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El Rey Pastor Mt 25,31-46 (TOA34-17)
“Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas siguiendo su rastro”. Así comienza el texto del profeta Ezequiel que se lee en esta fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Nos es bien conocida esta imagen del buen Pastor, que el profeta atribuye al mismo Dios.
Pero hay momentos en la vida en los que leemos estas palabras desde una nueva experiencia. Y comprendemos que esta afirmación del Pastor no es gratuita ni retórica. No es una poesía estéril. Esa profecía me atañe a mí personalmente. Dios me ha estado buscando siempre, “siguiendo mi rastro” con tanta paciencia como esperanza.
Por eso, con el salmo responsorial puedo hoy afirmar con tanta certeza como humildad: “El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal 22,1).
Pero el Pastor no sólo nos alimenta. Da la vida por nosotros y nos da la vida verdadera. Como escribía san Pablo, si por Adán hemos muerto todos, por Cristo todos volveremos a la vida (1Cor 15,22).
DOS SENTENCIAS
En este último domingo del año litúrgico, se proclama la tercera de las parábolas de la esperanza, que contiene el capítulo 25 del evangelio de Mateo. Jesús compara al Hijo del hombre con un pastor que separa las ovejas de las cabras (Mt 25,31-46).
La escena del juicio sobre la humanidad contrapone dos sentencias definitivas que ha de pronunciar el Señor de la historia. La primera evoca el tono amable de la acogida: “Venid, benditos de mi Padre”. La segunda resuena con la fuerza terrible del rechazo: “Apartaos de mi, malditos”.
Instintivamente, todos nos colocamos en el bando de los corderos que reciben atención y recompensa por las buenas acciones realizadas al menos alguna vez. Pero, a lo largo de la vida, raras veces pensamos que podemos ser condenados por nuestra indiferencia ante las necesidades de los demás.
PREGUNTA Y RESPUESTA
El criterio para ese discernimiento final no será lo que hemos dicho o escrito. Ese diálogo entre los hombres y el Señor no solo orienta nuestro definitivo examen de conciencia sino también la última de las revelaciones de su identidad.
• “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos?” A la asombrada pregunta de los que se han entregado por los más abandonados, responde el gran Abandonado: “Lo que hicisteis con mis hermanos, lo hicisteis conmigo”.
• “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed… y no te asistimos?” A la escandalizada pregunta de los que han vivido solo para sí mismos, responde el gran Marginado: “Lo que no hicisteis con los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
En el examen final el Señor solo tendrá en cuenta nuestra actitud y nuestro compromiso activo a favor de nuestros hermanos. Y, por cierto, al juicio no serán convocados solo los discípulos de Jesucristo. Creyentes y no creyentes, creyentes no practicantes y practicantes no creyentes, todos seremos examinados de igual manera.
El rey de los mindundis y The followers
El Rey de los mindundis and the followers es una breve «biografía» de Jesús ilustrada en formato cómic. Es un regalito para el corazón que ofrece la posibilidad de encontrarse y de disfrutar con el mensaje de amor proclamado en los evangelios: El amor de verdad, el que te hace cosquillas, te levanta de la cama, te hace soñar, volar, el que resucita a los muertos.
Autores: Pilar Ramírez y Jesús Marío Lorente
Editorial: Baula (Grupo Edelvives)
ISBN: 9788414005415
96 páginas
Precio: 10 euros
Tiene continuación en The followers (del rey de los mindundis), también en formato cómic. En esta ocasión podrás conocer a algunos de los followers del Rey de los mindundis a la vez que podrás identificarte con ellos en tus dudas, en tus miedos, en tus ganas y en tus sueños.y descubrirás la grandeza de vivir la vida de frente, sin complejos, a corazón abierto. y ser parte del gran sueño de Dios.
Autores: Pilar Ramírez y Jesús Marío Lorente
Editorial: Baula (Grupo Edelvives)
ISBN: 9788414010976
96 páginas
Precio: 10 euros
Los talentos Mt 25,14-30 (TOA33-17)
“Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas… Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza” (Pro 31,10.31). He ahí el principio y la conclusión de ese espléndido himno que encontramos en el libro de los Proverbios.
Algunos estudiosos sugieren que puede ser un himno a la sabiduría personificada. Gracias a ella se mantiene en pie la familia y vive en armonía toda la sociedad. Pero la imagen empleada contiene un elogio a la mujer hacendosa. Sostiene su hogar con su trabajo, atiende a su familia y, además, se muestra compasiva con los pobres y los necesitados.
La imagen ideal de la familia reaparece en el salmo responsorial. Precisamente este salmo 128 (127) ha sido glosado por el papa Francisco en su exhortación Amoris laetitia.
En este penúltimo domingo del año litúrgico es muy oportuna la lectura en la que Pablo pide a los Tesalonicenses que vivan en la luz y estén siempre preparados para el “Día del Señor”, que llegará como un ladrón en la noche (1Tes 5,1-6).
