Entre el 16 y 18 de octubre de este año se celebrará en Alcalá de Henares el V Simposio Internacional de Derecho Concordatario con el tema central de "La enseñanza de la religión en la escuela pública" con este sugerente programa. Toda la información la encontraréis en su web que os enlazo http://www.derechoconcordatario.org
DICIEMBRE: ADVIENTO, inicio AÑO LITÚRGICO, NAVIDAD, fichas, manualidades, actividades, libros, humor, juegos, cómics, resúmenes, fichas, lecturas, videoclips, música... ***Si bien los materiales propios del blog están protegidos, su utilización ES LIBRE (aunque en ningún caso con fines lucrativos o comerciales) siempre que se conserve el diseño integral de las fichas o de las actividades así como la autoría o autorías compartidas expresadas en las mismas.
Enlaces a recursos sobre el AÑO LITÚRGICO en educarconjesus
El Jesús de las parábolas
Daniel Ortega Gazo, sacerdote español licenciado en Doctrina Social de la Iglesia por el Instituto León XIII de la Universidad de Salamanca, presenta a Cristo como Verdad que creer y vivir, Verdad reflejada en las Parábolas evangélicas. Esta es la urgencia máxima de la Iglesia en este tiempo, anunciar a Jesús con todas sus exigencias.
A lo largo de sus 287 páginas se adentra en las parábolas de la misericordia y del Reino y nos brinda seis apéndices finales para la reflexión.
Editado por San Pablo (Madrid 2011 - ISBN 978-84-285-3727-8) su precio ronda los 12 euros
Adolescentes en botella
El riesgo que corren nuestros adolescentes es el expresado por un proverbio japonés "Primero el hombre bebe un vaso, luego el vaso se bebe al hombre".
Hoy en día, el cosumo de bebidas alcohólicas por parte de los más jóvenes se ve incentivado por fuertes presiones no sólo culturales sino también comerciales.
Erica Valsecchi (licenciada en Ciencias de la Educación y colaboradora de asociaciones de prevención del trastorno juvenil) traslada a jóvenes y adultos información e indicaciones prácticas para evitar que los adolescentes se vean atrapados en esta peligrosísima dependencia.
Editado por San Pablo (Madrid 2012 - ISBN 978-84-285-4101-5)
182 páginas. 11,50 euros.
Hoy en día, el cosumo de bebidas alcohólicas por parte de los más jóvenes se ve incentivado por fuertes presiones no sólo culturales sino también comerciales.
Erica Valsecchi (licenciada en Ciencias de la Educación y colaboradora de asociaciones de prevención del trastorno juvenil) traslada a jóvenes y adultos información e indicaciones prácticas para evitar que los adolescentes se vean atrapados en esta peligrosísima dependencia.
Editado por San Pablo (Madrid 2012 - ISBN 978-84-285-4101-5)
182 páginas. 11,50 euros.
Regateo y petición (TOC17-13)
El regateo no tiene sentido en una sociedad corrompida, donde se conceden los servicios a los amigos. Además, la organización de los grandes almacenes impone precios fijos tanto a sus clientes como a sus proveedores. La sociedad occidental ha olvidado el arte del regateo sobre los precios. O lo había olvidado, porque la crisis económica ha obligado a muchos a emplear aquel recurso para vender al menos algunos artículos o prestar algún servicio.
En muchos países de Oriente, el regateo es un arte. Casi una pieza de teatro. Es importante no sólo para la compraventa, sino también para las relaciones sociales. El regateo lleva al vendedor a conocer las posibilidades, las intenciones y las fantasías del comprador.
Pues bien, el libro del Génesis (18,20-32) presenta al patriarca Abrahán regateando nada menos que con Dios. Trata de ver hasta dónde llega la tolerancia de Dios con el pecado de Sodoma. ¿Cuántos justos bastarían para que Dios perdonase los crímenes de la ciudad?
Este hermoso diálogo que Abrahán mantiene con sus huéspedes, es decir con el mismo Dios, es ante todo una revelación del mismo Dios y de su misericordia. Es un retrato de Abrahán y de su amistad con Dios. Y es una pauta para la oración, confiada e insistente.
CAMINO DE ORACIÓN
El evangelio de Lucas ofrece muchas alusiones a la oración. El texto que hoy se proclama (Lc11,1-13) podría dividirse en tres partes, que están centradas en el mismo tema. En la primera, se contiene la enseñanza de una oración, en la segunda una doble parábola y en la tercera una exhortación.
