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En el hogar de la Palabra con Juan Cruz y Teresa de Jesús
Señala el autor en la presentación de la obra: «Los místicos nos enseñan a diferenciar y a no confundir “creencia en Dios” con “experiencia de Dios”. El verbo latino “ex-per-iri” significa “explorar viajando”, conocer algo no sólo por oídas, sino por contacto y relación personal.
Experiencia de Dios es el “lugar natal
de Dios”, donde Él va a nacer en nosotros de verdad. Es decisivo que
nuestros contemporáneos, inmersos en la cultura tecno-líquida, del enjambre mediático y psicopolítico, encuentren este rostro genuino del cristianismo: la experiencia viva de un Dios Vivo y Viviente».
Raúl Berzosa se acerca a la palabra de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz desde la lírica, la que mejor expresa lo que normalmente nos resulta difícil comunicar.
Autor: Mons. Raúl Berzosa Martínez
Editorial Monte Carmelo
ISBN 978-84-8353-702-2
108 páginas
Precio 11 euros
El hambre y el pan Jn 6,1,15 (TOB17-15)
“Dáselos
a la gente para que coman. Porque esto dice el Señor: Comerán y
sobrará”. Así se expresa el profeta Eliseo.
Es importante releer con calma la primera lectura de la misa de este
domingo 17 del Tiempo Ordinario.
El texto contrapone a Eliseo y a su
criado. Mientras éste mira los acontecimientos con ojos de cálculo, el profeta
los mira con los ojos de la fe. En
realidad, los gestos de Eliseo son mucho más importantes que sus palabras. En
este caso, su gesto revela la compasión con la que el hombre de Dios mira a las
gentes que lo siguen.
El profeta Eliseo invita a repartir
entre aquel centenar de personas los veinte panes de cebada que le había traído
un hombre. Al mismo tiempo, su criado se pregunta cómo puede ese pan satisfacer
a tanta gente. Pero el caso es que comieron todos y sobró pan (2 Re 4,42-44).
LA ENTREGA
La figura y el gesto del profeta Eliseo
nos evocan inmediatamente la figura de Jesús que hoy aparece en el evangelio de
Juan (Jn 6, 1-15). El relato del reparto de los panes y los peces y el discurso
posterior de Jesús nos van a acompañar a lo largo de cinco domingos
consecutivos. El texto que hoy se proclama nos presenta algunos rasgos
notables:
• Las gentes siguen a Jesús porque han
visto los signos que hace con los enfermos. Pero no han descubierto todavía el
gran signo de Jesús. Está cerca la Pascua. Así que la entrega de los panes y
los peces anticipa la entrega pascual de Jesús.
• La preocupación por las necesidades de
las gentes que le siguen no parte de los discípulos, sino del mismo Jesús. Sin
embargo, Jesús requiere la colaboración de sus discípulos. Y aprovecha la
generosidad de un muchacho que ofrece lo poco que tiene.
• La oración de acción de gracias de
Jesús nos remite a la eucaristía, en la que celebramos la “gratuidad” del don
de Dios a los hombres. Y evoca también nuestra oración de “gratitud” antes y
después de las comidas, con la que reconocemos a Dios como Señor de la vida.
LA COMPASIÓN
El reparto de los panes y los peces se
encuentra en los cuatro evangelios. El texto que hoy se proclama se cierra con
dos frases que recogen el sentir de
Jesús y el de la multitud.
• “Recoged los pedazos que han sobrado;
que nada se desperdicie”. Importa que no se pierdan los restos del pan. Pero
más importa que la comunidad aprenda a compartir los bienes con los hambrientos
de pan y de sentido. En nuestros días, el papa Francisco denuncia
constantemente la falsa cultura del desperdicio y del descarte.
• “Este sí que es el Profeta que tenía
que venir al mundo”. Por las palabras de Jesús, ya la Samaritana lo había
reconocido como un profeta. Ahora, son la compasión y las obras de Jesús las
que lo revelan ante la multitud como el profeta esperado desde siempre.
