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La vocación del discípulo Lc 9,51-62 (TOC13-22)
“Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo.” Con esas palabras responde Eliseo a la llamada que le dirige el profeta Elías. De hecho, Eliseo ofrece un convite a su gente y regresa para seguir al maestro que lo ha llamado. Así se nos cuenta en el texto que se lee en la primera lectura de este domingo (1 Re 19,16b.19-21).
El profeta Elías había sido llamado por Dios para defender la fe de Israel, que se veía amenazada por el culto a Baal, que había introducido la reina Jezabel. Si Elías había defendido la majestad de Dios, su discípulo Eliseo había de manifestar su misericordia. Ambos profetas obedecían al impulso del Espíritu de Dios.
Al Espíritu se refiere también san Pablo al exhortar a los Gálatas a no seguir los deseos y los instintos inmediatos: “Andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne… Si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la ley” (Gál 5,13-18).
ACOGIDA Y SEGUIMIENTO
Pues bien, el instinto de la ira domina aún en Santiago y Juan, hijos de Zebedeo. Se habían acercado a una aldea de Samaría para pedir alojamiento para Jesús y sus discípulos. Son conocidos los recelos qe experimentaban los samaritanos frente a los judíos. Así que bastó que los peregrinos se dirigieran a Jerusalén para ser rechazados.
Santiago y Juan hubieran querido condenar al fuego a aquel poblado. Las diferencias culturales y religiosas, los recelos y los prejuicios no permitían a aquellas gentes practicar la hospitalidad. Por otra parte, los prejuicios y las normas de conducta de su pueblo sugerían a los discípulos el deseo de vengarse de ellos (Lc 9,51-62).
Pero el relato evangélico no se refiere solo a estos dos discípulos que todavía no han asimilado el espíritu de su Maestro. Hay otros tres que podrían haber seguido el camino del discipulado. Al primero Jesús le revela su propia pobreza. No tiene donde reclinar la cabeza. Al segundo le recuerda la primacía del anuncio del reino de Dios.
SEGUIMIENTO Y GENEROSIDAD
El relato evangélico trata de presentar algunas formas de vocación que debieron de repetirse una y otra vez en las primitivas comunidades cristianas. De hecho, se concluye con el diálogo entre un tercer candidato y el mismo Jesús:
• “Te seguiré Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia”. Con esta frase el texto evangélico nos recuerda el gesto filial de Eliseo. En la comunidad de Israel era muy importante el respeto a los padres y la vinculación con la familia de origen. Este candidato parece decidido a seguir a Jesús, pero no quiere ignorar a su propia familia.
• “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. La respuesta de Jesús se diferencia de la respuesta que el profeta Elías dio a Eliseo. Jesús no condena las atenciones que una persona debe a su familia. Pero ayuda al candidato a entender que la vocación a seguir al Mesías está antes que todos los deberes.
La Eucaristía, experiencia del Reino de Dios Lc 9, 11-17 (Corpus Christi)
1. Lucas ha presentado la multiplicación de los panes como una Eucaristía. En este sentido podemos hablar que este gesto milagroso de Jesús ya no se explica, ni se entiende, desde ciertos parámetros de lo mágico o de lo extraordinario. Los cinco verbos del v. 16: “tomar, alzar los ojos, bendecir, partir y dar”, denotan el tipo de lectura que ha ofrecido a su comunidad el redactor del evangelio de Lucas. Quiere decir algo así: no se queden solamente con que Jesús hizo un milagro, algo extraordinario que rompía las leyes de la naturaleza (solamente tenían cinco panes y dos peces y eran cinco mil personas). Por tanto, ya tenemos una primera aproximación. Por otra parte, es muy elocuente cómo se introduce nuestro relato: los acogía, les hablaba del Reino de Dios y los curaba de sus males (v.11). E inmediatamente se desencadena nuestra narración. Por tanto la “eucaristía” debe tener esta dimensión: acogida, experiencia del Reino de Dios y curación de nuestra vida.
