje es muy claro. Lo único que alimenta de verdad al ser humano es la palabra de Dios. En ella se encuentra la razón que da la vida: “Escuchadme y viviréis”

EL DON DEL SEÑOR

En continuación con esa experiencia humana y esa palabra profética, el evangelio nos presenta el relato de la multiplicación de los panes y los peces por parte de Jesús (Mt 14, 13-21). Lo hemos leído cientos de veces, pero siempre nos sorprende.
- En primer lugar, también en este caso se evoca la necesidad y el hambre de las gentes. El evangelio no ignora la situación de la humanidad. Tampoco la ignora el creyente. El texto insinúa que la solución no está en alejarse para comprar alimento en otros lugares. La satisfacción del hombre no está en alejarse de Jesús sino en permanecer cerca de Él.
- Es cierto que la fe no es un juego de magia. La divinidad reconoce el valor de la humanidad. Descubrir la presencia de Dios requiere un movimiento por parte del hombre. Requiere la decisión de poner a disposición de Jesús, con rapidez y generosidad, lo que la persona tiene y valora. Ese es el significado de los panes y los peces.
- Además, el relato evangélico incluye una palabra que encierra la clave de todo el mensaje. Cuando los discípulos mencionan los panes y peces de que disponen, Jesús responde y ordena: “Traédmelos”. Los recursos humanos son válidos, sin duda. Pero el evangelio sugiere que han de pasar por las manos de Jesús. En él se transfigura todo lo humano.

LA RESPONSABILIDAD HUMANA

Tampoco se puede olvidar la otra frase de Jesús que se encuentra en el relato: “Dadles vosotros de comer”. La comunidad cristiana encuentra en esas palabras una orientación para la acción individual y comunitaria. Merece la pena meditarlas cada día.
“Dadles vosotros de comer”. A lo ancho del mundo hay una masa incontable de personas que carecen de alimento y de agua, de sanidad y de cultura. Los recursos de la tierra pertenecen a todos. No puede haber un desarrollo integral si no alcanza “a todo el hombre y a todos los hombres”, como repite Benedicto XVI.
• “Dadles vosotros de comer”. La crisis económica y financiera ha venido a revelar una profunda crisis moral. Hemos tratado de vivir por encima de nuestras posibilidades. Hemos faltado a la verdad, engañándonos unos a otros. Y hemos faltado a la justicia, acaparando los bienes destinados a todos los demás. Compartir es el signo de la fraternidad.
“Dadles vosotros de comer”. Además, de hambre de alimentos, nuestra humanidad padece de hambre de sentido. El mandato de Jesús nos envía a transmitir las razones de nuestra fe, a dar testimonio de la esperanza que nos ha sido concedida, a vivir con sencillez y radicalidad las exigencias del amor.
- Señor Jesús, tú conoces nuestra necesidad y la de todos nuestros hermanos. Sabemos que tú eres el pan que da la vida. Queremos escuchar tu palabra y hacer creíble tu mensaje con los gestos de nuestra generosidad. Bendito seas por siempre, Señor.

Una raya en el agua



Hace unos días leí una columna interesante del periodista Ignacio Camacho sobre la prensa amarilla o del corazón o de los "famosos" bajo el título arriba expresado. Os extraigo algunas reflexiones interesantes:
"Ah, el periodismo amarillo: el chovo expiatorio de todos nuestros excesos y desproporciones. El culpable propicio que absorbe como un cordero sacrificial los remordimientos corporativos por el sectarismo, por la superficialidad, por los contubernios con el poder, por la conversión de la realidad en espectáculo. Por todo eso que a menudo subvierte las reglas del viejo negocio de las noticias y las opiniones y lo convierte en un sindicato de intereses o en un circo de trivialidades...
Nadie se atreve, sin embargo a emitir juicios de valor sobre la condición de las audiencias que sustentaban ese cúmulo de desmanes. Al público ni tocarlo; el cliente siempre tiene la razón incluso en su demanda desmedida de basura moral empaquetada de cotilleos. Pero los tabloides de la discordia tenían millones de lectores que jamás cuestionaron que los ¿periodistas? de Murdoch delinquiesen para satisfacer su voraz apetito social de truculencia malsana. Todo valía en nombre de la libertad de información, el principio sagrado cuya invocación parece justificar el atropello de la intimidad o la violación de los derechos individuales.
Hubo un tiempo, sin embargo, en que este oficio se sustentaba sobre la idea de que los periódicos son de sus lectores. Y eran éstos, con su exigencia colectiva de claridad intelectual y limpieza moral, quienes establecían las normas de conducta a las que debía atenerse una información obtenida con dignidad y presentada sin aditivos de excitación patológica. Algo falla cuando el periodismo se prostituye pro el éxito, pero también cuando el público renuncia al privilegio y la responsabilidad de escoger y se convierte en un despersonalizada masa consumidora de linchamientos y bazofia. Víctima, sí, pero también cómplice en el descontrol de esa feroz trituradora."
(periódico ABC,miércoles 20 de julio de 2011, firma:Ignacio Camacho)

