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Una boda en Caná Jn 2,1-11 (TOC2-22)

“Ya no te llamarán ‘Abandonada’, ni a tu tierra `Devastada’; a ti te llamarán ‘Mi predilecta’ y a tu tierra ‘Desposada’; porque el Señor te prefiere a ti y tu tierra tendrá un esposo”. En esta profecía que se encuera en el libro de Isaías, la imagen del matrimonio refleja el amor de Dios hacia su pueblo elegido (Is 62,5).

Las gentes de Israel recordaban que su tierra había sido invadida y destrozada por los enemigos. Pero han de creer que Dios es misericordioso y fiel. Y que su amor es mucho más fuerte y definitivo que los más poderosos enemigos.  

No es extraño que el salmista invite a los fieles a proclamar abiertamente esa bondad de Dios: “Contad las maravillas del Señor a todas las naciones” (Sal 95).

Durante siete domingos se nos propone la lectura de tres capítulos de la primera carta a los Corintios. Hoy es una buena ocasión para descubrir los diversos carismas que enriquecen a nuestra comunidad (1 Cor 12,4-11).

SIGNO DE BENDICIÓN 

El evangelio nos recuerda una boda que se celebraba en Caná de Galilea. Allí estaban María, Jesús y los discípulos que él había ya elegido (Jn 2,1-12). Según el papa Francisco, “en el milagro realizado en Caná, podemos ver un acto de benevolencia por parte de Jesús hacia los novios, un signo de la bendición de Dios sobre el matrimonio”.

En este tiempo en que nos ha tocado vivir, es bueno recordar la presencia de Jesús en una fiesta de bodas. El matrimonio se ha desvinculado de la fe, incluso entre los creyentes. Hoy se olvida que el amor es un misterio y que la fecundidad es un don divino. Son  muchos los que piensan que el amor es solo sentimiento más que un compromiso. 

Pero, según el papa Francisco, “el milagro de Caná no tiene que ver solo con los esposos. Cada persona humana está llamada a encontrar al Señor en su vida….El relato de las bodas de Caná nos invita a redescubrir que Jesús… se presenta como Aquel que responde a las esperanzas y a las promesas de alegría que habitan en el corazón de cada uno de nosotros”.

LOS SIGNOS Y LA FE

El evangelista incluye en el relato de este primer “signo” obrado por Jesús, tres frases suyas que nunca deberíamos olvidar.

• “Todavía no ha llegado mi hora”. Bien sabemos la importancia que la “hora” tiene en la vida y en la misión de Jesús. Su hora sería la del sacrificio de su vida, reflejada por cierto en la entrega a sus discípulos del vino de la cena.

• “Llenad las tinajas de agua”. Con todo, Jesús desea y espera que nosotros colaboremos a la manifestación de su gloria. Nadie es inútil. Todo esfuerzo humano, realizado por obediencia a su voluntad, es anticipo de la redención.

• Sacad ahora y llevadlo al mayordomo”. Jesús dirá varias veces que sus palabras y obras han de ser comunicadas abiertamente. También este primer signo requiere el testimonio del experto. Realmente, ha llegado el tiempo de la nueva alianza. Todo es “evangelio”.

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