2. Sabemos que el relato de la multiplicación de los panes tiene variantes muy señaladas en la tradición evangélica: (dos veces en Mateo: 14,13-21;15,32-39); (dos en Marcos: 6,30-44; 8,1-10); (una en Juan, 6,1-13) y nuestro relato. Se ha escogido, sin duda, para la fiesta del Corpus en este ciclo por ese carácter eucarístico que Lucas nos ofrece. Incluso se apunta a que todo ocurre cuando el día declinaba, como en el caso de los discípulos de Emaús (24,29) que terminó con aquella cena prodigiosa en la que Jesús resucitado realiza los gestos de la última Cena y desaparece. Pero apuntemos otras cosas. Jesús exige a los discípulos que “ellos les den de comer”; son palabras para provocar, sin duda, y para enseñar también. El relato, pues, tiene de pedagógico tanto como de maravilloso.
3. La Eucaristía: acogida, experiencia del Reino y curación de nuestra vida. Deberíamos centrar la explicación de nuestro texto en ese sumario introductorio (v. 11), que Lucas se ha permitido anteponer a la descripción de la tradición que ha recibido sobre una multiplicación de los panes. Si la Eucaristía de la comunidad cristiana no es un misterio de “acogida”, entonces no haremos lo que hacía Jesús. Muchas personas necesitan la “eucaristía” como misterio de acogida de sus búsquedas, de sus frustraciones, de sus anhelos espirituales. No debe ser, pues, la “eucaristía” la experiencia de una élite de perfectos o de santos. Si fuera así muchas se quedarían fuera para siempre. También debe ser “experiencia del Reino”; el Reino anunciado por Jesús es el Reino del Padre de la misericordia y, por tanto, debe ser experiencia de su Padre y nuestro Padre, de su Dios y nuestro Dios. Y, finalmente, “curación” de nuestra vida, es decir, experiencia de gracia, de encuentro de fraternidad y de armonía. Muchos vienen a la eucaristía buscando su “curación” y la Iglesia debe ofrecérsela, según el mandato mismo de Jesús a los suyos, en el relato: “dadles vosotros de comer”.
4. Son posible, desde luego, otras lecturas de nuestro texto de hoy. No olvidemos que en el sustrato del mismo se han visto vínculos con la experiencia del desierto y el maná (Ex 16) o del profeta Eliseo y sus discípulos (2Re 4,42-44). Y además se ha visto como un signo de los tiempos mesiánicos en que Dios ha de dar a su pueblo la saciedad de los dones verdaderos (cf Ex 16,12; Sal 22,27; 78,29; 132, 15; Jr 31,14). De ahí que nos sea permitido no esclavizarse únicamente a un tipo de lectura exclusivamente cultual envejecida. El Oficio de la liturgia del Corpus que, en gran parte, es obra de Sto. Tomás de Aquino, nos ofrece la posibilidad de tener presente estos aspectos y otros más relevantes si cabe. La Eucaristía, sacramento de Cuerpo y la Sangre de Señor, debe ser experiencia donde lo viejo es superado. Por eso, la Iglesia debe renovarse verdaderamente en el misterio de la Eucaristía, donde la primitiva comunidad cristiana encontró fuerzas para ir rompiendo con el judaísmo y encontrar su identidad futura.
La asignatura de Religión en el marco de las distintas regulaciones estatales (II)
El debate sobre la enseñanza religiosa en Europa pivota sobre estos dos ejes: relaciones Iglesia-Estado y contenido esencial de la asignatura.
Hoy trataremos esta segunda cuestión, pues, salvo que el gobierno de un país delegue en las instituciones religiosas la propuesta y aprobación del contenido de la asignatura, es sin duda una de las cuestiones clave que la autoridad pública en materia educativa desea poder controlar.