Cómo triunfan los niños
Existe la creencia popular -y quizá científica- de que el éxito va unido a la inteligencia. Paul Tough demuestra en este magistral estudio cómo los mecanismos del éxito tienen que ver con un conjunto diverso de cualidades: la perseverancia, el autocontrol, la curiosidad, la meticulosidad, la resolución y la autoconfianza. Los economistas se refieren a ellas como habilidades no cognitivas, los psicólogos las llaman rasgos de personalidad y el resto las denomina carácter.
Un excelente libro que explora los últimos descubrimientos de la neurociencia, la educación y la psicología. El autor recopila las teorías de una nueva generación de investigadores y educadores que por fin utilizan los instrumentos de la ciencia para descubrir los misterios del carácter.
Este provocativo y esperanzador libro tiene la capacidad de cambiar la forma en la que criamos a nuestros hijos, dirigimos nuestros colegios y construimos la sociedad.
Autor Paul Tough
Editorial Palabra
ISBN 978-84-9061-089-3
172 páginas
Precio: 17,50 euros (papel)
La escucha y la enseñanza Mc 6,30-34
“¡Ay de los
pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño!” Con esta
lamentación divina, comienza la primera lectura que hoy se proclama (Jer 23,
1-6). El Señor denuncia y condena el comportamiento de los malos pastores de su
pueblo. En lugar de reunir a las gentes las han dispersado.
Así que el
Señor mismo promete que será el pastor de su pueblo: “Yo mismo reuniré el resto
de mis ovejas, de todos los países a donde las expulsé, y las volveré a traer a
sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen”. No sólo eso, sino que el Señor elegirá buenos
pastores para que las ovejas vivan sin temor y no se pierdan.
El oráculo
profético se cierra con una promesa muy importante. Dios anuncia la llegada de
un descendiente de David, que reinará como rey prudente y será reconocido por
su amor a la justicia. La imagen del pastor era muy conocida por un pueblo que
se había formado conduciendo a sus
rebaños. Así que aquella profecía mantuvo viva la esperanza del pueblo
de Israel.
EL SENTIDO DE
LA MISIÓN
El evangelio
de hoy recuerda que Jesús había enviado a sus apóstoles a una misión por los
pueblos de alrededor. En este momento regresan para reunirse con él. Antes de
retomar la imagen del pastor y aplicarla a Jesús, el texto ofrece unos detalles
muy importantes sobre él mismo y sobre el sentido de la misión evangélica (Mc
6, 30-34).
• En primer
lugar, leemos que Jesús invita a sus discípulos a subir a una barca y retirarse
a un lugar tranquilo para descansar junto a él. Para Jesús es más importante el
“ser” que el “hacer”. Junto al trabajo misionero, valora el descanso y la
convivencia. Jesús parece más interesado por las personas que por los
resultados de su acción.
• Además, de alguna manera se nos dice que
para ser auténtica, la misión ha de ser repensada, contrastada, evaluada. Pero
no se trata de una evaluación académica o sociológica. Es una evaluación
“contada”. Los enviados por Jesús vuelven junto a él para hacerle partícipe de
sus experiencias. Jesús sabe y quiere
escucharles. El Maestro se hace discípulo.
• Hay otro detalle importante. El texto nos
dice que eran tantos los que iban y venían que los discípulos no encontraban
tiempo ni para comer. Es verdad que, junto a la tentación de la acción
continua, serpea también la tentación de la “acedia”, como dice el Papa
Francisco. Si Jesús no quiere la ociosidad, tampoco quiere que sus discípulos
mueran en el intento.
EL REGALO DEL
TIEMPO
Pero al final
del texto evangélico se añaden unas
palabras que nos remiten a la imagen del pastor: “Al desembarcar, Jesús vio una
multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor y se
puso a enseñarles con calma” (Mc 6, 34).
• Las gentes
andaban perdidas. Anhelaban escuchar una palabra de verdad y de vida.
Seguramente eso es verdad también en nuestro tiempo. No podemos ignorar el
hambre y la sed de sentido que afligen a tantas personas.
• Jesús es
capaz de cambiar con generosidad sus propios planes. No se hace sordo ante las
necesidades de las gentes. Jesús no considera como intocable el proyecto de
descanso que había pensado para él y para sus discípulos.
