Enlaces a recursos sobre el AÑO LITÚRGICO en educarconjesus

Escuchar a los profetas Lc 16,19-31 (TOC26-19)

“Os acostáis en lechos de marfil; tumbados sobre las camas, coméis los carneros del rebaño y las terneras del establo”. Amós era un pastor allá en las tierras de Técoa, en el reino de Judá. Un dia subió a Samaría, en el reino de Israel, y vio el lujo de que alardeaban algunas personas. Y no pudo evitar criticarlas con el lenguaje de un pastor (Am 6,1.4-7). 
Al mismo tiempo pudo ver la postracion en que yacían los pobres, la indiferencia de los que los marginaban y la corrupción de los jueces que se dejaban comprar por un par de sandalias. Él nunca había pensado en ser profeta. Pero reconocía que cuando Dios habla, uno no puede quedar en silencio, sin transmitir su mensaje.
En esta línea, el salmo rsponsorial recoge una confesión de la justicia e imparcialidad de Dios: “Él mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos” (Sal 145,7). Y san Pablo escribe a su discípulo Timoteo: “Practica la justicia, la religión, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza” (1 Tim 6,11).

UNA GOTA DE AGUA
El evangelio de hoy contrapone dos estilos de vida que se repiten en todo tiempo y lugar. Un hombre rico se viste con ropajes de lujo y banquetea cada día con un derroche escandaloso.
Pero a su puerta yace un mendigo que espera satisfacer algo de su hambre con las migajas que caigan de la mesa del rico, mientras deja ver unas llagas que lamen de vez en cuando los perros callejeros (Lc 16,19-31).
 El relato evangélico no da el nombre del rico. En cambio recuerda el nombre del pobre. Se llama Lázaro, que significa “Dios ayuda”. ¿Lo conocía Jesús personalmente? ¿O le atribuyo ese nombre con toda intención?
Las diferencias que los marcaban en la vida continuaron más allá de la muerte. Pero invertidas.  El pobre participa de la mesa y de las bendiciones de Abrahán, el amigo de Dios. Pero el rico es arrojado a un infierno, que se describe como un horno de fuego. El rico que en vida no compartió su comida y su bebida,  pide ahora que el pobre se acerque a él con una gota de agua para sus labios abrasados. Pero ya no es posible ese servicio.

EL PROTOCOLO DEL JUICIO
Ante esa imposibilidad, el rico tiene aun otra petición para Abrahán. Que envíe a Lázaro para que advierta a sus hermanos que aun quedan en la tierra para que cambien de conducta y no vayan a terminar en el fuego que él padece.  Las dos respuestas de Abrahán son un aviso para las gentes de toda clase y condición.
• “Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”. No es fácil escuchar a los demás. Y es más dificil escuchar a los profetas que Dios nos envía. Su misión es anunciar el bien y la verdad y denunciar el mal y la mentira. Pero nuestros intereses nos llevan con frecuencia a descalificar a los mensajeros para no aceptar el mensaje.     
• “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”. Un viejo refrán latino decía que no nos conmueve lo acostumbrado. Andamos siempre a la caza de lo extraordinario. Pero Dios no nos envía muertos resucitados para que nos adviertan. Nos envía testigos de la fe que viven junto a nosotros. 

Mensaje del papa FRANCISCO para el lanzamiento del Pacto Educativo

(Si quieres ver el vídeo del mensaje grabado al papa Francisco PINCHA AQUÍ)
Queridos hermanos y hermanas:

En la Encíclica Laudato si’ invité a todos a colaborar en el cuidado de nuestra casa común, afrontando juntos los desafíos que nos interpelan. Después de algunos años, renuevo la invitación para dialogar sobre el modo en que estamos construyendo el futuro del planeta y sobre la necesidad de invertir los talentos de todos, porque cada cambio requiere un camino educativo que haga madurar una nueva solidaridad universal y una sociedad más acogedora.