Las religiones se manifiestan públicamente de muchas formas: de manera informal, popular, y a través de sus instituciones; dentro de sus ritos litúrgicos, o por extensión en obras artísticas, culturales, históricas, sociales, etc. Precisamente la manera en que un gobierno regule (permitiendo o prohibiendo) la transmisión de contenidos religiosos con finalidad instructiva o educadora es uno de los medidores más expresivos de la definición del grado de libertad religiosa que se disfruta en ese país.
Al fin y al cabo, el acto educativo tiene lugar en el presente («está viva») y se proyecta hacia el futuro. La educación es una inversión que se hace para asegurar un futuro. Por eso, del tratamiento de la enseñanza religiosa que un gobierno haga, pone en juego no solo el ejercicio de la libertad religiosa presente, sino también el espacio, el lugar, la importancia que se dará a la religión en la sociedad de las generaciones venideras.
La cultura religiosa de Europa se ha manifestado siempre ya sea en la literatura, el arte, la música, la arquitectura, etc., siendo las principales capitales europeas centros culturales religiosos especialmente conocidos a nivel mundial. A finales de la década de 1980, la mayoría de los europeos se declaraban cristianos. La religión católica predomina principalmente en los países del sur de Europa como España, Italia o Portugal, además de otros como Irlanda, Polonia y Hungría. También, el luteranismo y denominaciones religiosas provenientes de esta raíz prevalecían en países escandinavos, en los Países Bajos, Escocia, etc. Por otra parte, la Iglesia católica apostólica ortodoxa está presente en la mayoría de los países de Europa del Este, llegando a incluir el Este mediterráneo, Grecia. Además, debemos contar con la presencia histórica del judaísmo en Europa. Hoy su presencia en las sociedades europeas es parte de la vida religiosa ordinaria en estos países. Últimamente, el islam, aparece en el contexto europeo, bien a través de su presencia histórica (en países como Turquía, Albania o Bosnia, que han manifestado su deseo de pertenecer a la Unión europea), bien a través del ingente movimiento inmigrante de población civil proveniente de países de tradición musulmana en guerra y/o en umbrales de pobreza máxima.
Se configura así un mapa demográfico en Europa cada vez más diverso en cuanto a confesiones religiosas se refiere. Las relaciones con los poderes políticos en este mapa multi-confesional se concretan en cada país europeo de una manera distinta. Los modelos políticos existentes en los países europeos oscilan entre la neutralidad y la tolerancia, permitiendo el pluralismo ideológico y religioso, institucionalizando las relaciones con las distintas confesiones religiosas, tratando de adaptar sus relaciones con las confesiones religiosas desde la igualdad y la libertad. Los actuales modelos europeos se sustentan en el pluralismo ideológico, reconocen la libertad de conciencia como un derecho fundamental, y hay un mutuo reconocimiento de autonomía entre Estado y las confesiones religiosas, eliminando cualquier tipo de subordinación o jerarquía entre ellas.
La diversidad (pluralidad) de confesiones religiosas ha empezado a calar también en el debate educativo, llevando a las autoridades públicas que desean permitir la enseñanza de la religión en los currículos educativos a la necesidad de definir su postura frente a la nueva realidad, acentuándose el debate a propósito del contenido de esta materia.
Las autoridades civiles han adoptado distintas posturas sin llegar a una única postura sobre la cuestión. Reino Unido ha sido uno de los primeros países en establecer matices sobre esta materia en sus debates parlamentarios, decantándose y promoviendo las soluciones más relativistas. El debate sobre el contenido de esta asignatura a ojos de la autoridad civil distingue entre:
«Learning religion»: que consiste en un tipo de aprendizaje religioso, con cierto componente catequético y siendo uno de los objetivos principales el desarrollo espiritual del alumnado;
«Learning about religion»: que basa el aprendizaje acerca de las religiones en general, lo que da una asignatura de corte histórico y cultural, en el que todas tienen idéntico valor;
«Learning from religion»: suele ser un aspecto que aparece en cualquiera de los enfoques anteriores o que puede dar lugar a otra asignatura, en la que se fomenta la reflexión acerca del fenómeno religioso en relación con la vida social, la cultura, y la historia de ese país.