- En la primera, aparecen los discípulos, que viendo orar a Jesús, le suplican: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”. Los discípulos sabían orar. Pertenecían a un pueblo que tenía la oración como una característica habitual. Pero piden a Jesús que les enseñe una oración que los distinga para siempre. Y él les enseña el “Padre nuestro”.
Según Benedicto XVI, Jesús “nos hace partícipes de su modo de orar, nos introduce en el diálogo interior del amor trinitario, eleva nuestras necesidades humanas hasta el corazón de Dios… Las palabras del Padre nuestro indican el camino hacia la plegaria interior, contienen orientaciones fundamentales para nuestra existencia, nos modelan a imagen del Hijo”.
- En la segunda parte del evangelio, para subrayar la acogida que Dios presta a nuestras súplicas, Jesús expone las comparaciones del amigo y del padre. Si el amigo se levanta a dar los panes al que se los pide a media noche, lo mismo hará el Padre. Si el padre terreno da cosas buenas a su hijo, también el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden.
DESAMPARO Y ACOGIDA
Todavía hay una tercera parte en el texto evangélico de hoy. La que expresa una exhortación y una promesa, seguida de una motivación de tono sapiencial con sabor a proverbio popular:
• “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá”. Tres verbos recuerdan la condición humana. Con demasiada frecuencia hacemos gala de nuestro orgullo y de nuestra pretendida autosuficiencia. Nos engañamos a nosotros mismos. Hemos de confesar que nuestra vida está marcada por la necesidad, la desorientación y el desamparo.
• “Porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre”. Tanto la presunción como la desesperación nos impiden caminar. Pero la causa humana no está perdida. Basta reconocer con humildad nuestra deficiencia y dirigirnos confiadamente a Dios. Esos versos en pasiva evitan su santo nombre, pero prometen que al que llama Dios le abre.
Donde los cristianos MUEREN
En una cultura occidentalizada el ataque, los menosprecios y las informaciones manipuladas sobre el cristianismo parecen ser noticias cotidianas. Sin embargo la vivencia del cristianismo tiene otra cara que poco parece importar a los medios de comunicación, aunque sea cruelmente verdadera.
De Egipto a Iraq, de la India a Indonesia, de Nigeria a Corea del Norte, de Argelia a la Turquía "laica", millones de creyentes cristianos viven en condiciones de minoría religiosa. Muchos sufren discriminaciones y presiones sociales, que hacen difícil la existencia diaria y son causa de separación social, cultural y política.
Este libro que nos presenta la periodista italiana Francesca Paci (periodista de La Stampa, corresponsal en Jerusalén y Londres y especialista en cuestiones de Oriente Próximo) se basa en los testimonio directos de los protagonistas y cuenta la historia de los cristianos, hombres y mujeres, misioneros, sacerdotes, obispos o simples fieles, discriminados por su fe religiosa.
Una manera para pulsar el corazón que no tiene imágenes en nuestras pantallas de televisión o en las páginas de diarios y revistas.
Editorial PPC (Madrid 2012 - ISBN 978-84-288-2413-2)
238 páginas. Precio: 20 euros
Algunos datos sobre Santiago Apóstol
Lo de "Sant" tiene que ver con Santo; lo de "Iago" es lo que justifica que algunos de nuestros paisanos asuman ese nombre. En realidad nuestro Apóstol se llamaba Jacob, como uno de los hijos del patriarca Isaac, el hermano de Esaú. De Jacob, con los redondeos de las diversas lenguas, vienen Jacobo, Xacobo, Jacobus, Giacomo, Jacques y otros nombres semejantes.
Nuestro Santiago es Santiago el Mayor. Le llamamos así para distinguirlo de otros Santiagos, pues muchos judíos y otras personas que han heredado su cultura y mentalidad, quisieron ponerles a sus hijos el nombre del patriarca Jacob. Así, en las listas de los apóstoles, que se recogen en los Evangelios, aparece Santiago el de Alfeo entre los Doce, en un lugar menos relevante que el que ocupa su hermano Juan (el evangelista).
Entre los hijos de Zebedeo y Salomé, dos de ellos llegaron a ser discípulos de Jesús. El otro, hermano de Santiago, se llamaba Juan. Santiago y Juan, pescadores del lago de Genesaret hasta que los llamó Jesús, y eran unos jóvenes bastante inquietos.