Por este motivo deseo promover un evento mundial para el día 14 de mayo de 2020, que tendrá como tema: “Reconstruir el pacto educativo global”; un encuentro para reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión. Hoy más que nunca, es necesario unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna.

El mundo contemporáneo está en continua transformación y se encuentra atravesado por múltiples crisis. Vivimos un cambio de época: una metamorfosis no sólo cultural sino también antropológica que genera nuevos lenguajes y descarta, sin discernimiento, los paradigmas que la historia nos ha dado. La educación afronta la llamada rapidación, que encarcela la existencia en el vórtice de la velocidad tecnológica y digital, cambiando continuamente los puntos de referencia. En este contexto, la identidad misma pierde consistencia y la estructura psicológica se desintegra ante una mutación incesante que «contrasta la natural lentitud de la evolución biológica» (Carta enc. Laudato si’, 18).

Sin embargo, cada cambio necesita un camino educativo que involucre a todos. Para ello se requiere construir una “aldea de la educación” donde se comparta en la diversidad el compromiso por generar una red de relaciones humanas y abiertas. Un proverbio africano dice que “para educar a un niño se necesita una aldea entera”. Por lo tanto, debemos construir esta aldea como condición para educar. El terreno debe estar saneado de la discriminación con la introducción de la fraternidad, como sostuve en el Documento que firmé con el Gran Imán de Al-Azhar, en Abu Dabi, el pasado 4 de febrero.

En una aldea así es más fácil encontrar la convergencia global para una educación que sea portadora de una alianza entre todos los componentes de la persona: entre el estudio y la vida; entre las generaciones; entre los docentes, los estudiantes, las familias y la sociedad civil con sus expresiones intelectuales, científicas, artísticas, deportivas, políticas, económicas y solidarias. Una alianza entre los habitantes de la Tierra y la “casa común”, a la que debemos cuidado y respeto. Una alianza que suscite paz, justicia y acogida entre todos los pueblos de la familia humana, como también de diálogo entre las religiones.

Para alcanzar estos objetivos globales, el camino común de la “aldea de la educación” debe llevar a dar pasos importantes. En primer lugar, tener la valentía de colocar a la persona en el centro. Para esto se requiere firmar un pacto que anime los procesos educativos formales e informales, que no pueden ignorar que todo en el mundo está íntimamente conectado y que se necesita encontrar —a partir de una sana antropología— otros modos de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso. En un itinerario de ecología integral, se debe poner en el centro el valor propio de cada criatura, en relación con las personas y con la realidad que las circunda, y se propone un estilo de vida que rechace la cultura del descarte.

Otro paso es la valentía de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad. La acción propositiva y confiada abre la educación hacia una planificación a largo plazo, que no se detenga en lo estático de las condiciones. De este modo tendremos personas abiertas, responsables, disponibles para encontrar el tiempo para la escucha, el diálogo y la reflexión, y capaces de construir un tejido de relaciones con las familias, entre las generaciones y con las diversas expresiones de la sociedad civil, de modo que se componga un nuevo humanismo.

Otro paso es la valentía de formar personas disponibles que se pongan al servicio de la comunidad. El servicio es un pilar de la cultura del encuentro: «Significa inclinarse hacia quien tiene necesidad y tenderle la mano, sin cálculos, sin temor, con ternura y comprensión, como Jesús se inclinó a lavar los pies a los apóstoles. Servir significa trabajar al lado de los más necesitados, establecer con ellos ante todo relaciones humanas, de cercanía, vínculos de solidaridad»[1]. En el servicio experimentamos que hay más alegría en dar que en recibir (cf. Hch 20,35). En esta perspectiva, todas las instituciones deben interpelarse sobre la finalidad y los métodos con que desarrollan la propia misión formativa.