17 domingo TO-ciclo A por Fano







Memoria y Sabiduría (por J-R Flecha)

En el diálogo Fedro, Platón pone en boca de Sócrates una curiosa leyenda. El que inventó los caracteres de la escritura se presentó orgulloso al rey de Tebas a darle cuenta de su invento. Pero el rey lo reprendió diciendo que al inventar la escritura había dado muerte a la memoria de los hombres.
En estos años pasados, se decía que la famosa frase de Descartes “Pienso, luego existo”, parecía haber sido sustituida por esta otra: ”Fotocopio, luego existo”. En este momento habría que modificar todavía estos aforismos y afirmar con aplomo y arrogancia: “Lo bajo de internet, luego lo sé”.
Salomón le pidió a Dios el don de la sabiduría (1 Re 3, 5.7-12). La prefería a todas las riquezas de este mundo. Pero la sabiduría no equivalía a erudición ni a un fácil truco para tener a mano algunas fórmulas en el momento de un examen. La sabiduría era el arte de saber conducirse en la vida por el camino recto. La sabiduría equivalía a la justicia.

LA JERARQUÍA DE VALORES

También el evangelio que hoy se proclama (Mt 13, 44-52) contiene una sencilla y hermosa lección sobre la verdadera sabiduría. Jesús la expresa bajo la forma de tres parábolas inspiradas en la vida ordinaria de las gentes de su alrededor: agricultores de Galilea, mercaderes de Cafarnaúm y pescadores del lago de Genesaret.
• Un hombre encuentra un tesoro en el campo y lo esconde de nuevo. Vende todo lo que tiene y, lleno de alegría, se apresura a comprar aquel campo.
• Un comerciante en perlas finas, encuentra una de gran valor. También éste vende todo lo que tiene y la compra.
• Unos pescadores arrojan la red en el mar y recogen toda clase de peces. Llegados a la costa se sientan y hacen la selección entre los buenos y los malos peces.
Las tres parábolas coinciden en una enseñanza. Es preciso estar preparados para hacer las opciones justas en la vida. En eso consiste la verdadera sabiduría. Hay que establecer una jerarquía de bienes y de valores. Y aprender a prescindir de lo que vale menos para conseguir lo que vale más. Aunque parezca costosa, esa decisión comporta una gran alegría.

LAS VERDADERAS OPCIONES

“El reino de los cielos se parece…” El mensaje de las parábolas quedaría incompleto si se olvidara esa breve introducción que las encabeza. Jesús no es un moralista. Es un profeta. No vende fáciles recetas para aumentar la autoestima personal. Revela el rostro, la presencia y las expectativas de Dios con relación a la humanidad. Es decir, el Reino de Dios.
“El reino de los cielos se parece a un tesoro”. El Reino de Dios está escondido a los ojos de muchos. Pero existe y es real. Sale a nuestro encuentro cuando menos lo sospechamos. Y exige de nosotros la disponibilidad para entregar todo lo que hacemos y tenemos. La parábola nos sugiere la valía de la fe.
“El reino de los cielos se parece a un comerciante”. El Reino de Dios puede estar expuesto a la luz pública. Pero sólo quien anda buscándolo, lo encuentra. Hace falta tener sed para encontrar la fuente que mana y corre. Hace falta la capacidad para conocer el valor que encontramos para arriesgarlo todo. La parábola nos habla de la aventura de la esperanza.
“El reino de los cielos se parece a la red”. El Reino de Dios es inabarcable como el mar. Requiere de nosotros arrojo y valentía, pero también la preparación y los instrumentos necesarios para captar su riqueza. Y el discernimiento necesario para apreciar el valor de las opciones. La parábola nos da la clave de la sabiduría que, sin duda, es el amor.