La compleja historia de Europa brinda la oportunidad de observar la presencia de modelos de cooperación o indiferentes hacia el hecho religioso en general, y hacia la enseñanza religiosa en particular. Cada vez que se habla en Europa de la enseñanza de la religión, es necesario clarificar ante qué tipo de contenido religioso nos encontramos.
En España, la regulación por parte del poder público parece querer orientarse formalmente hacia el modelo pluralista relativista, si bien la concreción de algunos puntos (como su falta de evaluación y de cómputo en el currículo) y la deriva en los contenidos que tratan de imponerse que oscilan entre el «learning about religion» y el «learning from religion» acaban dando lugar a un tratamiento cuasi negacionista de la asignatura religiosa en la educación de los niños y adolescentes españoles.
Queda por ver qué modelo desean proponer y defender las principales instituciones religiosas (la Conferencia Episcopal Española por parte de la Iglesia católica y los representantes de las denominaciones religiosas con notable arraigo histórico en nuestro territorio) en su negociación con la autoridad pública acerca del contenido de esta materia. Como decimos, no está en juego solo el presente de la vida y la libertad religiosa en España, sino también su futuro.
Patricia Santos Rodríguez es doctora en Filosofía Política y del Derecho de la Universidad CEU San Pablo
Fuente: Diario Digital "El Debate" 9-6-2022
La asignatura de Religión en el marco de las distintas regulaciones estatales (I)
¿Qué posturas suele adoptar la autoridad pública en materia educativa la enseñanza de la religión?
El debate en torno a la asignatura la religión encaja en otro debate más amplio, atravesado por dos cuestiones fundamentales: primera, la de la relación del poder político con las autoridades religiosas; segunda, la del contenido de la asignatura religiosa vista por el poder político. Hoy enunciaremos los aspectos esenciales que definen las diferentes posturas de los gobiernos en materia religiosa, y en consecuencia en materia de educación religiosa.
A) Modelos negacionistas, o de «solución laica» (laicista)
Este modelo excluye toda tradición religiosa particular de la base de la educación. La educación laica se fundamenta en unos valores mínimos constitucionales que sean aceptados socialmente, admitidos por todas las personas en cuanto miembros de la comunidad política. El modelo de escuela laica ha devenido en muchas ocasiones desgraciadamente en un modelo laicista, que no solo prescinde de la religión, sino que puede llegar a ridiculizarla o cuestionarla parcialmente desde los contenidos enseñados en otras asignaturas. Existen, dentro de este planteamiento «laico-laicista», modelos más tolerantes con la religión, p.e. si en algún momento admite la enseñanza de una confesión religiosa lo hace prestando, como mucho, el mero apoyo material (en algunos casos la escuela puede prestar un aula); si bien la autoridad política deja suficientemente claro que esta enseñanza se limitará a ser impartida en horario y modalidad extracurricular, preferentemente fuera del ámbito escolar y, desde luego, no es evaluable ni computa en el curricular académico. Este modelo es adoptado en Francia (salvo en Alsacia y Mosela), o Eslovenia.