Por esto, deseo encontrar en Roma a todos vosotros que, de diversos modos, trabajáis en el campo de la educación en los diferentes niveles disciplinares y de la investigación. Os invito a promover juntos y a impulsar, a través de un pacto educativo común, aquellas dinámicas que dan sentido a la historia y la transforman de modo positivo. Junto a vosotros, apelo a las personalidades públicas que a nivel mundial ocupan cargos de responsabilidad y se preocupan por el futuro de las nuevas generaciones. Confío en que aceptarán mi invitación. Apelo también a vosotros, jóvenes, para que participéis en el encuentro y para que sintáis la responsabilidad de construir un mundo mejor. La cita es para el día 14 de mayo de 2020, en Roma, en el Aula Pablo VI del Vaticano. Una serie de seminarios temáticos, en diferentes instituciones, acompañarán la preparación del evento.

Busquemos juntos las soluciones, iniciemos procesos de transformación sin miedo y miremos hacia el futuro con esperanza. Invito a cada uno a ser protagonista de esta alianza, asumiendo un compromiso personal y comunitario para cultivar juntos el sueño de un humanismo solidario, que responda a las esperanzas del hombre y al diseño de Dios.

Os espero y desde ahora os saludo y bendigo.

Vaticano, 12 de septiembre de 2019

La injusticia y la astucia Lc 16,1-13 (TOC25-19)

“Escuchad esto los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: ¿cuándo pasará la luna nueva para vender el trigo y el sábado para ofrecer el grano?” (Am 8,4). El pueblo de Samaría gozaba de una cierta prosperidad. Pero Amós, aquel pastor llegado de Técoa, de pronto comenzó a denunciar las injusticias que envenenaban allí la convivencia.
Él nunca se hubiera creído un profeta. Pero con razón decía que nadie puede dejar de temblar cuando el león ruge en la selva.  Es un crimen aplastar al débil y al indefenso. Pero es una infamia y un pecado tratar de ignorar los fraudes y los abusos contra ellos.
Amós sabe que algunos parecen celebrar el día del sábado, pero al mismo tiempo lamentan que no se pueda comerciar en ese día. Los que solo piensan en sus dineros no pueden detenerse a celebrar con verdad los días  dedicados al descanso sagrado.  
Con razón el salmo responsorial proclama que el Señor “levanta del polvo al desvalido y alza de la basura al pobre” (Sal 112,7). Como escribía san Pablo, “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4). Y esa voluntad de Dios alcanza tanto al oprimido como al opresor.

LA PAZ Y LOS BENEFICIOS
La parábola evangélica que hoy se proclama evoca también el ambiente de los negocios. Un administrador va a ser despedido por defraudar a su amo. Pero aprovecha una última oportunidad para ganarse unos amigos. Disminuyendo la deuda que tienen pendiente, espera conseguir sus favores cuando se encuentre en la calle y sin trabajo (Lc 16,1-13).
Lo más sorprendente del relato evangélico es que el amo felicita a ese administrador infiel por la astucia que ha demostrado. El comentario con el que Jesús concluye la parábola podría aplicarse a muchas situaciones actuales: “Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz”.  
Algunos comentaristas modernos tienen en cuenta la frecuencia con la que aparecen los dineros en el evangelio de Lucas. Y se preguntan si el dueño no alabará al administrador porque el fraude le ha hecho comprender que no merece la pena perder el ánimo y la paz por la pérdida de unos beneficios económicos. 

RESPONSABLES Y FIELES
Por otra parte, Jesús utiliza la parábola para dirigir a sus discípulos algunas reflexiones  de tipo sapiencial. En ellas se refiere al hombre, pero también a Dios.
• “El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar”. Ser honrados en los pequeños compromisos de cada día constituye una buena preparación para asumir nuestra responsabilidad humana y para aceptar el proyecto de Dios sobre nosotros.
• “Ningún siervo puede servir a dos amos”. El corazón dividido no puede encontrar la paz, ni en el trabajo ni en la vida familiar. Pero esa división llega a ser dramática cuando pretendemos ser fieles a las voces del mundo y olvidamos la voz de Dios.
• “No podéis servir a Dios y al dinero”. Parece que siempre hemos de servir a alguien. Y muchas veces servimos a los que nos ofrecen seguridades inmediatas. Sin embargo, hemos de reconocer que esas satisfacciones no equivalen a la felicidad. Solo Dios es Dios. Solo quien adora  a Dios y solamente a Dios, puede encontrar la libertad.

