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Enseñanza actual y retos por ello Papa León XIV

¿Cuáles son, en el mundo juvenil de nuestros días, los retos más urgentes que hay que afrontar? ¿Qué valores hay que promover? ¿Con qué recursos se puede contar?

Los jóvenes de nuestro tiempo, como los de todas las épocas, son volcanes de vida, de energía, de sentimientos, de ideas. Lo vemos en las cosas maravillosas que saben hacer en tantos campos. Pero también necesitan ayuda para hacer crecer en armonía tanta riqueza y para superar lo que, aunque de manera diferente al pasado, todavía puede impedir su sano desarrollo.

Si, por ejemplo, en el siglo XVII el uso de la lengua latina era para muchos una barrera comunicativa insuperable, hoy hay otros obstáculos que afrontar. Pensemos en el aislamiento que provocan los modelos relacionales cada vez más extendidos, basados en la superficialidad, el individualismo y la inestabilidad afectiva; en la difusión de esquemas de pensamiento debilitados por el relativismo; en el predominio de ritmos y estilos de vida en los que no hay suficiente espacio para la escucha, la reflexión y el diálogo, en la escuela, en la familia, a veces entre los propios compañeros, con la soledad que ello conlleva.

Se trata de retos exigentes, de los que, sin embargo, también nosotros, como San Juan Bautista de La Salle, podemos hacer trampolines para explorar caminos, elaborar instrumentos y adoptar lenguajes nuevos, con los que seguir tocando el corazón de los alumnos, animándolos y estimulándolos a afrontar con valentía todos los obstáculos para dar lo mejor de sí mismos en la vida, según los designios de Dios. En este sentido, es loable la atención que prestan en sus escuelas a la formación de los docentes y a la creación de comunidades educativas en las que el esfuerzo didáctico se enriquece con la aportación de todos. Los animo a continuar por este camino.

Pero antes de concluir, quisiera mencionar otro aspecto de la realidad lasaliana que considero importante: la docencia vivida como ministerio y misión, como consagración en la Iglesia. San Juan Bautista de La Salle no quería que entre los maestros de las Escuelas Cristianas hubiera sacerdotes, sino solo «hermanos», para que todos sus esfuerzos se dirigieran, con la ayuda de Dios, a la educación de los alumnos. Le gustaba decir: «Su altar es la cátedra», promoviendo así en la Iglesia de su tiempo una realidad hasta entonces desconocida: la de los maestros y catequistas laicos investidos, en la comunidad, de un verdadero «ministerio», según el principio de evangelizar educando y educar evangelizando.

Extracto del Discurso del Santo Padre León XIV a los hermanos de las Escuelas cristianas -de La Salle (15-5-2025)


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