• Así que el
Maestro se deja llevar por la compasión y se dedica a la ardua y fatigosa tarea
de enseñar a las gentes. Pero no lo hace reflejando frustración. El tiempo es
el don más importante que podemos ofrecer a las personas. Y Jesús lo ofrece de
todo corazón.
Bien, Mejor, ¡Excelente!
Todos los padres se enfrentan al desafío de transmitir a sus hijos una
actitud positiva hacia el trabajo, que arraigue en hábitos útiles para
toda la vida. Que los hijos lo entiendan es importante, pero no es
suficiente: han de esmerarse en hacer sus tareas bien, ordenar sus
cosas, trabajar en equipo, vencer la mala gana.
La autora trata cinco virtudes relacionadas con el trabajo: orden,
diligencia, responsabilidad, cooperación y alegría. Fruto de su vivencia
personal y de su experiencia, ofrece un breve y práctico manual para
padres, cuidadores y educadores.
Esther Joos Esteban es doctora en Filosofía y experta en
Infancia, Familia y educación en valores. Profesora en la Escuela de
Educación y Desarrollo Humano (University of Asia and the Pacific), ha
publicado numerosos artículos sobre los abusos verbales, las conductas
adolescentes y la protección de la infancia. Su vida transcurre entre
Manila y Nueva York, donde ha impartido cientos de seminarios sobre
paternidad y educación a lo largo de los últimos 25 años.
Autora Esther Joos Esteban
Editorial Rialp
ISBN 978-84-321-4534-6
192 páginas
Precio 12 euros (papel), 6,99e-book
La iniciativa de la misión Mc 6,7-13 (TOB15-15)
“No soy profeta ni hijo de profeta, sino
pastor y cultivador de higos”. Nos conmueve la simplicidad con que el pastor
Amós responde al sacerdote Amasías, según se lee en el texto que hoy se
proclama (Am 7,12-15). Evidentemente el profeta molesta a la institución. Pero
hoy son muchos los que se proclaman profetas. Los que pregonan haber recibido
ese carisma.
Pues, bien, el verdadero profeta no se
atreverá nunca a apropiarse ese título. El verdadero profeta no lo es por
profesión. Se podría decir que lo es siempre a regañadientes. La iniciativa no
viene de él sino de Dios. Es Dios quien lo saca de su vida habitual y pone en
sus labios unas palabras que ni él mismo habría nunca imaginado.
La verdadera vocación profética no
reporta nunca beneficios inmediatos. Por eso, nunca puede brotar en el campo
del egoísmo y de los propios intereses. Se ha dicho con razón que la vocación
puede ser representada como una lucha con Dios, en la que el llamado es siempre
vencido por el que le llama. Bien lo sabía Amós, acostumbrado a guiar sus
rebaños por el campo.
EL ESTILO DE LA MISIÓN
Si la primera lectura nos recuerda la
vocación de Amós, el evangelio nos da cuenta de la vocación de los discípulos
de Jesús. Tampoco ahora la iniciativa viene de ellos mismos. Es el Señor quien
los elige, quien los llama y quien los envía con una triple misión: predicar la
conversión, echar los demonios y curar a los enfermos (Mc 6,7-13).
•
Ahora bien, Jesús los envía de dos en dos. Sus discípulos no son
francotiradores. Viajar, caminar y actuar siempre “de dos en dos” es ya un
requisito para que puedan ser creídos como pregoneros y testigos de la verdad.
• Pero es que, aun antes de actuar y de
hablar, han de ser convincentes por su misma forma de vivir en comunión y
fraternidad. La buena noticia del amor no será creíble si los que la
proclaman no se aman como hermanos
• Además, los discípulos del Señor son
enviados con un encargo muy concreto de vivir en austeridad y pobreza. Ha de
faltarles no solo lo superfluo, sino
también lo necesario. El mensaje dirigido a los pobres no será creíble si lo
anuncian los que nadan en las riquezas.