Tres en una parábolas Lc 15,1-32 (TOC24-19)

 El evangelio de hoy nos trae las primeras tres parábolas enlazadas entre sí por la misma palabra. Se trata de tres cosas perdidas: la oveja perdida (Lc 15,3-7), la moneda perdida (Lc 15,8-10), el hijo perdido (Lc 15.11-32). Las tres parábolas son dirigidas a los fariseos y a los doctores de la ley que criticaban a Jesús (Lc 15,1-3). Es decir que son dirigidas al fariseo o al doctor de la ley que existe en cada uno de nosotros.

Lucas 15,1-3: Los destinatarios de las parábolas. Estos tres primeros versos describen el contexto en el que fueron pronunciadas las tres parábolas: “Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle. Los fariseos y los escribas murmuraban”. De un lado, se encontraban los cobradores de impuestos y los pecadores, del otro los fariseos y los doctores de la ley. Lucas dice con un poco de exageración: “Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle”. Algo en Jesús atraía. Es la palabra de Jesús la que los atrae (Cf. Is 50,4). Ellos quieren oírlo. Señal de que no se sienten condenados, sino acogidos por él. La crítica de los fariseos y de los escribas era ésta: "¡Este hombre acoge a los pecadores y come con él!". En el envío de los setenta y dos discípulos (Lc 10,1-9), Jesús había mandado acoger a los excluidos, a los enfermos y a los poseídos (Mt 10,8; Lc 10,9) y a practicar la comunión alrededor de la mesa (Lc 10,8).

Lucas 15,4: Parábola de la oveja perdida. La parábola de la oveja perdida empieza con una pregunta: "¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar la que se perdió, hasta que la encuentra?” Antes de que él mismo diera una respuesta, Jesús tiene que haber mirado a los oyentes para ver cómo respondían. La pregunta es formulada de tal manera que la respuesta no puede que ser positiva: “Sí, ¡él va en búsqueda de la oveja perdida!” Y tú ¿cómo responderías? ¿Dejarías las 99 ovejas en el campo para ir detrás de la única oveja que se perdió? ¿Quién haría esto? Probablemente la mayoría habrá respondido: “Jesús, entre nosotros, ninguno haría una cosa tan absurda. Dice el proverbio: “¡Mejor un pájaro en mano, que ciento volando!”

Lucas 15,5-7: Jesús interpreta la parábola de la oveja perdida. Ahora en la parábola el dueño de las ovejas hace lo que nadie haría: deja todo y va detrás de la oveja perdida. Sólo Dios mismo puede tener esta actitud. Jesús quiere que el fariseo y el escriba que existe en nosotros, en mí, tome conciencia. Los fariseos y los escribas abandonaban a los pecadores y los excluían. Nunca irían tras la oveja perdida. Dejarían que se perdiera en el desierto. Prefieren a las 99 que no se perdieron. Pero Jesús se pone en lugar de la oveja que se perdió, y que en aquel contexto de la religión oficial caería en la desesperación, sin esperanza de ser acogida. Jesús hace saber a ellos y a nosotros: “Si por casualidad te sientes perdido, pecador, recuerda que, para Dios, tú vales más que las 99 otras ovejas. Dios te sigue. Y en caso de que tú te conviertes, tiene que saber que “habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión."