B) Modelos pluralistas (relativistas) por los que la enseñanza de la religión se integra en el sistema educativo como asignatura curricular «subjetiva»
Este modelo está asentado en ciertos países que cuentan con una tradición religiosa particular, históricamente arraigada. Aparece en Estados no confesionales en los que la cuestión sobre el papel de la enseñanza de la religión es parte del debate político y social. Es típico en estos modelos, la inclusión de la asignatura de religión en el plan de estudios, pero con un carácter voluntario, no evaluable. El Estado está obligado a ofrecerla, pero solo será impartida si se demanda. La responsabilidad de organizar esta enseñanza religiosa corresponde a las autoridades religiosas competentes, por lo que se trata de una enseñanza confesional. El Estado no influye en los contenidos de esta materia, debiendo mantenerse neutral respecto de los cultos religiosos y de las visiones del mundo, incluyendo este aspecto de alguna manera en la materia. De esta manera, el Estado debe ofrece distintos tipos de educación religiosa, es decir, debe incluyendo la enseñanza de distintas confesiones, siempre que exista un número mínimo de alumnos que justifique el espacio y la contratación de un profesor para impartirla. En muchos casos, esta asignatura se oferta junto a otras asignaturas alternativas. Este modelo se halla presente, por ejemplo, en España, Italia y Malta.
C) Modelos integradores
Adoptan una actitud más cooperativa con las distintas instituciones religiosas, permitiendo la integración de la enseñanza religiosa en la escuela. Esta opción corresponde a países donde la religión se considera como un asunto público. Puede (y suele) coincidir con que ciertas confesiones religiosas tienen además un papel social e institucional público relevante en estos países. De este modo, la enseñanza de la religión se convierte en una cuestión pública, llegando en algunos casos a integrarse en su ordenamiento constitucional, como por ejemplo ocurre en Alemania y en Bélgica. En estos modelos, la asignatura de religión está plenamente integrada en los planes de estudios y es obligatoria, aunque en ciertos casos haya posibilidad de solicitar su exención. También contempla este modelo que dicha asignatura sea de libre elección, acompañándose su oferta de otra asignatura alternativa obligatoria. La asignatura alternativa suele abarcar contenidos éticos, morales y filosóficos. La enseñanza de la religión se trata de una materia curricular «objetiva» (consta en los planes de estudio, es evaluable, se facilita en horario escolar), y puede tener tanto carácter confesional, como no confesional. La diferencia de tratamiento según el Estado considere confesional o no confesional la asignatura determina la responsabilidad de la organización de la asignatura y de su contenido: si es confesional la responsabilidad compete a las autoridades religiosas; si es no confesional, corresponde al Estado, aunque generalmente exista una cooperación con las confesiones religiosas.
Países como Austria o Bélgica donde la enseñanza religiosa no se limita solo a la religión católica o protestante, sino que también se ofrece la enseñanza de otras confesiones como la ortodoxa, musulmana, etc. Este tipo de modelo educativo suele encontrarse en los países del norte de Europa con tradición protestante.
En el caso del Reino Unido conviven las dos posibilidades: la asignatura religiosa solo es confesional en los colegios religiosos, mientras en que en el resto de los centros educativos su contenido (el cual es elaborado por el Consejo Educativo Local con la participación de profesores y representantes de las confesiones religiosas) debe reflejar contenidos correspondientes a la pluralidad religiosa, pues aunque la mayor parte de la población sea cristiana, en la sociedad británica se profesan diversas religiones.
En casos como el alemán o el belga, los responsables son las autoridades religiosas, mientras que en Suecia es el Parlamento quien establece dicho contenido (debiendo ser revisado por la Agencia Nacional para la Educación) y, en Finlandia, es el propio profesor quien elige los textos a estudiar y el tipo de enseñanza, aunque tiene que seguir el plan educativo nacional establecido.
No solo excluir la enseñanza de la religión atenta contra la libertad religiosa; también las condiciones en que se permite su enseñanza muestran realmente si se está fomentando esta libertad o si se está tratando de extinguirla.
Patricia Santos Rodríguez es doctora en Filosofía Política y del Derecho de la Universidad CEU San Pablo
Fuente: Diario Digital "El Debate" 5/5/2022
Misterio de donación Jn 16, 12-15 (TOC-Trinidad)
“El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas” (Prov 8,22). Esas palabras del libro de los Proverbios se refieren a la sabiduría de Dios, que canta sus orígenes y proclama su papel en la creación del mundo.
