El debate sobre la enseñanza religiosa en Europa pivota sobre estos dos ejes: relaciones Iglesia-Estado y contenido esencial de la asignatura.
Hoy trataremos esta segunda cuestión, pues, salvo que el gobierno de un país delegue en las instituciones religiosas la propuesta y aprobación del contenido de la asignatura, es sin duda una de las cuestiones clave que la autoridad pública en materia educativa desea poder controlar.
Las religiones se manifiestan públicamente de muchas formas: de manera informal, popular, y a través de sus instituciones; dentro de sus ritos litúrgicos, o por extensión en obras artísticas, culturales, históricas, sociales, etc. Precisamente la manera en que un gobierno regule (permitiendo o prohibiendo) la transmisión de contenidos religiosos con finalidad instructiva o educadora es uno de los medidores más expresivos de la definición del grado de libertad religiosa que se disfruta en ese país.
Al fin y al cabo, el acto educativo tiene lugar en el presente («está viva») y se proyecta hacia el futuro. La educación es una inversión que se hace para asegurar un futuro. Por eso, del tratamiento de la enseñanza religiosa que un gobierno haga, pone en juego no solo el ejercicio de la libertad religiosa presente, sino también el espacio, el lugar, la importancia que se dará a la religión en la sociedad de las generaciones venideras.
La cultura religiosa de Europa se ha manifestado siempre ya sea en la literatura, el arte, la música, la arquitectura, etc., siendo las principales capitales europeas centros culturales religiosos especialmente conocidos a nivel mundial. A finales de la década de 1980, la mayoría de los europeos se declaraban cristianos. La religión católica predomina principalmente en los países del sur de Europa como España, Italia o Portugal, además de otros como Irlanda, Polonia y Hungría. También, el luteranismo y denominaciones religiosas provenientes de esta raíz prevalecían en países escandinavos, en los Países Bajos, Escocia, etc. Por otra parte, la Iglesia católica apostólica ortodoxa está presente en la mayoría de los países de Europa del Este, llegando a incluir el Este mediterráneo, Grecia. Además, debemos contar con la presencia histórica del judaísmo en Europa. Hoy su presencia en las sociedades europeas es parte de la vida religiosa ordinaria en estos países. Últimamente, el islam, aparece en el contexto europeo, bien a través de su presencia histórica (en países como Turquía, Albania o Bosnia, que han manifestado su deseo de pertenecer a la Unión europea), bien a través del ingente movimiento inmigrante de población civil proveniente de países de tradición musulmana en guerra y/o en umbrales de pobreza máxima.
Se configura así un mapa demográfico en Europa cada vez más diverso en cuanto a confesiones religiosas se refiere. Las relaciones con los poderes políticos en este mapa multi-confesional se concretan en cada país europeo de una manera distinta. Los modelos políticos existentes en los países europeos oscilan entre la neutralidad y la tolerancia, permitiendo el pluralismo ideológico y religioso, institucionalizando las relaciones con las distintas confesiones religiosas, tratando de adaptar sus relaciones con las confesiones religiosas desde la igualdad y la libertad. Los actuales modelos europeos se sustentan en el pluralismo ideológico, reconocen la libertad de conciencia como un derecho fundamental, y hay un mutuo reconocimiento de autonomía entre Estado y las confesiones religiosas, eliminando cualquier tipo de subordinación o jerarquía entre ellas.
La diversidad (pluralidad) de confesiones religiosas ha empezado a calar también en el debate educativo, llevando a las autoridades públicas que desean permitir la enseñanza de la religión en los currículos educativos a la necesidad de definir su postura frente a la nueva realidad, acentuándose el debate a propósito del contenido de esta materia.
Las autoridades civiles han adoptado distintas posturas sin llegar a una única postura sobre la cuestión. Reino Unido ha sido uno de los primeros países en establecer matices sobre esta materia en sus debates parlamentarios, decantándose y promoviendo las soluciones más relativistas. El debate sobre el contenido de esta asignatura a ojos de la autoridad civil distingue entre:
«Learning religion»: que consiste en un tipo de aprendizaje religioso, con cierto componente catequético y siendo uno de los objetivos principales el desarrollo espiritual del alumnado;
«Learning about religion»: que basa el aprendizaje acerca de las religiones en general, lo que da una asignatura de corte histórico y cultural, en el que todas tienen idéntico valor;
«Learning from religion»: suele ser un aspecto que aparece en cualquiera de los enfoques anteriores o que puede dar lugar a otra asignatura, en la que se fomenta la reflexión acerca del fenómeno religioso en relación con la vida social, la cultura, y la historia de ese país.
La compleja historia de Europa brinda la oportunidad de observar la presencia de modelos de cooperación o indiferentes hacia el hecho religioso en general, y hacia la enseñanza religiosa en particular. Cada vez que se habla en Europa de la enseñanza de la religión, es necesario clarificar ante qué tipo de contenido religioso nos encontramos.
En España, la regulación por parte del poder público parece querer orientarse formalmente hacia el modelo pluralista relativista, si bien la concreción de algunos puntos (como su falta de evaluación y de cómputo en el currículo) y la deriva en los contenidos que tratan de imponerse que oscilan entre el «learning about religion» y el «learning from religion» acaban dando lugar a un tratamiento cuasi negacionista de la asignatura religiosa en la educación de los niños y adolescentes españoles.
Queda por ver qué modelo desean proponer y defender las principales instituciones religiosas (la Conferencia Episcopal Española por parte de la Iglesia católica y los representantes de las denominaciones religiosas con notable arraigo histórico en nuestro territorio) en su negociación con la autoridad pública acerca del contenido de esta materia. Como decimos, no está en juego solo el presente de la vida y la libertad religiosa en España, sino también su futuro.
Patricia Santos Rodríguez es doctora en Filosofía Política y del Derecho de la Universidad CEU San Pablo
Fuente: Diario Digital "El Debate" 9-6-2022
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