El libro de los Hechos de los Apóstoles muestra repetidamente la actividad apostólica de Pedro y Juan, el hermano de Santiago, en la comunidad primitiva de Jerusalén. La tradición según la cual Santiago vino a anunciar el Evangelio a Occidente, se ve razonable por algunas afirmaciones del libro de los Hechos de los Apóstoles y de la carta de S. Pablo a los Gálatas. Que en el Concilio de Jerusalén se acepte que Pablo exima de la Ley judía a los llegados del paganismo se comprende desde la perspectiva de que alguno de los Doce, entre ellos muy probablemente Santiago, estuvieran también en ese camino. Esto, enlaza con otros escritos, según los cuales Santiago "difundió la luz del evangelio en España y lugares de Occidente, hasta los confines del mundo".
La labor del Apóstol Santiago continuo con el esfuerzo de dos de sus discípulos más probables, Atanasio y Teodoro, seguramente quienes le enterrarlo en el campo principal de su misión apostólica, la actual ciudad de Santiago de Compostela.
Ya en tiempos de Teodomiro, el Obispo de Iria (Galicia), el monje Pelagio y otros vecinos de Solovio, ven luces en un montículo, interpretadas como signos del lugar de sepultura del Apóstol Santiago. Allá van el Obispo y acompañantes, y encuentran los restos de tres personas, que se consideran de Santiago, Atanasio y Teodoro.
Al hacer excavaciones en la Catedral de Santiago, se encontrará, junto a los restos de estas tumbas, la sepultura del Obispo Teodomiro, con su inscripción, que había querido sepultarse junto al Apóstol.
La imagen más genuina de Santiago, es la de un apóstol que anuncia el evangelio a las gentes. Se le puede representar, según esto, con un bastón, un zurrón y un sombrero. Sin embargo se ha hecho popular la imagen de "Santiago Caballero", que alguna gente denomina "Santiago matamoros". La razón se debe a que una tradición sitúa al Apóstol luchando a caballo al lado de la cristiandad contra los musulmanes que había invadido el territorio español en la batalla de Clavijo, en el siglo IX y auspiciando la victoria cristiana.
Escuela y Religión en Europa
Bajo este "simple" epígrafe, su autor, Flavio Pajer, (italiano y estudioso de Pedagogía religiosa comparada en el área europea amén de profesor de Pedagogía y Didáctica de las religiones en la Universidad salesiana de Roma y profesor invitado en diversos organismos académicos europeos) aborda el recorrido de la relación Escuela-Religión en los últimos 50 años, valorando dicha relación aunque analiza los diversos cambios y enfoques que se han ido dando.
Obra clara e iluminadora de 111 páginas publicada por PPC (Madrid 2012 - ISBN 978-84-288-2467-5) en un precio de bolsillo: 9 euros.
Hospitalidad y escucha (TOC16-13)
En un delicioso libro titulado “Mensajeros de Dios”, el teólogo judío Elías Wiesel escribe que Abrahán puede ser considerado el padre de las tres grandes religiones monoteístas, precisamente por su hospitalidad. En el encinar de Mambré acogió a tres peregrinos que llegaron hasta su tienda. Sin darse cuenta, en ellos acogió al mismo Dios.
La primera lectura de la misa de hoy (Gén 18,1-10ª) nos sitúa en ese escenario, tan bellamente representado por el icono de Rublev. El texto subraya la súplica que Abrahán dirige a sus huéspedes: “Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo”. Es una petición que refleja el carácter hospitalario de los beduinos. Pero es, por otra parte, una buena pauta para la oración de todos los creyentes.
El texto recoge también la última palabra de uno de los mensajeros: “Cuando vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo”. Dios no abandona a la humanidad ni desprecia sus anhelos más profundos. Sólo él puede hacer estas promesas. Él hace posible lo imposible. Dios es el Señor de la vida.
ORACIÓN Y TRABAJO
El evangelio nos presenta una escena semejante. Entró Jesús en una aldea y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Su hermana María, sentada a los pies de Jesús, escuchaba su palabra, mientras Marta se afanaba en el servicio. Ante las protestas de Marta, Jesús replicó que María había escogido la mejor parte (Lc 10,38-42).
A lo largo de la vida, ¡cuántas veces nos han repetido que María había elegido la mejor parte! Algunos parecían disfrutar en dejar en ridículo a su hermana Marta. Por eso resulta asombroso el comentario que deja caer Santa Teresa de Jesús en las Séptimas Moradas. Aun alabando la contemplación, Teresa nos dice que Marta y María han de andar juntas para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo y no darle mal hospedaje. “¿Cómo se lo diera María, sentada siempre a los pies, si su hermana no le ayudara?”