Lucas 15,8-10: Parábola de la moneda perdida. La segunda parábola: "O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas y les dice: `Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido.' Pues os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.» Dios se alegra con nosotros. Los ángeles también se alegran con nosotros. La parábola era para comunicar la esperanza a quien estaba amenazado de desesperación por la religión oficial. Este mensaje evoca lo que Dios nos dice en el libro del profeta Isaías: “Te tengo grabado en la palma de mi mano” (Is 49,16). “Tu eres precioso a mis ojos, yo te amo” (Is 43,4)

Lucas 15,11-32: En la 3ª parábola, el padre trata de encontrarse de nuevo con los dos hijos perdidos
Esta parábola es muy conocida y en ella encontramos cosas que por lo regular suceden en la vida y otras que no suceden. El título tradicional es “El Hijo Pródigo”. En realidad, la historia de la parábola no habla sólo del hijo menor, sino más bien describe la conducta de los dos hijos, acentuando el esfuerzo del padre por reencontrar a los dos hijos. La localización de esta parábola en el capítulo central del evangelio de Lucas indica su importancia para la interpretación de todo el mensaje contenido en el Evangelio de Lucas.

Natividad de la Virgen y el Santuario de Covadonga-Asturias (8 septiembre)


El santuario de la Virgen de Covagonga en el norte de España es uno de los principales centro marianos del país. La web "Santuario de Covadonga" (pincha en el nombre para ir allí) explica su origen, significado histórico y religioso, el culto a la Virgen, la tumba de D. Pelayo... especialmente en su primer menú desplegable denominado "Santuario". Muy interesante conocerlo. Animaos.

La historia primitiva nada nos ha dejado escrito acerca de los comienzos del culto a la Virgen María en la Cueva de Covadonga, y las noticias que de aquella época tenemos, es necesario buscarlas en la tradición: Refiere ésta que la Cueva de Covadonga servía de retiro a un ermitaño que la tenía dedicada al culto de la Virgen, cuya imagen allí se veneraba.
En cierta ocasión Pelayo, refugiado con otros cristianos en aquellas montañas, entró en la Cueva persiguiendo a un malhechor. El ermitaño rogó a Pelayo que lo perdonara, puesto que se había acogido a la protección de la Virgen, y que llegaría también el día en que él tendría necesidad de buscar en la Cueva el amparo y ayuda de Nuestra Señora.

Algunos historiadores dicen- que lo más verosímil es que Pelayo y los cristianos, en la huída por aquellas montañas, llevarían consigo alguna imagen de la Virgen, que colocaron en la Cueva para implorar su protección, o mejor que la pondrían allí después de la victoria obtenida, a fin de dar culto a María Santísima en memoria' y gratitud por el triunfo obtenido por su mediación y, más tarde, Pelayo, deseando tributar a María un homenaje perenne, edificó en la misma Cueva un altar a la Virgen María.

Las Crónicas árabes, cuando hablan de Covadonga afirman que en esta Cueva las mermadas fuerzas de Pelayo encontraron refugio, alimentándose de la miel que las abejas habían producido en las colmenas construidas en las hendiduras de las rocas.

Ante ella se libró lo que se vino a llamar la "Batalla de Covadonga" y que vendría a ser una de "las primeras piedras de la Europa cristiana". Las viejas crónicas ponen en boca de Pelayo esta afirmación: "Nuestra esperanza está en Cristo y de este pequeño monte saldrá la salvación de España". El rey Alfonso I y su esposa Dª Hermesinda, construyeron una iglesia y en ella fueron erigidos tres altares, dedicados uno a la Santísima Virgen, en el misterio de su Natividad; otro a San Juan Bautista y el tercero a San Andrés. Además, con el fin de que se tributara un culto continuo a la Madre de Dios, fundaron dichos monarcas un monasterio.
 
La escritura de fundación que se atribuye a Alfonso I dice que hace entrega de la iglesia a los monjes Benedictinos; trae la lista de donaciones de objetos para el culto y privilegios y firman el Rey y la Reina, tres Obispos, dos Abades y algunos caballeros y manda trasladar desde el Monsacro una imagen de Nuestra Señora. A este templo construido en la hendidura de la peña se le llamó "del milagro" dado que al ser construido con madera y ésta volar tanto sobre el abismo era un auténtico milagro que se mantuviese en pie.