Reflexión 17 domingo TO-ciclo A

Crecer de la buena semilla (por Fano)



Evangelio 16ºTO (por J-R Flecha)

Creíamos que habían pasado ya los tiempos de la intolerancia, pero no. Los que presumen de tolerantes sólo aceptan a los de su partido político, a los que profesan su misma ideología o aplauden a su mismo equipo deportivo. Innumerables “graffiti” nos indican desde todos los muros a quién hay que odiar y a quién hay que matar. ¡Eso dicen!
En la liturgia católica se lee en este domingo un texto del libro de la Sabiduría (Sap 12, 13.16-19). El autor conocía bien tanto la tradición hebrea como la cultura griega. En medio de una sociedad politeísta, él reconocía un solo Dios. Y a él se dirige confiado: “Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia”.
Su oración es una verdadera confesión de fe. Pero incluye también un código de conducta moral al afirmar: “Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus siervos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento”. En realidad, sólo quien se sabe pecador es capaz de perdonar.
Moderación, indulgencia, humanidad y esperanza. Cuatro virtudes que resumen el espíritu cristiano de la tolerancia. Si alguna vez los creyentes no han sido “tolerantes” es que no han actuado con fidelidad a su fe, o que se han visto obligados a ejercer el derecho a la legítima defensa de sus vidas y las de sus seres queridos.

PACIENCIA Y ESPERANZA

En la misma línea se sitúa el evangelio de hoy (Mt 13, 24-43). La parábola del trigo y la cizaña es bien conocida. Pero es también muy olvidada en la práctica. En las primeras comunidades había hermanos de distinta proveniencia: unos judíos y otros griegos. También había hermanos que vivían con seriedad los ideales cristianos y otros que trataban de acomodarlos a sus gustos y caprichos. Como ahora.
En ese ambiente, siempre debió de haber algunos que soñaban con una comunidad perfecta y trataban de expulsar a los relajados. Los buenos no podían tolerar a los malos. En esa situación, la parábola de la cizaña era una sencilla lección sobre la paciencia. Y ya se sabe que la paciencia es la esperanza vivida en la cotidianidad.
Ante el deseo de arrancar la cizaña y el peligro de arrancar con ella el trigo, el dueño de los campos aconseja dejarlos crecer juntos. Al tiempo de la cosecha se podrá separar el uno de la otra. Así pues, la tentación consiste precisamente en adelantarse a la cosecha, es decir en atribuirse el papel del último juez de la historia.
Para el cristiano, la tolerancia no significa ignorar la diferencia entre el bien y el mal. Cuando se dice que “todo vale” es que “nada vale”. Para el cristiano la tolerancia se identifica con la paciente esperanza. Y con la humildad de quien ha renunciado a creerse el juez definitivo de la historia.

SIETE ELEMENTOS

En el texto evangélico, los discípulos piden a Jesús que les explique la parábola. De nuevo nos encontramos con una alegoría: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo y los segadores son los ángeles”.
• Siete son los elementos que se identifican. Este número perfecto nos sitúa en la consumación del tiempo y de la historia. Tras las intervenciones humanas, con frecuencia dictadas por el principio del mal, llega la hora de la verdad y del bien. El relato nos dice que el bien y el mal coexisten y conviven en la historia. Pero la promesa divina anuncia el juicio de Dios sobre la historia.
• En su encíclica “Salvados en esperanza” Benedicto XVI ha escrito que la meditación del juicio nos ayuda a ver como provisional la valoración que hacemos de las cosas. Sólo el juicio de Dios puede asegurar la justicia. Ante los atropellos que amenazan a los inocentes, “la fe en el Juicio final es ante todo y sobre todo esperanza, esa esperanza cuya necesidad se ha hecho evidente precisamente en las convulsiones de los últimos siglos” (SS 43).

