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Vigilancia y discernimiento Mt 24,37-44 (ADVA1-22)
1. El evangelio del día (en el ciclo de Mateo que comienza hoy) nos ofrece un pasaje del último discurso de este evangelista, de los cinco que estructuran su obra (5-7; 10; 13; 18; 24-25), que en realidad es el equivalente de Mc 13, conocido como discurso apocalíptico. De alguna manera se quiere hacer una unión con el penúltimo domingo del año litúrgico. Y es que el Adviento parte de la experiencia de una historia gastada, agotada, y apunta a una esperanza nueva e inaudita: la esperanza de un salvador que traiga luz, justicia y paz a los hombres. Un juicio sobre nuestras acciones, un discernimiento más bien, es algo que está presente en la proclamación profética y que cobra tintes más dramáticos en los profetas de tendencia apocalíptica. Este mundo, piensan, no puede seguir así y Dios tiene que tomar las riendas de la historia humana, como en el tiempo de Noé y el diluvio. Sobre esta comparación está montada la parte del discurso que quiere trasmitir a los cristianos, en nombre de palabras de Jesús, la necesidad de la "vigilancia".
2. En la prehistoria de Israel, el diluvio universal es todo un mito simbólico que prepara adecuadamente la aparición de un tiempo nuevo: la llamada de Abrahán, el padre del pueblo, el creyente que confía en Dios. Los once primeros capítulos del Génesis narran cómo la humanidad busca su identidad al margen de su creador y está a punto de perderse por la maldad y la arrogancia. Parece como si la obra que había salido de las manos de Dios hubiera perdido su sentido. Los hermanos no se respetan, se matan y la humanidad se pervierte perdiendo su chispa divina. La "historia" o narración del diluvio, no obstante, pone como símbolo un "resto" que pueda garantizar un futuro mejor. Es evidente que la historia, nuestra historia, necesita ser siempre renovada. Eso es lo que buscan los hombres de todas las religiones y tendencias. Y eso es lo que se propone también con este tipo de discurso, producto de una mentalidad apocalíptica, que no es lo más característico de Jesús, sino más bien de una comunidad, como la de Mateo, en la que permanecen muchas concepciones del judaísmo.
3. Llamada, pues, a convertirse; llamada de recomenzar, porque siempre es posible "recomenzar" para el ser humano. Los animales u otros seres vivientes no pueden nunca "recomenzar", les es imposible, pero el ser humano sí. Esa es nuestra grandeza y nuestro reto. Es algo que Dios ha puesto en la entraña misma del ser humano que sacó de la nada, o de la tierra, si queremos usar el símil bíblico de Gn 2. Así sucedió en tiempos de Noé después del diluvio; así sucedió también en tiempos de Abrahán tras lo de la torre de Babel. Esto será todo lo mítico que queramos, pero es muy elocuente para desentrañar el sentido de estas palabras "escatológicas" del discurso que inaugura el Adviento. "Estad preparados", en el lenguaje apocalíptico, puede sonar a algo poco agradable; pero desde la lectura profética de la acción y las palabras de Jesús es una llamada exhortativa a vivir en concordia, en paz, en justicia. y en alegría. Es verdad que estas palabras no están presentes en esta parte del discurso mateano, pero si en el "espíritu" del Adviento. No se pueden cambiar, tienen que sonar como están escritas, pero debemos interiorizarlas con el talante de que podemos comenzar una etapa nueva, un momento nuevo, una actitud nueva. por la llegada del "Hijo del Hombre". El Hijo del hombre, en la interpretación cristiana es Jesús de Nazaret, el Señor, quien comenzó, de parte de Dios, una "historia" radicalmente nueva para que podamos vivir con dignidad en el temor o la confianza en Dios, sin miedo a ser destruidos, sino con discernimiento. Discernimiento de lo que no tiene sentido y de lo que hay que arrancar, si fuera posible de raíz; pero aún no siendo posible, siempre es maravilloso que se nos de la ocasión o la oportunidad, si queremos la terapia, para que nuestra historia personal no tenga por qué estar envejecida para siempre. Dios, el Dios de Jesús, siempre tendrá un proyecto de salvación con la humanidad.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Fuente: https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/27-11-2022/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
Cómic del Adviento. Explicación
Cómic del Adviento
El rey crucificado Lc 23,35-43 (TOC34-22) Cristo rey, fin del Año litúrgico-Ciclo C
“Tú serás el pastor de mi pueblo, Israel, tú serás el jefe de Israel”. David había reinado durante siete años sobre las tierras de Judá. Pero, recordando las palabras que Samuel le había dirigido, las gentes del norte llegaron a Hebrón para rogarle que gobernara como rey a todas las tribus de Israel (2 Sam 5,1-3).