La sabiduría no dirige a Dios, sino que ella ha sido también formada por Dios. La sabiduría asiste al comienzo del mundo, pero no como maestra, sino como aprendiz. Por otra parte, “gozaba con los hijos de los hombres”. La sabiduría es el puente que nos une a Dios.
Con razón podemos proclamar con el salmo responsorial: “Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!” (Sal 8,1).
San Pablo escribe que ese puente que nos une a Dios es Jesucristo. Él es la Sabiduría de Dios encarnada en el mundo. Por medio de él hemos recibido la fe y la esperanza. Además, “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rom 5,5).
EN UNIÓN CON EL PADRE
El texto paulino evoca el misterio de la Trinidad. El Padre es Dios. El Hijo es Dios. El Espíritu Santo es Dios. No son tres dioses. Dios es comunidad.
Pues bien, de alguna manera podemos acercarnos a ese misterio. Nuestra fe nos lleva a contemplar la comunidad de Dios. Nuestra esperanza nos mantiene fieles a su voluntad. Y por el amor podemos llegar a “imaginar” el mismo ser de Dios.
Algo parecido sugiere el evangelio según Juan. El texto que hoy se proclama nos sitúa en el ambiente de la última cena de Jesús con sus discípulos (Jn 16,12-15). En esa cena de despedida Jesús les revela su origen y su identidad: “Todo lo que tiene el Padre es mío”.
Jesús ha vivido a lo largo de su vida en unión con el Padre. Con él comparte el misterio y la profundidad del amor. En este momento, anuncia a sus discípulos que el Espíritu tomará de lo que pertenece a ambos y se lo comunicará a ellos. Les transmitirá la luz de la verdad y la entrega del amor. Así que la Trinidad se revela como un misterio de donación.
LA VERDAD PLENA
En su despedida Jesús deja a sus discípulos una tarea pendiente: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora. Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena”. Esas palabras son una espléndida lección.
• En primer lugar, nos enseñan que aceptar el mensaje de Jesús requiere una preparación por parte del oyente. El Señor ha previsto una pedagogía especial para que ese mensaje pueda ser escuchado, aceptado y vivido.
• En segundo lugar, se nos anuncia la llegada y la obra del Espíritu de la Verdad. Bien sabemos que la verdad del Evangelio no siempre es fácil de aceptar, de vivir y proclamar. La fe es un don, pero ese don supone una preparación y exige una respuesta.
• En tercer lugar, se nos asegura la posibilidad y la alegría de llegar a la verdad plena. Nuestra vida ha de estar marcada por la esperanza. Vamos haciendo camino, guiados por la luz del Espíritu que nos descubre la sabiduría y la misericordia de Dios.
El Espíritu de la verdad nos ilumina Jn 16, 12-15 (Trinidad)
Este último anuncio del Paráclito en el discurso de despedida del evangelio de Juan responde a la alta teología del cuarto evangelio. ¿Qué hará el Espíritu? Iluminará. Sabemos que no podemos tender hacia Dios, buscar a Dios, sin una luz dentro de nosotros, porque los hombres tendemos a apgar las luces de nuestra existencia y de nuestro corazón. El será como esa "lámpara de fuego" de que hablaba San Juan de la Cruz en su "Llama de amor viva".
Es el Espíritu el que transformará por el fuego, por el amor, lo que nosotros apagamos con el desamor. Aquí aparece el concepto "verdad", que en la Biblia no es un concepto abstracto o intelectual; en la Biblia, la verdad "se hace", es operativa a todos los niveles existenciales, se siente con el corazón. Se trata de la verdad de Dios, y esta no se experimenta sino amando sin medida. Lo que el Padre y el Hijo tienen, la verdad de su vida, es el mismo Padre y el hijo, porque se relacionan en el amor, y la entregan por el Espíritu. Nosotros, sin el amor, estamos ciegos, aunque queramos ser como dioses.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Fuente https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/12-6-2022/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
Educar en positivo
Educar en positivo es un libro de interés para padres y educadores en general. Su objetivo principal es ayudar a los padres a educar a sus hijos de la forma más eficaz, profundizando en las características propias de la educación preventiva, de la educación en Valores y de la educación para ser líder. Está basado en pedagogías innovadoras que son el principio de una nueva cultura educativa. La sociedad en la que vivirán nuestros hijos será muy diferente a la que vivimos nosotros y para esa sociedad tenemos que prepararles.
