Durante cuatro domingos -que este año
coinciden con los del mes de octubre- vamos a leer el capítulo 10 del Evangelio
según San Marcos. En él encontramos tres catequesis sobre las tendencias
básicas del ser humano: el placer, el tener y el poder y su revisión a la luz
del evangelio, que concluye con el encuentro de Jesús con el ciego de Jericó.
Esas catequesis determinan la
elección de las cuatro lecturas, tomadas del Antiguo Testamento. La lectura del
Génesis incluye hoy al menos tres lecciones sobre el amor sexual:
- La sexualidad humana ha sido querida por Dios como
signo y medio del encuentro interpersonal (Gén 2,21). La mujer es creada
durante un sueño que habitualmente es el espacio de las revelaciones divinas.
Con ello se insinúa que el "tú" representado en el otro sexo es el
camino de acceso al Tú trascendente de Dios.
- La sexualidad humana parece marcar la diferencia
entre los seres humanos y los demás vivientes. Sólo ante la mujer, puede Adán
salir de su soledad y encontrar una ayuda adecuada que no le pueden
proporcionar los demás seres de la creación (Gén 2, 18. 22).
- La sexualidad humana significa y realiza la
igualdad entre las personas, expresada por el mismo origen material, a partir
de la carne viviente; por la semejanza del nombre de la mujer en simetría con
el nombre del varón; y por la identidad de destino y de misión: "serán una
sola carne", es decir una unidad de proyectos y de vida (Gén 2,23-24).
UNA HISTORIA COMÚN
En el evangelio de hoy se
presenta la cuestión del matrimonio y el divorcio (Mt 10, 2-16). Los fariseos
preguntan a Jesús si es lícito a un hombre divorciarse de su mujer. El relato
incluye unas diferencias importantes muy bien resumidas por la Comunidad de Bose.
- En primer lugar, los fariseos
parecen interesados solamente por el aspecto legal. Lo que importa es estar
bien con la ley. En realidad reducen la relación entre los esposos a un asunto
de licitud. Jesús en cambio se coloca en el terreno de la verdadera relación
con Dios y con la otra persona.
- Los fariseos no tienen en
cuenta la situación en que queda la mujer. Consideran el “acta de repudio” como
un derecho del varón, cuando en realidad era un deber para que la mujer pudiera
volver a contraer matrimonio, sin quedar reducida a la pobreza y la
marginalidad a la que la condenaba una sociedad patriarcal.
- Los fariseos se colocan en el
punto de vista del esposo. Jesús les invita a redescubrir el proyecto original
de Dios. Con ello Jesús considera el amor no sólo como un enamoramiento, sino
como una historia común. Una historia hecha de gozos y esperanzas, de proyectos
y de pruebas, de fidelidad y de perdón.
UNA FIDELIDAD AGRADECIDA
“Lo que Dios ha unido que no lo separe el
hombre”. Jesús parece recoger un proverbio sobre la seriedad de las
alianzas. Pero, a su vez, la comunidad
cristiana ha convertido la palabra de Jesús en un proverbio.
• “Lo que Dios ha unido que no lo
separe el hombre”. Los no creyentes verán tal vez el matrimonio como un
contrato. O como un proyecto de vida compartido. Los que siguen a Jesús no
niegan la validez de esos planteamientos, Pero han de tratar de descubrir el
proyecto de Dios. Dios es amor. Y Dios es fiel. De él viene todo amor que
aspire a durar en el tiempo.
• “Lo que Dios ha unido que no lo
separe el hombre”. Los cristianos habrán de preguntarse siempre, con
sinceridad, si su matrimonio ha sido realmente unido por Dios. Cuando es así,
descubrirán también la mano de Dios en la continuidad de su amor. Y darán
gracias todos los días por el don de la fidelidad.
• “Lo que Dios ha unido que no lo
separe el hombre”. En su primera encíclica “Dios es amor”, Benedicto XVI ha
escrito que el amor incluye el sentimiento, pero no es sólo un sentimiento. Es,
sobre todo, un compromiso. Si esto vale para el voluntariado y para el
compromiso social, vale sobre todo para el amor conyugal.
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