Meditar el evangelio Lc 14,25-33 (TOC23-19)

Texto:
25 Caminaba con él mucha gente y, volviéndose, les dijo:26 «Si alguno viene junto a mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío.27 El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
28 «Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para acabarla?29 No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: 30 `Éste comenzó a edificar y no pudo terminar.' 31 O ¿qué rey, antes de salir contra otro rey, no se sienta a deliberar si con diez mil puede salir al paso del que viene contra él con veinte mil? 32 Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz.33 Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes no puede ser discípulo".

Para meditar:
- Si uno viene a mí y no odia...no puede ser mi discípulo: ¿Estamos convencidos que es necesario llegar a separarse de todo lo que ata el corazón: afectos recibidos y dados, la vida misma, por seguir a Jesús?
- Quien no toma su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo: ¿Llevo en mí la lógica de la cruz, es decir, la lógica del amor gratuito?
- Los medios para llevarlo a cabo: ¿La capacidad de pensar informa mi vida de fe o más bien ésta se reduce a un impulso interior que se desvanece en el devenir de las tareas cotidianas?
- Para evitar que todos los que lo vean empiecen a burlarse: ¿Vale para mí también la recompensa de quien empieza a seguir al Señor y después no tiene medios humanos, o sea la burla de la incapacidad?
- Quien no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo: ¿Estoy convencido de que la clave del seguimiento es la pobreza del no poseer, sino la felicidad de pertenecer?

Las 3 asignaturas más importantes

Sergio Calleja, profesor de profesor de ética, filosofía, latín, religión y literatura en el colegio marista de Segovia, nos regala esta perla de artículo que nos sirve de reflexión para este inicio de curso (si queréis saber más, administra el blog "callejeando con Calleja" al que podéis acceder desde este ENLACE):

Es curioso que las tres asignaturas más importantes lo son para toda la vida…

Porque vivimos en un cuerpo, porque somos cuerpo y gracias al cuerpo me relaciono y entro en contacto con los demás es evidente que una asignatura fundamental en los planes de estudios es la educación física. No hablo de la “gimnasia”, hablo de una asignatura que educa a los alumnos en la importantísima tarea del respeto y cuidado de su cuerpo y todo lo que se deriva de este cuidado (aquí nos jugamos la dignidad) y que persigue, entre otros,  objetivos tan fundamentales como son: fomentar hábitos de vida saludable, apreciar la actividad física para el bienestar, educar en el gusto por el deporte y evitar la competitividad y “obsesiones deportivas” , aprender a superarse, el gusto por jugar en equipo…

Cada vez más, irrumpen con fuerza los estudios en neurología que afirman que la educación física aumenta las habilidades cognitivas en los seres humanos.   

No soy yo experto en la materia, desgraciadamente yo nunca tuve clase de educación física sino de “gimnasia”, desde pequeño me dijeron que el deporte no era lo mío por lo que en esta asignatura poco podía brillar. Así fue, en gimnasia no aprendí nada porque jugaba desmotivado y torpemente a los deportes pertinentes de cada trimestre y corría, corría mucho eso sí (el test de cooper se me quedó clavado en el alma). Nunca más volví a correr.

Se hace necesario recuperar la dignidad y seriedad de la educación física porque en el cuidado del cuerpo nos la jugamos. Creo firmemente que el deporte, bien entendido, tiene el poder de cambiar el mundo.

Es curioso que todavía siga siendo una asignatura marginal en los planes de estudios y sin embargo trabaje todas las competencias que la ley marca y que tan importantes considera.

Ahora bien, el ser humano no es sólo cuerpo ni pura exterioridad también es interioridad. Somos alma, mente, somos seres necesitados de sentido y abiertos a la trascendencia. Desde que el hombre es hombre se ha preguntado por el sentido del mundo que le rodea y el sentido de su propia existencia. Todo ser humano experimenta la finitud del cuerpo, el dolor, el límite y sentimos entonces que estamos arrojados a la existencia (Geworfenheit). Aunque pertenecemos a este mundo y a esta realidad, sus interrogantes, su búsqueda de sentido hace que sienta que no sólo es un ser espacio-temporal. Caemos en la cuenta por nosotros mismos de que no somos simple materia. La escuela no puede desatender esta dimensión en la educación de los niños, adolescentes y jóvenes. Aquí también nos la jugamos.