“Ora et labora”. El lema benedictino ha resonado en la Iglesia a lo largo de muchos siglos. Se puede pecar por la flojera y el abandono de cualquiera de los dos aspectos de una misma vocación. Orar sin trabajar y trabajar sin orar son tentaciones contra la misma virtud de la esperanza. Todo en la vida es don de Dios. Pero el don divino requiere una respuesta humana, laboriosa, responsable y comprometida.
ACTIVIDAD Y PIEDAD
De todas formas, queda flotando en nuestra memoria la frase de Jesús que ha inspirado a tantos creyentes que nos han precedido por los caminos de la historia cristiana:
• “Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas: solo una es necesaria”. Es esta una observación importante para la Iglesia, tantas veces empeñada en multiplicar su actividad. Pero es igualmente interpelante para una sociedad que se ve arrastrada por las ocupaciones y preocupaciones terrenas y olvida pensar en el sentido de las mismas.
• “María ha escogido la mejor parte, y no le será arrebatada”. También esta profecía interpela a la Iglesia, llamada a escuchar con atención la palabra de su Señor. Y es una provocación para una sociedad que desprecia la religiosidad y piedad de los creyentes, y se burla de ella tanto en las leyes como en los medios de comunicación.
El viaje de EGERIA. Una pionera en las peregrinaciones.
Corre el siglo IV. La hispana Egeria (también conocida como Eteria) inicia una peregrinación que le llevará a Tierra Santa. Su viaje por la tierra que habitó el Señor así como sus aportaciones sobre la liturgia ya celebrada en esos momentos nos ayudan a comprender cómo vivían ya su fe cristiana las antiguas comunidades.
Esta es su vida novelada por la periodista, escritora y crítica literaria Ana Muncharaz (Madrid 1965).
Su extensión abarca 300 páginas y su precio 19,50 euros.
Palabra Ediciones
Esta es su vida novelada por la periodista, escritora y crítica literaria Ana Muncharaz (Madrid 1965).
Su extensión abarca 300 páginas y su precio 19,50 euros.
Palabra Ediciones
El mandamiento principal (TOC15-13)
Hay
varios prejuicios que nos llevan a mirar con suspicacia los mandamientos. El
primero de todos es la misma formulación negativa de algunos mandamientos, que
nos impide ver los valores positivos que tutelan. El segundo es una tradición
filosófica que nos lleva a pensar que una acción es mala tan solo por estar
prohibida. Como si dejando de lado a quien prohíbe, todas las acciones fueran
buenas. Y el tercero es la actual concepción de la libertad individual como si
fuera la fuente de todos los valores morales.
Son tres
prejuicios falsos. Para convencernos de ello basta pensar cómo nos sentimos
cuando somos nosotros la víctima que ha de pagar por el desprecio ajeno a los
mandamientos.
El texto
del Deuteronomio que hoy se lee pone en boca de Moisés una seria advertencia a
su pueblo: “Escucha la voz del Señor tu Dios, guardando sus preceptos y
mandatos…El precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda ni
inalcanzable…El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca.
Cúmplelo” (Deut 30,10-14).
LAS
PREGUNTAS Y LA COMPASIÓN
El
evangelio nos presenta a un letrado que parece dirigirse a Jesús con buena
intención. Su primera pregunta se parece a la del joven rico: “Maestro, ¿qué
tengo que hacer para heredar la vida eterna?” Jesús es un buen pedagogo. Confía
en el conocimiento de la Ley que se supone en el letrado. Y espera que él
conozca el camino.
De hecho,
no le falta sabiduría al letrado. En su respuesta recoge un precepto del libro del Deuteronomio
y otro del Levítico: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu
alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti
mismo”:
Es verdad
que en aquel tiempo era interminable la discusión sobre el prójimo. Para unos
sólo era un prójimo digno de amor el que pertenecía al pueblo de Israel. Para
otros más exigentes, el que cumplía la Ley. Siempre ha existido la tendencia a
considerar como prójimo tan solo al que pertenece a nuestro grupo o nación. Al
que piensa y siente como nosotros.
La
segunda pregunta del letrado refleja todas nuestras suspicacias: “¿Quién es mi
prójimo”. El relato de Jesús sobre el hombre apaleado en el camino nos
interpela a todos. Podemos pasar frente al herido y marginado sin prestarle
atención. Sólo el que tuvo compasión de él se hizo prójimo del hombre
malherido. Era un samaritano que iba de camino.
