El evangelio deMateo es el único que nos dice el precio exacto que los Sumos Sacerdotes pagaron a Judas a cambio de su traición: treinta monedas de plata. Este detalle tiene una gran importancia, pues ese era el precio fijado por la Ley para la compra de un esclavo. Ese precio muestra el «desprecio» tanto de los Sumos Sacerdotes como de Judas hacia Jesús, hacia el Señor del Universo. Ese dinero sirvió para comprar el campo del Alfarero. Este Alfarero es también Dios, quien modelo al hombre de barro. Por esta compra los extranjeros que morían en Jerusalén obtuvieron una tumba donde ser enterrados.
El precio de Jesús nos hace reflexionar hoy sobre el precio o aprecio que nosotros sentimos por él. ¿Qué valor le damos a Jesús en nuestras vidas?
Otro detalle que solo encontramos en el evangelio de san Mateo es que durante la comparecencia de Jesús ante Pilato, la mujer de este envió a alguien para que le dijera de su parte: «No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él». En la narración evangélica queda de manifiesto que este juicio le incomodaba mucho a Pilato, pero no tuvo la valentía de hacer justicia, pues sabía que Jesús era inocente y que se lo habían entregado por envidia. Aunque se lavo las manos, el agua no pudo borrar la grave responsabilidad que tuvo en este asunto. Su comportamiento muestra la perversidad de la justicia que llega al punto de condenar a muerte, a sabiendas, al inocente, teniendo la autoridad y el poder para evitarlo.
La actitud de Pilato ante Jesús es un ejemplo de cómo no hay que obrar. Sigue teniendo toda su actualidad. Las circunstancias nos pueden poner a todos en una situación semejante en la que tendremos que optar entre condenar al inocente o defender su inocencia. Optar por la justicia supone una gran valentía que no se improvisa. Para ello es preciso educar constantemente nuestro espíritu en el Espíritu del Evangelio.
En el momento de la muerte de Jesús los tres primeros evangelios cuentan que el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo, pero Mateo es el único que añade que la tierra tembló, las rocas se rasgaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que Jesús resucitó salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos.
La muerte de Jesús remueve la historia, el presente y el futuro de la humanidad. Su muerte desemboca en una resurrección que restaura todas las cosas.
Un último detalle propio del relato de la Pasión de Mateo es que los Sumos Sacerdotes y los fariseos acudieron en grupo para pedir a Pilato que diera la orden de vigilar el sepulcro de Jesús hasta el tercer día, con el fin de evitar que sus discípulos robaran su cuerpo y dijeran que había resucitado de entre los muertos, con lo que la última impostura sería peor que la primera.
Pero ni la vigilancia más estricta sería capaz de retener a Jesús en el sepulcro. Ninguna tumba podría retener al Autor de la Vida.
Que la Virgen María, que acompañó a Jesús hasta la cruz, nos guíe a lo largo de estos días santos para que vivamos más plenamente la Pascua de su Hijo.
Fray Manuel Ángel Martinez Juan
Convento de San Esteban (Salamanca)
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