Al cantar el salmo 121, nosotros evocamos la alegría de los peregrinos que subían a Jerusalén “a celebrar el nombre del Señor”. La pandemia, la guerra, la corrupción y la violencia difunden por el mundo el desencanto y la tristeza. Solo la confianza en el Señor puede devolvernos la paz que deseaban a Jerusalén los que llegaban hasta su templo.
Los cristianos sabemos y creemos que la paz verdadera nos ha sido ganada por la sangre de Cristo. Así lo escribe san Pablo a los fieles de la ciudad de Colosas: “Por él quiso Dios reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,20).
LA REPUGNANCIA A LA CRUZ
No podemos olvidar esa alusión a la cruz de Cristo. El evangelio nos recuerda que Pilato mandó colocar sobre ella un letrero escrito en griego, en latín y en hebreo en el que se presentaba al condenado: “Este es el rey de los judíos” (Lc 23,38).
Evidentemente, esa realeza del Crucificado había de ser mal interpretada y utilizada en su propio beneficio por muchos testigos de la pasión y muerte del Galileo.
• Las autoridades y el pueblo se burlaban de él porque había salvado a otros, pero no podía salvarse a sí mismo. Por tanto, no podía ser reconocido como el Elegido por Dios.
• Los soldados que lo crucificaron despreciaban a aquel condenado que no tenía ni la aperiencia del rey de aquel pueblo que lo acusaba.
• Y uno de los dos malhechores crucificados junto a él le pedía a gritos que se salvara de una vez y de paso le salvara también a él.
Estos datos evangélicos no han perdido actualidad. También hoy a muchos sectores de la sociedad les repugna tanto la cruz como el Crucificado.
EL NUEVO PARAÍSO
Sin embargo, en medio de las burlas de las autoridades y el desprecio de las gentes, el otro condenado dirige a Jesús una súplica que recibe una profecía de gracia (Lc 23,39-42).
• “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Muchas gentes de Israel esperaban un Mesías. Este condenado descubre en Jesús un poder que no reconocen sus acusadores. No le pide que se desclave y baje de la cruz. Ha descubierto la autoridad de aquel rey de la verdad. Y le ruega que lo recuerde, como lo pedían a José sus compañeros de prisión allá en Egipto.
• “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Jesús responde con una frase que resume lo que había prometido a sus discípulos: que estarían con él. El hombre extraviado y el Dios de la misericordia se encuentran de nuevo en el paraíso. Pero el nuevo paraíso ya no puede ser imaginado como un lugar de delicias, sino como una relación de perdón y de acogida.
El Salvador crucificado, ese es nuestro rey Lc 23,35-43 (TOC34-22) Cristo rey (fin Año litúrgico Ciclo C)
1. El evangelio de Lucas forma parte del relato de la crucifixión, diríamos que es el momento culminante de un relato que encierra todo la teología lucana: Jesús salvador del hombre, y muy especialmente de aquellos más desvalidos. Lucas, con este relato nos quiere presentar algo más profundo y extraordinario que la simple crucifixión de un profeta. Por ello se llama la atención de cómo el pueblo “estaba mirando” y escuchando. Y comienza todo un diálogo y una polémica sobre la “salvación” y el “salvarse” que es uno de los conceptos claves de la obra de Lucas. Los adversarios se obstinan en que Jesús, el Mesías según el texto, no puede salvarse y no puede salvar a otros. Además está crucificado y ya ello es inconveniente excesivo para que el letrero de la cruz (“rey de los judíos”=Mesías) pierda todo su sentido jurídico y se convierta en sarcasmo. Está claro por qué ha sido condenado: por una razón política, acusado de ir contra Roma, en nombre de un mesianismo que ni pretendió, ni aceptó de sus seguidores.
