Estamos tan acostumbrados a
mencionar a San Pedro y San Pablo que podemos olvidar la importancia de su
misión en los orígenes de la Iglesia.
El texto de los Hechos de
los Apóstoles que hoy se lee en la misa (Hech 12, 1-11) nos remite a un fresco
bellísimo en el que Rafael dejó plasmada la liberación de Pedro. Herodes lo
había metido en la cárcel durante la semana de Pascua. Pero “mientras Pedro
estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios
por él”.
Orar por Pedro era un deber
de gratitud y de amor para la primera comunidad de Jerusalén. Pedro será bien
consciente de que esa oración le ha “liberado de las manos de Herodes y de la
expectación de los judíos”.
También Pablo es consciente
de que el Señor lo ha liberado de la boca del león y lo seguirá librando de
todo mal, salvándolo para su Reino (2Tim 4,17-18).
PILARES DE LA FE
A estos pilares de la fe de
la Iglesia celebramos hoy en una misma fiesta. Su diferencia de talante y de
opiniones no los separó en vida de la gran misión que les fue confiada por su
Señor ni los aleja ahora en nuestra veneración.
De Pedro nos dice el
evangelio de hoy (Mt 16, 13-19) que reconoció a Jesús como el Mesías, el Hijo
de Dios vivo. A cambio, Jesús le cambia su nombre de Simón por el de Pedro para
hacer de él la piedra sobre la que el Señor va a edificar su Iglesia.
Pablo, por su parte, resume
a su discípulo Timoteo su propia tarea de apóstol y misionero: “El Señor me ayudó
y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos
los gentiles”.
Así pues, los dos apóstoles
y pilares de nuestra fe han sido liberados por Dios para convertirse en agentes
de la liberación que nos proporciona el Evangelio de Jesucristo.
UN ÚNICO SALVADOR
En la solemnidad de hoy
queda flotando la confesión que el Evangelio coloca en la boca de Pedro:
• “Tú eres el Mesías, el
Hijo de Dios vivo”. Pedro es el modelo de una fe que reconoce a Jesús como el
ungido de Dios, el Salvador que Él nos envía, el Hijo único de Dios. Esa era la
condición mínima para ser un auténtico discípulo de Jesús de Nazaret. Los que
pretendían seguirlo por otros motivos pronto abandonaron el camino.
• “Tú eres el Mesías, el
Hijo de Dios vivo”. Esa es la fe de la Iglesia, convocada y guiada por el
Espíritu. Y ese es el resumen de su mensaje. La Iglesia no es una organización
no gubernamental de beneficencia, ni una asociación cultural, ni un grupo de
poder. Es la comunidad de los que aceptan a Jesús como el Mesías divino que
redime lo humano.
•
“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Esa es la buena noticia que los
cristianos anuncian a toda la humanidad. En un mundo secular, muchos ponen la
salvación en la técnica o en la política, en el arte o en la guerra. En un
mundo plural y multicultural se nos ofrecen muchos salvadores. La fe en el
Mesías Jesús es el camino para la paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario