1.-¡La radicalidad del seguimiento de Jesús compromete y libera!
Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío. Una primera observación: no se conocen expresiones semejantes procedentes de la literatura rabínica. No sabemos de ningún rabino anterior, contemporáneo o posterior a Jesús que se hubiera nunca atrevido a expresar una declaración, exigencia o pretensión parecidas. Es una singularidad exclusiva de Jesús. Las afirmaciones son de las más radicales del evangelio. Jesús se atreve a colocarse por encima de los lazos sagrados que dirigen la familia. Sobre los lazos sagrados de los padres y los hijos. Todas las expresiones están en subordinación de la frase principal del conjunto: si alguno se quiere venir conmigo. El verdadero discípulo suyo debe centrar su vida en Él y contemplarlo todo desde Él. Para que la lectura se nos haga más inteligible hemos de tener en cuenta ahora otras palabras de Jesús que se dirigen también a los que quieran ser discípulos suyos y se decidan a optar por Él (Lc 9,23-24).
2.- ¡El seguimiento de Jesús crea nuevos vínculos y lazos de comunión!
La familia suministró al primitivo cristianismo una de sus imágenes básicas para definir la identidad y cohesión sociales cristianas. En la antigüedad, la familia extensa tenía mucha importancia. No sólo era la fuente del propio estatus comunitario, sino que funcionaba también como la principal red de relaciones económicas, religiosas, educativas y sociales. La pérdida de conexión fa¬miliar significaba la pérdida de esas redes vitales, así como la pérdida de conexión con el país. Pero una familia subrogada* podía tener las mismas funciones que la familia de origen. La comunidad cristiana, que hace las veces de familia subrogada, es el lugar propio de la buena nueva. Dejar a la familia de origen por la familia subrogada cristiana (como exige Jesús) era una decisión que costaría muchísimo tomar. Para los discípulos galileos que describe Mc en 3,31-35, abandonar la propia familia de origen y optar por la familia cristiana subrogada traía consigo una recompensa inestimable: en el tiempo presente cien veces más... y en el futuro la vida eterna (Mc 10,30). Lo mismo se puede decir en Lc 14,26. ¡Y parece ser que Lucas se preocupa mucho por los problemas de tales personas! En este marco social y ambiental se entienden mejor las palabras de Jesús y las consecuencias que se siguen para los que las aceptan y tratan de vivirlas.
3.- ¡Total despojo y desprendimiento en el seguimiento de Jesús!
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío. El discípulo debe actuar con sabiduría en medio del mundo. En la misma línea que la primera lectura de este domingo, Jesús invita a recurrir a la verdadera sabiduría y sopesar sagazmente la situación real. Él ofrece una vida feliz ya en este mundo (congratulaciones o bienaventuranzas proclamadas por Él) con una proyección trascendente y perdurable. Pero como ya sabemos, para conseguirlo, deben cumplirse algunas condiciones. Es necesario el total despojo de lo que impide esa posesión. Jesús ofrece al hombre ser señor de todo, como lo es Él. Pero para ello es necesario el despojo de lo viejo para dar cabida a lo inesperadamente nuevo. El seguimiento de Jesús no es un salto en el vacío, es una sabia elección para conseguir lo mejor. Pero para ello hay que deliberar, ponderar y dejarse guiar por Él, que es la verdadera Sabiduría. Y también tiene vigencia este mensaje, esta exigencia, y esta promesa superabundante. El hombre de hoy como el de ayer es invitado a comprometerse en una nueva aventura en el sentido de la vida. Pero con un final seguro y garantizado.
(por Fr. Gerardo Sánchez Mielgo, dominico)
(por Fr. Gerardo Sánchez Mielgo, dominico)
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