EL ENCARGO Y EL JUICIO
Como sabemos, en el capítulo 25 del evangelio de Mateo encontramos tres parábolas sobre la esperanza. Tras la parábola de las diez doncellas invitadas a la boda, se incluye la de los talentos que, antes de irse de viaje, un hombre entrega a sus siervos, con el encargo de que negocien con ellos (Mt 25,14-30).
• El primero recibe cinco talentos, negocia con ellos y gana otros cinco. Al regresar, su amo lo alaba, calificándolo como “siervo bueno y fiel”, y le promueve en su cargo.
• El segundo recibe dos talentos, con los que logra hacer negocio y ganar otros dos. También él es alabado por su amo, que le confía una importante responsabilidad.
• El tercero recibe un talento. Precisamente él, que presume de conocer bien a su amo, no secunda sus proyectos. Así que esconde bajo tierra el talento para devolverlo a su amo, que, en el juicio, lo condena por inútil, negligente y holgazán.
ESPERANZA RESPONSABLE
Hemos meditado muchas veces esta parábola de los talentos. Y tantas otras veces hemos reflexionado sobre las lecciones que encierra para nosotros.
• En primer lugar nos complace ver que el amo confía en sus propios criados. Y agradecemos a Dios que también a nosotros nos haya confiado tantos tesoros de la naturaleza y de la gracia.
• Además, vemos que la espera de la venida del Señor no puede justificar nuestra pereza. Si creer es crear, esperar es operar. La esperanza no puede alejarnos de la tarea de trabajar por el progreso humano y por la extensión del Reino de Dios.
• Finalmente, descubrimos que el premio concedido a los que viven una esperanza activa y comprometida no consiste en algún bien material. El mayor premio es “entrar en el gozo de nuestro Señor” y el mayor castigo es ser alejados de él.
Espera y esperanza Mt 25,1-13 (TOA32-17)
“Radiante e inmarcesible es la sabiduría… La encuentran los que la buscan… Quien temprano la busca no se fatigará, pues a su puerta la hallará sentada… Ella misma busca por todas partes a los que son dignos de ella” (Sab 6,12.14.16). En este hermoso poema sobre la sabiduría por tres veces aparece el verbo “buscar”.
Y con razón, porque la sabiduría es para la Biblia el gran tesoro. Es el mayor de los dones de Dios. Para encontrarla hay que prescindir de muchas cosas. Y decidirse a buscarla para descubrirla al amanecer, sentada a nuestra puerta. Es ella la que viene a encontrarnos. Esa es la gran tarea y la enorme alegría de la esperanza cristiana.
Es evidente que la sabiduría se identifica con el mismo Dios. Es él a quien buscamos, a veces sin saberlo. Por eso el salmo responsorial nos invita a cantar: “Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti” (Sal 62,2).
Esa sed, que resume nuestra esperanza, no quedará defraudada. San Pablo nos asegura que quien ha creído en la resurrección de Jesucristo estará siempre con el Señor (1Tes 4,17).
ESPERA Y COMPROMISO
El capítulo 25 del evangelio de Mateo nos ofrece tres hermosos textos sobre la esperanza. El primero es la parábola de las diez doncellas invitadas a la celebración de una boda (Mt 25,1-13). ¿Qué es lo que las caracteriza?
• Tienen en común que todas ellas tienen una función importante en la celebración de la fiesta: han de salir a esperar al esposo e iluminar el cortejo con sus lámparas. Para todas se hace pesada la espera y todas se dejan vencer por el sueño.
• Pero se diferencia en algo muy importante. Cinco de ellas han tomado aceite para alimentar sus lámparas. Las otras cinco, no. Las previsoras aparecen como prudentes, mientras que las otras cinco son calificadas como necias o descuidadas.
La parábola nos recuerda que la esperanza no es solo un sentimiento. No puede identificarse con la frivolidad ni con la pasividad. La esperanza es activa y comprometida. Exige sabiduría. Esperar implica operar.
LA ORACIÓN Y LAS OBRAS
En la segunda parte de esta parábola se nos dice que la espera no es una falsa ilusión. El esposo llega a la fiesta. Como ha dicho el papa Francisco, “nuestra esperanza tiene un rostro”. El texto recoge un breve diálogo y una exhortación.
• “Señor, Señor, ábrenos”. Las jóvenes descuidadas pierden tiempo al tratar de remediar su error y llegan tarde a la fiesta. Su lamento resume la súplica de todos los que, aun si saberlo, deseamos encontrarnos con el Señor.
• “En verdad os digo que no es conozco”. Nos engañamos si pensamos que la esperanza es una virtud fácil y trivial. No se sostiene solo con palabras, sino que requiere esfuerzo y prudencia. La oración ha de ir acompañada por las obras.
• “Velad, porque no sabéis el día ni la hora”. Con esta exhortación concluye Jesús la parábola. El mismo papa Francisco nos dice que el problema no es “cuándo” se mostrará el Señor, sino el “estar preparados para el encuentro”.
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