“¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta? ¿Y el salario en lo que no da hartura?”. Esas palabras podrían haber sido pronunciadas por cualquier persona sensata que recorre los puestos del mercado. En ellas se refleja el pensamiento y las actitudes que configuran eso que llamamos el sentido común.
Lo sorprendente es que en el libro del profeta Isaías (Is 55, 1-3) esas palabras se colocan en los labios de Dios. Dios llama a los hambrientos y sedientos. El texto parece reconocer que la sabiduría humana coincide con la sabiduría divina. Dios desea la realización del ser humano. Y que lo que llamamos pecado puede identificarse con la necedad de quien desprecia lo mejor de su existencia.
En el mismo texto del profeta, Dios insiste hasta cuatro veces en invitar a los hombres a acercarse a Él: Oíd, escuchad, inclinad el oído, escuchadme. El mensaje es muy claro. Lo único que alimenta de verdad al ser humano es la palabra de Dios. En ella se encuentra la razón que da la vida: “Escuchadme y viviréis”
EL DON DEL SEÑOR
En continuación con esa experiencia humana y esa palabra profética, el evangelio nos presenta el relato de la multiplicación de los panes y los peces por parte de Jesús (Mt 14, 13-21). Lo hemos leído cientos de veces, pero siempre nos sorprende.
- En primer lugar, también en este caso se evoca la necesidad y el hambre de las gentes. El evangelio no ignora la situación de la humanidad. Tampoco la ignora el creyente. El texto insinúa que la solución no está en alejarse para comprar alimento en otros lugares. La satisfacción del hombre no está en alejarse de Jesús sino en permanecer cerca de Él.
- Es cierto que la fe no es un juego de magia. La divinidad reconoce el valor de la humanidad. Descubrir la presencia de Dios requiere un movimiento por parte del hombre. Requiere la decisión de poner a disposición de Jesús, con rapidez y generosidad, lo que la persona tiene y valora. Ese es el significado de los panes y los peces.
- Además, el relato evangélico incluye una palabra que encierra la clave de todo el mensaje. Cuando los discípulos mencionan los panes y peces de que disponen, Jesús responde y ordena: “Traédmelos”. Los recursos humanos son válidos, sin duda. Pero el evangelio sugiere que han de pasar por las manos de Jesús. En él se transfigura todo lo humano.
LA RESPONSABILIDAD HUMANA
Tampoco se puede olvidar la otra frase de Jesús que se encuentra en el relato: “Dadles vosotros de comer”. La comunidad cristiana encuentra en esas palabras una orientación para la acción individual y comunitaria. Merece la pena meditarlas cada día.
• “Dadles vosotros de comer”. A lo ancho del mundo hay una masa incontable de personas que carecen de alimento y de agua, de sanidad y de cultura. Los recursos de la tierra pertenecen a todos. No puede haber un desarrollo integral si no alcanza “a todo el hombre y a todos los hombres”, como repite Benedicto XVI.
• “Dadles vosotros de comer”. La crisis económica y financiera ha venido a revelar una profunda crisis moral. Hemos tratado de vivir por encima de nuestras posibilidades. Hemos faltado a la verdad, engañándonos unos a otros. Y hemos faltado a la justicia, acaparando los bienes destinados a todos los demás. Compartir es el signo de la fraternidad.
• “Dadles vosotros de comer”. Además, de hambre de alimentos, nuestra humanidad padece de hambre de sentido. El mandato de Jesús nos envía a transmitir las razones de nuestra fe, a dar testimonio de la esperanza que nos ha sido concedida, a vivir con sencillez y radicalidad las exigencias del amor.
- Señor Jesús, tú conoces nuestra necesidad y la de todos nuestros hermanos. Sabemos que tú eres el pan que da la vida. Queremos escuchar tu palabra y hacer creíble tu mensaje con los gestos de nuestra generosidad. Bendito seas por siempre, Señor.
Lo sorprendente es que en el libro del profeta Isaías (Is 55, 1-3) esas palabras se colocan en los labios de Dios. Dios llama a los hambrientos y sedientos. El texto parece reconocer que la sabiduría humana coincide con la sabiduría divina. Dios desea la realización del ser humano. Y que lo que llamamos pecado puede identificarse con la necedad de quien desprecia lo mejor de su existencia.
En el mismo texto del profeta, Dios insiste hasta cuatro veces en invitar a los hombres a acercarse a Él: Oíd, escuchad, inclinad el oído, escuchadme. El mensaje es muy claro. Lo único que alimenta de verdad al ser humano es la palabra de Dios. En ella se encuentra la razón que da la vida: “Escuchadme y viviréis”
EL DON DEL SEÑOR
En continuación con esa experiencia humana y esa palabra profética, el evangelio nos presenta el relato de la multiplicación de los panes y los peces por parte de Jesús (Mt 14, 13-21). Lo hemos leído cientos de veces, pero siempre nos sorprende.
- En primer lugar, también en este caso se evoca la necesidad y el hambre de las gentes. El evangelio no ignora la situación de la humanidad. Tampoco la ignora el creyente. El texto insinúa que la solución no está en alejarse para comprar alimento en otros lugares. La satisfacción del hombre no está en alejarse de Jesús sino en permanecer cerca de Él.
- Es cierto que la fe no es un juego de magia. La divinidad reconoce el valor de la humanidad. Descubrir la presencia de Dios requiere un movimiento por parte del hombre. Requiere la decisión de poner a disposición de Jesús, con rapidez y generosidad, lo que la persona tiene y valora. Ese es el significado de los panes y los peces.
- Además, el relato evangélico incluye una palabra que encierra la clave de todo el mensaje. Cuando los discípulos mencionan los panes y peces de que disponen, Jesús responde y ordena: “Traédmelos”. Los recursos humanos son válidos, sin duda. Pero el evangelio sugiere que han de pasar por las manos de Jesús. En él se transfigura todo lo humano.
LA RESPONSABILIDAD HUMANA
Tampoco se puede olvidar la otra frase de Jesús que se encuentra en el relato: “Dadles vosotros de comer”. La comunidad cristiana encuentra en esas palabras una orientación para la acción individual y comunitaria. Merece la pena meditarlas cada día.
• “Dadles vosotros de comer”. A lo ancho del mundo hay una masa incontable de personas que carecen de alimento y de agua, de sanidad y de cultura. Los recursos de la tierra pertenecen a todos. No puede haber un desarrollo integral si no alcanza “a todo el hombre y a todos los hombres”, como repite Benedicto XVI.
• “Dadles vosotros de comer”. La crisis económica y financiera ha venido a revelar una profunda crisis moral. Hemos tratado de vivir por encima de nuestras posibilidades. Hemos faltado a la verdad, engañándonos unos a otros. Y hemos faltado a la justicia, acaparando los bienes destinados a todos los demás. Compartir es el signo de la fraternidad.
• “Dadles vosotros de comer”. Además, de hambre de alimentos, nuestra humanidad padece de hambre de sentido. El mandato de Jesús nos envía a transmitir las razones de nuestra fe, a dar testimonio de la esperanza que nos ha sido concedida, a vivir con sencillez y radicalidad las exigencias del amor.
- Señor Jesús, tú conoces nuestra necesidad y la de todos nuestros hermanos. Sabemos que tú eres el pan que da la vida. Queremos escuchar tu palabra y hacer creíble tu mensaje con los gestos de nuestra generosidad. Bendito seas por siempre, Señor.
1 comentario:
Que buena explicación sobre el evangelio de hoy, muy clara y entendible. Gracias Martha
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