2. Todo, en el relato, convoca a contemplar; emplaza al “pueblo” (testigo privilegiado de la pasión en Lucas) para que sea espectador del fracaso de este profeta que ha dedicado su vida al reinado de Dios, sin derecho alguno, y rompiendo las normas elementales de las tradiciones religiosas de su pueblo. Los profetas verdaderos no pueden acabar de otra manera para las religiones oficiales. Por lo mismo está en juego, según la teología de Lucas, toda la vida de Jesús que es una vida para la salvación de los hombres. La psicología del evangelista se percibe a grandes rasgos. El pueblo será “secretario” cualificado del fracaso de éste que se ha atrevido a hablar de Dios como nadie lo ha hecho; porque se ha osado recibir a los publicanos y pecadores, compartir su vida con hombres y mujeres que le seguían hasta Jerusalén. Este era el momento esperado… y, de pronto, un “diálogo” asombroso rompe, antes de la hora “tercia”, el “nudo gordiano” de la salvación. No va a ser como Alejandro Magno con su espada a tajo, en Godion de Frigia, para dominar el mundo por esa decisión drástica. Será con la oferta audaz y valiente de la salvación en nombre del Dios de su vida.
3. El diálogo con los malhechores (vv. 39-43), y especialmente con aquél que le pide el “paraíso”, es un episodio propio de Lucas que ha dado al relato de la crucifixión una fisonomía inigualable. La comparación que hemos mencionado con Alejandro Magno y el “nudo gordiano” sigue estando en pie a todos los efectos. Quien crucificado, la muerte más ignominiosa del imperio romano, pueda ofrecer la salvación al mundo, podrá dominar el mundo con el amor y la paz, no con un imperio grandioso fundamentado en la guerra, la conquista, la muerte y la injusticia. Lucas es consciente de esta tradición que ha recogido y que ha reinventado para este momento y en este “climax”. Cuando ya está dictada la sentencia de impotencia y de infamia… la petición de uno de los malhechores ofrece a Jesús la posibilidad de dar vida y salvación a quien irá a la muerte innoble como él. No es un libertador militar… está muriendo crucificado, porque ha sido condenado a muerte. Los valientes militares morían a espada; los esclavos y los parias, en la “mors turpissima crucis”.
4. El malhechor lo invoca con su nombre propio ¡Jesús!, no como el de Mesías o el de Rey o incluso el de Hijo de Dios. Esto es algo que ha llamado poderosamente la atención de los intérpretes. Es verdad que en la Biblia, en el nombre hay toda una significación que debe ser santo y seña de quien lo lleva. “Jesús” significa: “Dios salva” o “Dios es mi salvador”. Es una plegaria, pues, al crucificado, pero Lucas entiende que en todo aquello está Dios por medio. Es decir, que Dios no está al margen de lo que está aconteciendo en la cruz, en el sufrimiento de Jesús y de los mismos malhechores. La interpelación del buen ladrón como plegaria es para Lucas toda una enseñanza de que el crucificado es el verdadero salvador y de que por medio de su vida y de su muerte, Dios salva. Por tanto encontraremos salvación y salvación inmediata: “hoy estarás conmigo en el paraíso”. Esta es una fórmula bíblica cerrada para expresar la vida después de la muerte. No sabemos cómo ha llegado a Lucas este diálogo de la cruz, pero la verdad es que es lo más original de todos los evangelistas sobre esta escena de la pasión. Jesús es verdaderamente rey, aunque al margen de todas las expectativas políticas. El “nudo gordiano” se rompe, si queremos a tajo, por la palabra de vida que Jesús ofrece en nombre de Dios.