El libro está escrito con lenguaje directo y sencillo con diálogos que lo hacen fácil de leer.
Editorial: Palabra
ISBN 978-84-9061-476-1
176 páginas
Precio: 12.40 euros
El Espíritu lo renueva todo Hch 2,1-11 (Pentecostés)
1. Este es un relato germinal, decisivo y programático; propio de Lucas, como en el de la presencia de Jesús en Nazaret (Lc 4, 1ss). Lucas nos quiere da a entender que no se puede ser espectadores neutrales o marginales a la experiencia del Espíritu. Porque ésta es como un fenómeno absurdo o irracional hasta que no se entra dentro de la lógica de la acción gratuita y poderosa de Dios que transforma al hombre desde dentro y lo hace capaz de relaciones nuevas con los otros hombres. Y así, para expresar esta realidad de la acción libre y renovadora de Dios, la tradición cristiana tenía a disposición el lenguaje y los símbolos religiosos de los relatos bíblicos donde Dios interviene en la historia humana. La manifestación clásica de Dios en la historia de fe de Israel, es la liberación del Éxodo, que culmina en el Sinaí con la constitución del pueblo de Dios sobre el fundamento del don de la Alianza.
2. Pentecostés era una fiesta judía, en realidad la “Fiesta de las Semanas” o “Hag Shabu’ot” o de las primicias de la recolección. El nombre de Pentecostés se traduce por “quincuagésimo,” (cf Hch 2,1; 20,16; 1Cor 16,8). La fiesta se describe en Ex 23,16 como “la fiesta de la cosecha,” y en Ex 34,22 como “el día de las primicias o los primeros frutos” (Num 28,26). Son siete semanas completas desde la pascua; es decir, cuarenta y nueve días y en el quincuagésimo, el día es la fiesta (Hag Shabu´ot). La manera en que ésta se guarda se describe en Lev 23,15-19; Num 28,27-29. Además de los sacrificios prescritos para la ocasión, en cada uno está el traerle al Señor el “tributo de su libre ofrenda” (Dt 16,9-11). Es verdad que no existe unanimidad entre los investigadores sobre el sentido propio de la fiesta, al menos en el tiempo en que se redacta este capítulo. Las antiguas versiones litúrgicas, los «targumin» y los comentarios rabínicos señalaban estos aspectos teológicos en el sentido de poner de manifiesto la acogida del don de la Ley en el Sinaí, como condición de vida para la comunidad renovada y santa. Y después del año 70 d. C., prevaleció en la liturgia el cómputo farisaico que fijaba la celebración de Pentecostés 50 días después de la Pascua. En ese caso, una tradición anterior a Lucas, muy probablemente, habría cristianizado el calendario litúrgico judío.