SENCILLEZ Y LIMPIEZA
El texto evangélico recoge un par de
advertencias de Jesús que pueden resultar extrañas en la cultura de nuestro
tiempo:
• “Quedaos en la casa donde entréis,
hasta que os vayáis de aquel sitio”.
Jesús quiere y espera que sus discípulos no sean presuntuosos, ni
escogidos. La verdad del mensaje ha de apoyarse en la sencillez del mensajero. Abandonar
una casa por exigencias de mayor comodidad no haría muy creíble el evangelio.
•
“Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el
polvo de los pies, para probar su
culpa”. Jesús es muy realista. Sabe que quienes rechazan el mensaje, rechazarán
también al mensajero. Pero hay que vivir siempre con rectitud y limpieza. Para
que sea evidente que el rechazo es inmotivado.
La fe y el profeta Mc 6,1-6 (TOB14-15)
“Te hagan caso o no te hagan caso…,
sabrán que hubo un profeta en medio de ellos”. Son siempre actuales esas palabras que Dios
dirige al profeta Ezequiel, según el texto que hoy se lee en la celebración de la eucaristía. (Ez
2,2-5). Un texto que resume la misión del profeta. Nos habla, en efecto, de él,
de las gentes y, sobre todo de Dios.
En primer lugar, el profeta ha recibido
el Espíritu y escucha la palabra que Dios le dirige. Pero no la escucha para su
propio beneficio, sino para transmitirla con toda fidelidad a los demás
Además, el profeta ha de cumplir su
misión, aun sabiendo que con mucha frecuencia las gentes tratarán de ignorar el
mensaje que Dios les comunica por medio del profeta.
Finalmente, la simple presencia del
profeta es ya un mensaje sobre el Dios misericordioso que no olvida a su pueblo
y ofrece su salvación aun a aquellos que la desprecian.
UNA TRIPLE FRUSTRACIÓN
En el comentario a la liturgia de hoy,
la Comunidad de Bose subraya que, al regresar a su propia tierra, Jesús ha
tenido que sufrir una triple frustración. De hecho, el evangelio que hoy se proclama (Mc 6,1-6),
nos lo presenta como un “Sabio
desconocido”, un “Profeta despreciado” y un “Médico reducido a la impotencia”.
• “¿Qué sabiduría es esa que le han
enseñado?” Las gentes de Nazaret se muestran muy satisfechas de su propia
sabiduría. No están dispuestas a abrirse a otras formas de ver la realidad.
También hoy se rechaza al evangelio si no apoya nuestras opciones sobre la vida
personal, familiar o social.
• “No desprecian a un profeta más que en
su tierra”. También hoy se desprecia la palabra profética y se calumnia a los
profetas. En realidad, se rechaza su mensaje si no sirve para apoyar las
pretensiones de un grupo social, de una lengua, de una cultura o de una
determinada propaganda social.
• “No pudo hacer allí ningún milagro”.
También hoy se piensa que la fe sólo puede servir para conseguir “milagros”.
Pero de esa forma, no nos abrimos al misterio de la salvación que Dios nos
ofrece. La fe se reduce a un instrumento para satisfacer nuestras necesidades
de trabajo, de salud o de convivencia familiar.
SENTIMIENTOS Y MISIÓN
El texto evangélico se cierra con un par
de observaciones que nos ayudan a descubrir por un momento los sentimientos de
Jesús y el talante con el que llevaba adelante su misión:
• “Se extrañó de su falta de fe”. La fe
en un ser humano es, sobre todo, un acto de confianza. Exige la salida del
propio egoísmo y la confianza en el otro. No creemos en otro cuando tratamos de
instrumentalizarlo para nuestro interés. También la fe religiosa supone un
salto en el vacío. Las gentes de Nazaret no aceptan que Jesús supere lo que
ellos sabían de él.
•
“Recorría los pueblos del contorno enseñando”. El principio de la misión de Jesús es un
estrepitoso fracaso. Pero Jesús no se desalienta. Los que debían de estar cerca
se muestran muy lejanos a él y a su mensaje. Pero seguramente los de fuera se
abrirán a escuchar una palabra que les traerá la salvación.
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