EL ENVÍO
Y LA COHERENCIA
A las dos
preguntas del letrado responde Jesús con dos mandatos. No son expresión de valores
abstractos. Son un envío muy concreto a la vida de cada día.
• “Bien
dicho. Haz esto y tendrás la vida”. Esa es la respuesta de Jesús a quien conoce
los dos mandamientos fundamentales. El Maestro contrapone el decir y el hacer.
No posee la vida definitiva y eterna quien más y mejor habla de Dios, sino
quien hace lo que ordenan los mandamientos del Señor.
• “Anda,
haz tú lo mismo”. Esa es la respuesta de Jesús a quien reconoce el buen
comportamiento de los demás. El Maestro contrapone nuestra actuación a la de
las personas que han hecho el bien por la humanidad. No es coherente quien
juzga el comportamiento de los demás, sino quien defiende la dignidad de las
personas aplastadas y humilladas.
El mensaje de la paz (TOC14-13)
El exilio en Babilonia había sido largo. En el fondo del corazón de los hebreos seguía bullendo la nostalgia de la patria. Algunos se acomodaron a las circunstancias y procuraron olvidarse de Jerusalén. Pero otros muchos tuvieron que luchar para que el destierro no les llevara a perder la esperanza.
Tras el regreso de los deportados, un profeta presenta a Jerusalén como una gran madre fecunda que alimenta a sus hijos. Y les invita a festejar a su ciudad y alegrarse de su alegría (Is 66, 10-14). Es más, les trasmite este oráculo de parte del Señor: “Yo haré derivar hacia ella, como un río la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones”.
La lección, que trasciende a aquel momento, es que la historia humana abre siempre ante nosotros un libro. En sus páginas, “Dios escribe derecho con líneas torcidas”. Aun el exilio y la lejanía pueden ser el preludio del gran don de la paz. Gracias a él podemos descubrir nuestra verdad más honda, la necesidad de tejer una sociedad más justa, y la alegría de contar con la presencia y el consuelo del Señor.
EL ENVÍO
¡El don de la paz! Ese es el inicio del mensaje que Jesús confía a los discípulos cuando los envía por delante de él para que vayan preparando su subida a Jerusalén (Lc 10, 1-12.17-20). También nosotros hemos de ser consciente de la amplitud de la mies y de la escasez de los obreros. Y no podemos ignorar las dificultades y los riesgos que nos aguardan.
Ante la magnitud de la tarea, lo primero que se nos ocurre es revisar los medios con los que podemos contar. Recursos de personal, de financiación, de medios de comunicación. Sin embargo, el Señor nos desconcierta: “No llevéis, talega, ni alforja, ni sandalias”. Esa triple prohibición nos recuerda a Gedeón, enviado a dar la batalla con tan pocos combatientes
Pero siempre andamos discutiendo sobre la cantidad de los recursos. Es interesante el comentario que ha escrito la comunidad de Bose: “No basta tener pocos medios, es preciso ser pobres. No basta proclamar el Reino de Dios, es preciso ser hombres de Dios. No basta anunciar la paz, es preciso ser constructores de la paz”.
Jesús no envía a sus discípulos a llevar a los necesitados comida, vestidos o dinero, sino que envía hombres sin dinero, sin alforjas y sin calzado. Se dirá que son imágenes, pero algo se nos quiere indicar con ellas. Lo único que tienen que llevar los enviados por Jesús es el anuncio de que se acerca el Reino de Dios y que es preciso convertirse.
LA VUELTA
En una segunda escena, el evangelio recuerda la vuelta de los discípulos después de aquel ensayo de misión. Aparecen radiantes. Hablan y no terminan de contar los éxitos que han ido recogiendo. Pero Jesús les invita a recordar lo esencial de la misión:
• “No estéis alegres porque se os someten los espíritus”. Sabemos que el mal es poderoso y se encuentra por todas partes. Pero “Dios es el más fuerte”, exclamaba el Papa Francisco en la audiencia del 12 de junio pasado. La alegría de los enviados por el Señor no se fundamenta en los pequeños éxitos en la lucha contra el Goliat de nuestro mundo. No somos nosotros los salvadores de la historia humana.
• “Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo”. Ya sabemos que el cielo es la metáfora de Dios. La alegría de los enviados sólo tiene un motivo: saber que Dios mismo los conoce. Nos llena de sencilla y humilde alegría saber que Dios quiere contar con nosotros para conseguir el mundo de paz que ha soñado.
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