“Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor”. La Ciudad Santa sería la meta de la peregrinación de todos los pueblos. Esta profecía que se encuentra en el libro de Isaías (Is 60,6) anticipa el relato evangélico de la llegada de los Magos a Jerusalén.
En el texto del profeta se aludía a las riquezas que las gentes traerían a la Ciudad Santa. Pero era más importante el anuncio de la luz que ella iba a irradiar sobre todos los habitantes de la tierra. Ese era el don que Dios concedía a Jerusalén y la responsabilidad que de ella se esperaba. Tendría que reflejar el resplandor de Dios.
También el salmo 71 anuncia la llegada de todos los reyes. Ya no serán solamente atraídos por el esplendor de Jerusalén. Vendrán a postrarse y a servir a un rey al que Dios confía su juicio y su justicia. Un rey que librará a los pobres y a los afligidos (Sal 71).
Según san Pablo, esas antiguas promesas se cumplen en Jesucristo. Gracias a él, también los paganos participan de ellas (Ef 3,6).
LAS ACTITUDES DE LOS MAGOS
En el relato evangélico de la llegada de los Magos que hoy se proclama (Mt 2,1-12) el protagonista principal es Jesús. Él es el rey compasivo y redentor de los pobres que anunciaban los textos antiguos. En efecto, ellos no se refería tanto a un lugar como a una persona. Jesús es el príncipe esperado.
Los Magos no solo representan a los pueblos paganos que descubren una luz que los lleva hasta el Salvador. Señalan también las actitudes de los que buscan la verdad: observar la naturaleza, ponerse en camino, aceptar el riesgo de consultar la Escritura, humillarse ante el Señor y regresar al propio ambiente con un ánimo renovado.
Es cierto que los signos de la naturaleza no son percibidos por todos de la misma forma. La aparición de la estrella suscita en los Magos el deseo de salir a buscar, reconocer y venerar a un nuevo rey. Pero suscita también en el rey Herodes el miedo a perder su poder y la voluntad de dar la muerte a una vida que se abre ante él.
En su escrito ante la muerte, el papa san Pablo VI pedía perdón a Dios por no haber dedicado más tiempo a contemplar la naturaleza. Evidentemente podemos detenernos a ver su belleza o a calcular los beneficios y ganancias que podremos obtener de ella. Pero es necesario aprender a leer, como los Magos, el mensaje que el Creador nos transmite en su creación.
LAS PALABRAS DE LOS MAGOS
“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Esas son las únicas palabras que se ponen en boca de los Magos. En el contexto del relato evangélico, revelan el sentido de la búsqueda de Dios.
• “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?” Con frecuencia lamentamos la secularidad y aun la indiferencia de nuestra sociedad ante el misterio de la fe. Sin embargo, tal vez sean muchos los que buscan a Dios sin conocerlo. Buscan la verdad desde la duda. Buscan la belleza desde la frivolidad. Buscan la bondad desde el relativismo.
• “Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. He ahí tres pasos del camino de la fe. La aparición de la estrella no depende de nosotros, pero es necesario observar los signos. No basta con mirar: hay que reflexionar sobre su significado, escrutando las Escrituras. Y finalmente hay que adorar al único que merecer adoración.
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