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Los fraudes y la responsabilidad Lc 16,1-13 (TOC25-25)

“Escuchad esto los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: ¿Cuándo pasará la luna nueva para vender el trigo y el sábado para ofrecer el grano?” (Am 8,4). Amós, un pastor llegado de Técoa a Samaría muy pronto descubrió y denunció las injusticias y los atropellos que allí se cometían contra los pobres.

Cuando comenzaron a rechazarlo como profeta, respondió que nadie puede dejar de temblar cuando el león ruge en la selva.  Sería un pecado guardar silencio frente a los los fraudes y los abusos contra los más indefensos de aquella sociedad que presumía de próspera al tiempo que se gloriaba de observar el descanso del día del sábado.

El salmo responsorial de este domingo nos exhorta a proclamar que el Señor “levanta del polvo al desvalido y alza de la basura al pobre” (Sal 112,7).

Por otra parte leemos una confesión de fe que san Pablo escribe a Timoteo: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4). No olvidemos que esa voluntad de Dios se refiere tanto al oprimido como al opresor.

LO REALMENTE IMPORTANTE

El evangelio nos presenta hoy una parábola que refleja una actitud  que se ha repetido con frecuencia. Un administrador ha defraudado a su amo y va a ser despedido por ello. Pero con el fin de ganarse unos amigos, falsifica los documentos para disminuir la cantidad que todavía deben a su amo.  Con ello, espera que lo ayuden cuando se encuentre sin trabajo (Lc 16,1-13).

Contra lo que cabría imaginar, el amo felicita a ese administrador infiel, no por su corrupción, sino por la astucia que demuestra. Jesús concluye su parábola con una afirmación  que podría aplicarse a muchas situaciones actuales: “Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz”. 

Es evidente la frecuencia con la que aparecen los dineros en el evangelio de Lucas. Por eso, algunos piensan que tal vez el dueño ha llegado a comprender lo que es realmente importante. No merece la pena perder la paz por la pérdida de unos beneficios económicos. 

NUESTRA VOCACIÓN CRISTIANA

Según el texto evangélico, la parábola lleva a Jesús dirigir a sus discípulos algunas reflexiones de tipo sapiencial. Es verdad que en ellas refleja algunas actitudes humanas, pero sobre todo subraya una vez más la grandeza de Dios.

• “El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar”. Todo ser humano ha de ser honrado en los pequeños compromisos de cada día. Eso lo prepara  para ser responsable en su tarea y para aceptar el proyecto de Dios.

• “Ningún siervo puede servir a dos amos”. Cuando el corazón está dividido no puede tener paz, ni en el trabajo ni en la vida familiar. Pero la división de nuestro servicio llega a ser dramática si queremos ser fieles a las voces del mundo y olvidamos la voz de Dios.

• “No podéis servir a Dios y al dinero”. Siempre tendemos a elegir, a votar y a servir a los que nos ofrecen seguridades inmediatas. Pero solo Dios es Dios. Solo quien adora solamente a Dios, puede encontrar la libertad y reivindicar su verdadera dignidad.

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