Madrid preparada para recibir al Papa



Artículo de ABC de hoy mismo (6 de julio de 2011) sobre la planificación y servicios del aeródromo de Cuatro Vientos donde se celebrará el encuentro principal de la Jornada Mundial de la Juventud.

Lluvia de vida (por Fano) 15º TO_A







Reflexión dominical 15º domingo TO (por J-R Flecha)

El texto del libro de Isaías que hoy se proclama (Is 55, 10-11) compara la palabra de Dios con la lluvia y la nieve. Bajan de los cielos y no vuelven allá sino después de empapar la tierra y fecundarla. La lluvia y la nieven recorren un camino de ida y vuelta. También la palabra de Dios: viene de él en forma de revelación divina y retorna a él en forma de plegaria y de alabanza que brota de labios humanos.
Pero entre el origen y el destino de la palabra de Dios está el camino que ésta recorre. Dios no habla en vano. Con su palabra quiere fecundar nuestras vidas, es decir nuestros pensamientos y deseos, nuestras obras y esperanzas. Sin la lluvia de su palabra todos nuestros proyectos permanecen mustios y estériles. Sólo cuando acogemos la palabra de Dios y nos dejamos guiar por ella, podemos dar frutos de vida.

PARÁBOLA Y ALEGORÍA

El evangelio de Mateo (Mt 13, 1-23) nos ofrece hoy el conocido texto del sembrador y la semilla esparcida en terrenos diferentes. En su aparente sencillez, este texto encierra muchas sorpresas. En realidad, la primera parte es una parábola que nos revela el proyecto de Dios. La segunda parte es una alegoría que exhorta a los hombres a acoger el mensaje divino.
La parábola habla del sembrador y la semilla. El sembrador es generoso y la semilla es abundante. Es verdad que el terreno es muy variado. De todas formas, la cosecha es sorprendente. La tierra buena suple la escasez y aun la esterilidad de los caminos pisoteados, de los pedregales y los zarzales. Una parábola sobre la grandeza y riqueza del Reino de Dios. Una parábola esperanzadora para animar a los pusilánimes.
La alegoría habla sobre todo del terruño en el que cae la semilla. La semilla es la palabra del Reino. Una palabra eficaz por sí misma. Pero su eficacia no es mágica. Está condicionada a la acogida que le presta o le niega la tierra. Si la parábola presentaba a Dios, la alegoría advierte a los creyentes, a los no creyentes y a los creyentes no practicantes. Y alude al misterio de la libertad humana, que puede hacer estéril la palabra de Dios.

OJOS Y OÍDOS

Entre la parábola y la alegoría el evangelio incluye una explicación del lenguaje parabólico empleado por Jesús. En esta ocasión nos interesa solamente recordar la bienaventuranza que se incluye en ese contexto: “Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen”.
• “Dichosos vuestros ojos porque ven”. A lo largo del evangelio aparecen ciegos que descubren el paso y el misterio de Jesús. Pero hay también personajes religiosos que se niegan a ver lo evidente de su obra. Los verdaderos discípulos de Jesús son tan sólo quienes con mirada limpia descubren en él al Salvador y al Mesías.
• “Dichosos vuestros oídos porque oyen”. En el evangelio Jesús tocó los oídos y la boca de un sordomudo, pronunciando una palabra misteriosa: “Ábrete”. Pero hay también personajes y aun discípulos que se escandalizan de sus palabras y lo abandonan. El verdadero discípulo escucha la palabra del Señor, vive de ella y la anuncia con valentía.
• A decir verdad, muchas veces nos preguntamos si la revelación contenida en esta frase no será también una exhortación. En ese caso podríamos traducirla así: “Dichosos vuestros ojos cuando acepten mirar y vuestros oídos cuando decidan escuchar”. Leída así, esta frase nos interpela a todos.