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Le pondrás por nombre Jesús Mt 1,18-24 (AVDA4-13)



En un momento de crisis y de miedo ante las invasiones enemigas, el profeta Isaías anunciaba al rey el nacimiento de un niño que llevaría por nombre Emmanuel, es decir “Dios con nosotros”. Una promesa que puede parecer inútil y hasta molesta a todos los que han decidido prescindir de Dios.
En las vísperas de la Navidad la liturgia nos repite una y otra vez que “el mundo espera un Salvador”. En realidad hay muchos que no esperan nada ni esperan a nadie. Algunos, porque todo les empuja a la desesperanza. Y otros, porque viven  muy cómodos  en el presente y no miran al futuro.
En realidad, estos últimos se preguntan, de qué podrían ser salvados ellos, que se sienten tan realizados y satisfechos con lo que tienen. Que la celebración  de hoy nos ayude a todos a recobrar el don y la tarea de la esperanza, para recibir al Deseado de los pueblos, como lo invoca hoy la antífona del “Magnificat”.

SALVADOR DEFINITIVO

El evangelio según san Mateo que hoy se proclama (Mt 1,18-24) recobra aquella promesa del profeta Isaías y la ve actualizada en la “anunciación” a José: “José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque el hijo que espera es obra del Espíritu Santo. María tendrá un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados”.
Jesús es el Salvador definitivo, enviado por Dios al final de los tiempos. Él nos salva de la triple tiranía del tener, del poder y del placer.
- Nos libra de la desconfianza que experimentamos ante los demás, cuando sólo los consideramos como desalmados competidores, en lugar de verlos como nuestros hermanos.
- Nos libra de una concepción de Dios, que nos llevaba a verlo como un tirano, como el mayor enemigo de nuestra felicidad.
- Y finalmente, nos salva de lo peor de nosotros mismos. Nos libera de nuestra mentira y de nuestra vaciedad, de nuestro egoísmo y nuestras cobardías, de nuestra vileza y nuestro miedo.

EL NOMBRE QUE NOS SALVA

El nombre de Jesús significa “Dios salva”. Creemos y confesamos que por Él nos ha ofrecido Dios la salvación. En él se nos hace visible cada día nuestra dignidad de hijos amados por Dios. Con Él, por Él y en Él damos gloria y alabanza a Dios.
• Ese nombre de Jesús nos revela ya que la causa humana no está abocada al fracaso. Hay una salvación para quien aspira a vivir con dignidad en el mundo.
• Ese nombre nos recuerda que, por terribles que parezcan, las fuerzas del mal no pueden sobreponerse a la sencilla majestad del bien.
• Ese nombre proclama que la salvación no nace de la fuerza o del ingenio del hombre, sino que es siempre un don gratuito de Dios. Pero veamos si podemos colaborar de algún modo concreto en la obra salvadora de Jesucristo.

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