5. Este relato majestuoso tiene muy poco de deshonor. Lucas no entiende la muerte de Jesús como un fracaso. Y no lo es en verdad. Es el momento supremo de la entrega a una causa por la que merece dar la vida. Cuando todos los que están al lado de la cruz le han retado a que salve tal como ellos entienden la salvación, Jesús se niega a aceptarlo. Cuando alguien, destrozado, aunque haya sido un bandido o malhechor, le ruega, le pide, le suplica, ofrece todo lo que es y todo lo que tiene. Desde su impotencia de crucificado, pero de Señor verdadero, ofrece perdón, misericordia y salvación. Esta teología de la cruz es la clave para entender adecuadamente a Jesucristo como Rey del universo. Es un rey sin poder, es decir, el “sin-poder” del amor, de la verdad y del evangelio como buena nueva para todos los que necesitan su ayuda. “Hoy estarás conmigo en el paraíso” es la afirmación más rotunda de lo que este rey crucificado ofrece de verdad. No es la conquista del mundo, sino de nuestra propia vida más allá de este mundo.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Fuente: https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/20-11-2022/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
LOMLOE - Educación Primaria: Guía Programación Didáctica y de Aula Castilla y León + Normativa
Enlaces fundamentales para la elaboración de la Programación Didáctica y la Programación de Aula:
2.- LOE modificada por la LOMLOE
3.- Currículo de Religión Católica (Resolución de 21 de junio de 2022)
4.- Real Decreto 157/2022 Enseñanzas mínimas de Educación Primaria
5.- Decreto 38/2022 de Ordenación y Currículo de Primaria
Lucas 21,5-19 (TOC33-22)
1. El texto del evangelio de Lucas corresponde a lo que se ha llamado el discurso escatológico de Jesús que aparece en los tres evangelios sinópticos, aunque con visiones diferentes entre uno y otro. El de Lucas es el más explícito en cuanto a corregir los abusos de algunos que se presentaban en Jerusalén o en cualquier comunidad para decir que llegaba el día del Señor, el fin del mundo, para que les siguieran a ellos. Lucas tuvo mucho cuidado de catequizar a su comunidad al respecto, en el sentido de que no fue un evangelista que se dejó impresionar demasiado por el lenguaje y los símbolos apocalípticos. Conserva, eso sí, el talante profético de este discurso que se pone en boca de Jesús como en Mc 13. El discurso base de Mc 13 pudo ser redactado, tal como lo tenemos ahora, en un momento de la crisis que Calígula provoca en la comunidad judía, y por lo mismo en la comunidad cristiana: mandó que se le levantara una estatua en la explanada del templo. Pero Lucas, por su parte y mucho más tarde de estos acontecimientos, trata de serenar y tranquilizar, máxime teniendo en cuenta que él conoció o tuvo noticia de la destrucción de Jerusalén en el año 70 de nuestra era. Esta es una tesis no aceptada por todo el mundo, pero que parece lógica. De hecho, Lucas es el autor del NT que mejor ha sabido asumir el mensaje profético-apocalíptico de Jesús mirando a la historia como lo más positivo, sin estar obsesionados por el final catastrófico de movimientos sectarios.
2. Con la destrucción de Jerusalén no llegó el fin del mundo, ni del judaísmo siquiera. Los judíos pensaban que el día que el templo fuera destruido desaparecería el pueblo de Israel. ¡No fue así! Porque sin templo, una religión puede tener mucho sentido. Luego, había que reinterpretar todos esos acontecimientos. Lucas prepara a su comunidad para las persecuciones, ya que los cristianos serán perseguidos; pero eso no es el final. Las urgencias apocalípticas no son la mejor manera para catequizar o hablar de Dios y de su salvación, pero tampoco debemos vivir con la pretensión de instalarnos aquí para siempre. El anhelo de un mundo mejor es lo radicalmente cristiano. Y ese mundo mejor se ampara en una vida nueva, en una experiencia nueva de vida que no podemos programar… como casi todo se programa hoy. No podemos avergonzarnos, los cristianos, de decir y proclamar que eso está en las manos del Dios “amigo de la vida”, que para eso nos ha creado.
3. No podemos menos de tener cuidado cuando nos adentramos en el sentido de un texto como este. De hecho, el fin del mundo y de la historia, que en algunos círculos cristianos surgía de vez en cuando, no se ha llevado a cabo. Es seguro que Jesús nunca se definió por un fin del mundo y de la historia con la llegada del reinado de Dios. No era un iluso, aunque fuera un “profeta” escatológico. Pero con ello hay que entender que algo nuevo y “definitivo” estaba surgiendo con su llamada a la conversión y a buscar a Dios con toda el alma y todo el corazón. Porque los reinos de este mundo solamente provocan guerras y catástrofes, pero el Reino de Dios al que él le dedica su vida, nos trae la justicia y la paz. Si no es así es porque los poderosos de este mundo quieren ocupar el lugar de Dios en la historia. Y es eso lo que se condena con este discurso. Los cristianos deben saber que estarán en conflicto con los que dominan en el mundo. En el caso de Lucas, el discurso prepara a los cristianos, no para el fin del mundo, sino para estar dispuestos a la persecución y a la lucha si en verdad son fieles al mensaje de profeta de Galilea. Por ello hay que mantenerse “vigilantes”, pero no por catástrofes apocalípticas, sino porque el reinado de Dios es una instancia crítica que no puede aceptar en muchas ambientes de este mundo.