3. Pero ese es el trasfondo solamente, de la misma manera que lo es, también sin duda, el episodio de la Torre de Babel, en el relato de Gn 11,1-9. Y sin duda, tiene una importancia sustancial, ya que Lucas no se queda solamente en los episodios exclusivamente israelitas. Algo muy parecido podemos ver en la Genealogía de Lc 3,1ss en que se remonta hasta Adán, más allá de Abrahán y Moisés, para mostrar que si bien la Iglesia es el nuevo Israel, es mucho más que eso; es el comienzo escatológico a partir del cuál la humanidad entera encontrará finalmente toda posibilidad de salvación. De hecho, tiene muchas posibilidades teológicas el reclamo y el trasfondo a Gn 11,1-9 sobre la torre de babel. Porque Babel, Babilonia, ha sido para el pueblo bíblico el prototipo de la idolatría, del poder contaminante y tirano, opuesto a Dios. Podemos ver una contraposición entre la “globalización” de Babel y cómo ahora viene el Espíritu a la comunidad en Jerusalén. Ahora, ya no para conquistar a los pueblos, sino para mostrar como Dios se incultura en todas las razas y lenguas por medio de su Espíritu. Cada uno lo “entiende” en su propia cultura, en su propio ser, incluso en su propia religión, podíamos decir.
4. Por eso mismo, no es una Ley nueva lo que se recibe en el día de Pentecostés, sino el don del Espíritu de Dios o del Espíritu del Señor. Es un cambio sustancial y decisivo y un don incomparable. El nuevo Israel y la nueva humanidad, pues, serán conducidos, no por una Ley que ya ha mostrado todas sus limitaciones en el viejo Israel, sino por el mismo Espíritu de Dios. Es el Espíritu el único que hace posible que todos los hombres, no sólo los israelitas, entren a formar parte del nuevo pueblo. Por eso, en el caso de la familia de Cornelio (Hch 10) -que se ha considerado como un segundo Pentecostés entre los paganos-, veremos al Espíritu adelantarse a la misma decisión de Pedro y de los que le acompañan, quien todavía no habían podido liberarse de sus concepciones judías y nacionalistas
5. Lo que Lucas quiere subrayar, pues, es la universalidad que caracteriza el tiempo del Espíritu y la habilitación profética del nuevo pueblo de Dios. Así se explica la intencionalidad -sin duda del redactor-, de transformar el relato primitivo de un milagro de «glosolalia» (hablar lenguas casi celestiales, ¡para entendernos!), en un milagro de profecía, en cuanto todos los oyentes, de toda la humanidad representada en Jerusalén, entienden hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua. El don del Espíritu, en Pentecostés, es un fenómeno profético por el que todos escuchan cómo se interpreta al alcance de todos la “acción salvífica de Dios”; no es un fenómeno de idiomas, sino que esto acontece en el corazón de los hombres.
6. El relato de Pentecostés que hoy leemos en la primera lectura es un conjunto que abarca muchas experiencias a la vez, no solamente de un día. Esta fiesta de la Iglesia, que nace en la Pascua de su Señor, es como su bautismo de fuego. Porque ¿de qué vale ser bautizado si no se confiesa ante el mundo en nombre de quién hemos sido bautizados y el sentido de nuestra vida? Por eso, el día de la fiesta del Pentecostés, en que se conmemora el don de la ley en el Sinaí como garantía de la Alianza de Dios con su pueblo, se nos describe que en el seno de la comunidad de los discípulos del Señor se operó un cambio definitivo por medio del Espíritu.
I.7. De esa manera se quiere significar que desde ahora Dios conducirá a su pueblo, un pueblo nuevo, la Iglesia, por medio del Espíritu y ya no por la ley. Desde esa perspectiva se le quiere dar una nueva identidad profética a ese pueblo, que dejará de ser nacionalista, cerrado, exclusivista. La Iglesia debe estar abierta a todos los hombres, a todas las razas y culturas, porque nadie puede estar excluido de la salvación de Dios. De ahí que se quiera significar todo ello con el don de lenguas, o mejor, con que todos los hombres entiendan ese proyecto salvífico de Dios en su propia lengua y en su propia cultura. Esto es lo que pone fin al episodio desconcertante de la torre de Babel en que cada hombre y cada grupo se fue por su camino para “independizarse de Dios”. Eso es lo que lleva a cabo el Espíritu Santo: la unificación armoniosa de la humanidad en un mismo proyecto salvífico divino.
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Pentecostés en 10 preguntas
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