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Fiesta de la Luz Jn 20,1-9 (PAA1-14)



“Hay cristianos cuya opción parece ser la de una cuaresma sin Pascua”. Así ha escrito el Papa Francisco en su exhortación La Alegría del Evangelio (n.6). La Cuaresma nos ha ido preparando para aceptar  la cruz de Jesucristo y para seguirle por el camino.
El tiempo de Pascua nos ha de ayudar a vivir con el Señor una vida resucitada. Así lo canta el himno: “Pascua sagrada, ¡oh fiesta de la luz!, despierta tú que duermes, y el Señor te alumbrará”.
Durante el tiempo de Pascua vamos a meditar el libro de los Hechos de los Apóstoles. El discurso de Pedro que hoy se lee no es una lección sobre ideas abstractas. Es un testimonio de vida: “Nosotros comimos y bebimos con él después que resucitó, y él nos envió a anunciar al pueblo que Dios le ha puesto como Juez de vivos y muertos”.

EL SEPULCRO VACIO

También el evangelio nos refiere el testimonio de Pedro y el discípulo amado del Señor. Aquel primer día de la semana, las mujeres se acercaron hasta el sepulcro de Jesús, pero lo encontraron vacío. Hasta hablaban de unos ángeles que les anunciaron que Él estaba vivo.
Alarmados por estas noticias, los discípulos corrieron hasta el sepulcro. No vieron el cuerpo de Jesús. La constatación de la ausencia del Señor motiva el crecimiento en la fe. Si el Señor no está entre los muertos, su vida entera puede ser releída con ojos de fe.
• También nosotros contemplamos hoy el sepulcro vacío de Jesús. Nos llama la atención que el evangelio repita tantas veces que tanto María Magdalena como los dos discípulos “vieron” el sepulcro vacío y las vendas que habían envuelto el cuerpo de Jesús. 
• También nosotros en este día de Pascua somos invitados a ver con los ojos de la fe el misterio del Señor Resucitado. Y repetimos con gozo uno de los himnos pascuales: “La mañana celebra tu resurrección y se alegra con claridad de Pascua. Se levanta la tierra, como un joven discípulo en tu búsqueda, sabiendo que el sepulcro está vacío ”.

LAS COSAS DEL CIELO

La carta a los Colosenses que hoy se lee en la eucaristía contiene una exhortación a vivir  como resucitados:
• “Hermanos, ya que habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios”. De hecho, por el bautismo hemos muerto a un mundo de pecado.  Y hemos resucitado con él, que es nuestra cabeza. 
• “Pensad en las cosas del cielo, no en las de la tierra”. Cristo es ya ahora nuestra vida. Su vida orienta la dirección de la nuestra. Nuestros pensamientos e intereses han sido modificados por su vida, por su muerte y por su resurrección.
• “Cuando él aparezca, vosotros también apareceréis con él y tendréis parte en su gloria”. Cristo es ya ahora nuestra vida, el motivo para vivir de otra manera. Pero es también el fundamento de una esperanza que nos lleva más allá de la muerte.

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