Fuente: https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/13-11-2022/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
Nadie, desde su muerte, vive en la "nada" Lc 20,27-38 (TOC32-22)
1. En el evangelio de este día es donde encontramos una de las páginas magistrales de lo que Jesús pensaba sobre esas ultimidades de la vida. El profeta Jesús, como persona, como ser humano, se pregunta, y le preguntaban, enseñaba y respondía a las trampas que le proponían. La ley de la halizah (Dt 25,9-19) es a todas luces inhumana, no solamente antifeminista. La ridiculez de la trampa saducea para ver de quién será esposa la mujer de los siete hermanos no hará dudar a Jesús. En este caso son los saduceos, el partido de la clase dirigente de Israel, que se caracterizaba, entre otras cosas, por una negación de la vida después de la muerte, los que pretenden ponerle en ridículo. En ese sentido, los fariseos eran mucho más coherentes con la fe en el Dios de la Alianza. Es verdad que la concepción de los fariseos era demasiado prosaica y pensaban que la vida después de la muerte sería como la de ahora; de ello se burlaban los saduceos que solamente creían en esta vida. En todo caso, su pensamiento escatológico podría ceñirse a la supervivencia del pueblo de Dios en este mundo, en definitiva… un mundo sin fin, sin consumación. Y, por lo mismo, donde el sufrimiento, la muerte y la infelicidad, nunca serían vencidas. Sabemos que Lucas ha seguido aquí el texto de Marcos, como lo hizo también Mateo.
2. Jesús es más personal y comprometido que los fariseos y se enfrenta con los materialistas saduceos; lo que tiene que decir lo afirma rotundamente, recurre a las tradiciones de su pueblo, a los padres: Abrahán, Isaac y Jacob. Pero es justamente su concepción de Dios como Padre, como bondad, como misericordia, lo que le llevaba a enseñar que nuestra vida no termina con la muerte. Un Dios que simplemente nos dejara morir, o que nos dejara en la insatisfacción de esta vida y de sus males, no sería un Dios verdadero. Y es que la cuestión de la otra vida, en el mensaje de Jesús, tiene que ver mucho con la concepción de quién es Dios y quiénes somos nosotros. Jesús tiene un argumento que es inteligente y respetuoso a la vez: no tendría sentido que los padres hubieran puesto se fe en un Dios que no da vida para siempre. El Dios que se reveló en la zarza ardiendo de Sinaí a Moisés es un Dios de una vez, porque es liberador; es liberador del pueblo de la esclavitud y es liberador de la esclavitud que produce la muerte. De ahí que Jesús proclame con fuerza que Dios es un Dios de vivos, no de muertos. Para Él “todos están vivos”, dice Jesús afirmando algo (según Lucas lo entiende) que debe ser el testimonio más profundo de su pensamiento escatológico, de lo que le ha preocupado al ser humano desde que tiene uso de razón: hemos sido creados para la vida y no para la muerte.
3. Es verdad que sobre la otra vida, sobre la resurrección, debemos aprender muchas cosas y, sobre todo, debemos “repensar” con radicalidad este gran misterio de la vida cristiana. No podemos hacer afirmaciones y proclamar tópicos como si nada hubiera cambiado en la teología y en la cultura actual. Jesús, en su enfrentamiento con los saduceos, no solamente se permite desmontarles su ideología cerrada y tradicional, materialista y “atea” en cierta forma. También corrige la mentalidad de los fariseos que pensaban que en la otra vida todo debía ser como en ésta o algo parecido. Debemos estar abiertos a no especular con que la resurrección tiene que ocurrir al final de los tiempos y a que se junten las cenizas de millones y millones de seres. Debemos estar abiertos que creer en la resurrección como un don de Dios, como un regalo, como el final de su obra creadora en nosotros, no después de toda una eternidad, de años sin sentido, sino en el mismo momento de la muerte. Y debemos estar abiertos a “repensar”, como Jesús nos enseña en este episodio, que nuestra vida debe ser muy distinta a ésta que tanto nos seduce, aunque seamos las mismas personas, nosotros mismos, los que hemos de ser resucitados y no otros. Debemos, a su vez, “repensar” cómo debemos relacionarnos con nuestros seres queridos que ya no están con nosotros y hacer del cristianismo una religión coherente con la posibilidad de una vida después de la muerte. Y esto, desde luego, no habrá teoría científica que lo pueda explicar. Será la fe, precisamente la fe, lo que le faltaba a los saduceos, el gran reto a nuestra cultura y a nuestra mentalidad deshumanizada. No seremos, de verdad, lo que debemos de ser hasta que no sepamos pasar por la muerte como el verdadero nacimiento. Si negamos la resurrección, negamos a nuestro Dios, al Dios de Jesús que es un Dios de vivos y que da la vida verdadera en la verdadera muerte.