Tenemos la seria responsabilidad de ayudar a nuestros alumnos a plantearse el sentido de su vida, ayudarles a escuchar su interior, a gestionar sus emociones. Se trabaja este aspecto desde la asignatura de religión, entendida la asignatura de este modo y no como la mera transmisión de una doctrina; la religión bien entendida se enseña desde la libertad para que cada uno crea en lo que quiera creer. No olvidemos que la ERE (enseñanza religiosa escolar) no es una catequesis.  También se hace (hacía) desde la ética (asignatura desaparecida).

En muchos colegios se están llevando a cabo con éxito varias iniciativas que tratan de educar en esta dimensión: técnicas de relajación, mindfulness, talleres de educación emocional, yoga, ejercicios de respiración y consciencia…  toda iniciativa es buena porque educa en la interioridad del alumno, pero es urgente dar a esta dimensión el peso y rigor de una asignatura para no quedarnos sólo en actividades aisladas.

Y porque somos humanos, maravillosamente humanos, tenemos el don de exteriorizar con nuestro cuerpo nuestra interioridad. El ser humano es capaz de materializar la inmaterialidad y esto hay que enseñarlo. Lo hacemos con el arte (no aprendiendo historia del arte, sino creando arte), con la pintura, con la escultura, con la música, con el teatro. Muchas de estas asignaturas no están ni contempladas en las leyes educativas y cuando lo están se encuentran de forma marginal y mal tratadas. Es, en definitiva, educar en la belleza.  Es el poder de la creatividad humana, capaz de atrapar y encarnar nuestro interior. Me preocupa mucho cuando en las escuelas matamos la curiosidad y la creatividad del niño y adolescente (de la misma forma que a mí me dijeron que la gimnasia no era lo mío a otros muchos les dijeron que dibujar o cantar no era lo suyo). Tenemos el deber de educar en la belleza.

Si como educadores conseguimos educar a nuestros alumnos en el cuidado de su cuerpo, en la búsqueda del sentido de su vida y les damos herramientas para que puedan expresar de forma bella con su cuerpo todo lo que en su interior viven, la biología, las matemáticas, la física y las demás asignaturas importantísimas llegarán, seguro que llegarán.

Es llamativo que las tres asignaturas más importantes hayan sido tradicionalmente “las tres marías”. Más llamativo es aún, que las tres asignaturas más importantes no necesiten de libros.

(Nota: me he permitido algunos destacados en negrita o subrayados)

La revolución de Jesús

El objetivo de esta obra es contar a Jesús desde su proyecto vital más íntimo: el Reino de Dios. Pero no se trata de hacer un mero análisis de lo que significa este Reino, sino de mostrar las consecuencias en la vida de la gente de la época de Jesús, los que le vieron y le escucharon. La consecuencia fundamental es una revolución, por eso el libro se titula La revolución de Jesús. Una revolución que tiene tres niveles: el personal, el social y el trascendente, entendiendo trascendencia como lo que va más allá del aquí y ahora, lo que va más allá del contexto y del grupo en que nos situamos. Esta revolución supone comprender la persona de Jesús, su origen, su historia, la historia de su pueblo, el contexto social, económico y político donde fue forjando su conciencia.
La revolución de Jesús implica a la Iglesia de todos los tiempos como sujeto revolucionario. Si no lo es, entonces estará traicionando el proyecto de Jesús: el Reino de Dios.



Autor: Bernardo Pérez Andreo
Editorial PPC
ISBN 9788428832366
264 páginas
Precio 18 euros (papel) 8,59 (ebook)