Si vos ahora queréis comprender por qué los incrédulos abundan en diciembre, podrás darte perfecta cuenta, que todo se debe precisamente a que los mercaderes no saben hacer otra cosa que vender para comprar tu alegría. Pero no creáis que en vano un pesebre es la luz del mundo; porque imagina por un momento que todo se hubiese desarrollado en un hotel cinco estrellas: como le pediría al que solo tiene esperanza que creyera en los milagros, si la última estrella que tenía para vender te la había guardado y, de tanto esperar por ti se murió. Por eso el angelito que me diste, todos los días me pregunta: A dónde se fue la dueña de mi imagen si vos te quedaste solamente con la soledad de mi espacio...A mí también me dolió, pero no te preocupes: Diciembre me dijo que este año me exoneraba del llanto, por lo tanto me das un abrazo y te devuelvo para siempre la alegría, que solamente una vez ensoñamos. Feliz navidad! Saboreo aún tus fresas y a estos incrédulos que nos miran.
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