El pasaje de Juan 11:17-27, centrado en la conversación entre Jesús y Marta tras la muerte de Lázaro, revela la identidad de Jesús como la Resurrección y la Vida. Marta cree en una resurrección futura, pero Jesús la trasciende al presentarse a sí mismo como el medio por el cual la vida eterna se obtiene ahora para quienes creen en él, aunque mueran físicamente. Este pasaje es una profunda declaración sobre la victoria de Jesús sobre la muerte y la invitación a la fe en él para la vida eterna, que se confirmará con la resurrección de Lázaro.
Inicialmente, Marta expresa una fe de tipo más tradicional, creyendo en una resurrección futura, pero limitada a "el último día". Su respuesta es un reconocimiento de una verdad doctrinal, pero no de la persona misma de Jesús.
Jesús corrige y expande su entendimiento al declararse: "Yo soy la resurrección y la vida". Esta es una de las afirmaciones "Yo soy" del Evangelio de Juan, que lo conecta con el nombre de Dios en Éxodo y lo identifica como el que da la vida.
Jesús establece una relación directa entre la fe en él y la vida eterna. Su promesa es clara: "El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás". La muerte física no es el fin para el creyente, ya que su vida eterna está asegurada.
La pregunta final de Jesús, "¿Crees esto?", es una invitación a una fe más profunda, no solo en una doctrina, sino en él como la fuente misma de la vida. La fe de Marta avanza de reconocer la promesa a creer en la persona que la hace posible.
Este pasaje anima a los creyentes a tener una esperanza firme en la vida eterna, incluso en medio del dolor de la pérdida. La muerte física pierde su poder final ante la realidad de la vida eterna que Jesús ofrece. Se enfatiza la importancia de creer en Jesús para trascender la muerte y vivir para siempre.
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